Sin piedad para El Chapo
Esta semana comenzó en Estados Unidos, en una corte de Nueva York, el juicio contra Joaquín El Chapo Guzmán.
Ninguna de las peticiones del capo fueron aceptadas: ni de ablandamiento de las condiciones de detención, ni un cambio a otra prisión, ni visitas familiares. Su esposa, Ema Coronel, sólo lo ha podido ver en la audiencia, y la siguiente será hasta el próximo 5 de mayo.
Las condiciones de detención en esa cárcel de máxima seguridad en Estados Unidos son durísimas, y después del inicio del juicio a El Chapo sabemos que no se tiene interés alguno en mejorar sus condiciones.
Y es que el Centro Correccional Metropolitano de Nueva York, donde se encuentra Guzmán Loera, es considerada la segunda cárcel más segura de la Unión Americana, sólo por debajo de la prisión de máxima seguridad en Florence, Colorado.
Esa prisión es extremadamente rígida, incluso han dicho que más que la de Guantánamo, en Cuba.
Un reportaje de The New York Times muestra que los reclusos que se encuentran alojados en las celdas de máxima seguridad se han quejado de condiciones tan aislantes, que los han llevado a sufrir deterioro de la visión.
En todo el estado de Nueva York hay más de 53 mil internos distribuidos en 54 prisiones, pero el sitio donde fue recluido el sinaloense cuenta con medidas de seguridad más estrictas que las otras prisiones de EU, y sus celdas se mantienen encendidas prácticamente las 24 horas del día.
Hay en el lugar poco menos de 800 presos, las celdas son de 2.2 por 2.4 metros, con una pequeña ventana.
Las condiciones en que están los reos, calificados como de alta peligrosidad, son extremas.
Ellos son puestos en media decena de celdas en un ala llamada 10 South. En ella están solos y tienen prohibido dirigirse la palabra entre ellos.
Las luces están prendidas durante 23 horas del día, a veces hasta las 24, según registros judiciales.
Las ventanas son esmeriladas, lo que no permite ver hacia afuera. La ranura de la puerta para introducir alimentos está cerrada prácticamente todo el día, por lo que los reos ven poco más allá de su celda solitaria.
Los prisioneros no tienen televisiones ni radios. Las revistas que llegan tienen un mes de retraso. Todas estas llamadas “medidas administrativas especiales”, deben ser aprobadas por el fiscal general estadounidense y han sido criticadas por Amnistía Internacional.
Las celdas se encuentran al final de una escalera ubicada en el noveno piso del centro correccional, donde de por sí hay otra unidad de alta seguridad llamada Special Housing Unit, o SHU. Para entrar, es necesario pasar por dos puertas de metal: la primera es controlada de manera electrónica y la segunda con una llave.
Sólo tienen permitido una hora específica para hacer ejercicio.
Apenas esta semana, los abogados de Joaquín El Chapo Guzmán presentaron una queja ante los juzgados de Brooklyn por las condiciones de confinamiento. Dicen que son excesivamente duras y que a su esposa no le permiten visitarlo.
Pero las autoridades estadounidenses aseguran que Guzmán Loera ha logrado escapar ya de dos cárceles de máxima seguridad en México y que no van a relajar la seguridad en la que está viviendo el narcotraficante en Estados Unidos.
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