Sentimiento verde olivo
Hoy se celebra el Día del Ejército Mexicano, para conmemorar la creación del actual instituto armado surgido de la Revolución.
Durante muchos años el trabajo de las fuerzas armadas ha sido principalmente el de apoyar a la sociedad civil. Por ello, por su composición social y por su compromiso institucional, siempre sale muy bien evaluado en todas las encuestas.
El Ejército debe defender la integridad, la independencia y la soberanía de la nación, además de garantizar la seguridad interior y auxiliar a la población civil en casos de necesidades públicas. Además, realizar acciones cívicas y obras sociales que tiendan al progreso del país.
En caso de desastre, presta ayuda para el mantenimiento del orden, auxilio a las personas y sus bienes y para la reconstrucción de las zonas que resultan afectadas.
En los últimos años por distintas circunstancias que se han vivido en el país sus funciones han cambiado. Los militares tuvieron que dejar sus cuarteles para combatir la violencia que el país empezó a padecer, causada por el crimen organizado.
Nuestros militares se han expuesto mucho. Algunos en efecto se llegaron a contaminar, como sucede en cualquier institución en la que sus miembros están en la calle todos los días. El propio Ejército Mexicano ha revelado los delitos cometidos por algunos de sus miembros y éstos han sido castigados.
La realidad es que los malos integrantes del Ejército han sido muy pocos, en comparación con la cantidad de efectivos que todos los días luchan con disciplina incansable por México.
Desde hace tiempo se ha venido dando el debate sobre si los militares que cometen alguna falta deben ser juzgados en los tribunales civiles o militares.
Ha habido ya cambios en el llamado fuero militar y a quienes piden que se haga sólo por la vía civil podría casi asegurarles que no conocen cómo funciona la justicia castrense, que, sin duda, puede ser mucho más estricta que la justicia civil.
Tuve la oportunidad, al hacer un reportaje para el programa Todo Personal, de visitar la prisión militar en el campo militar número uno. Es una correccional en la que, a diferencia de una cárcel civil, se percibe una disciplina muy estricta, pero en condiciones absolutamente diferentes y dignas.
Ahí los que se encuentran recluidos deben cumplir con muchas actividades, desde deportivas hasta académicas. Además, deben asistir a talleres obligatorios. Es un lugar donde se aprovecha el tiempo, y no una escuela para criminales y como son las cárceles civiles.
En otra ocasión, en 2009, me tocó visitar Ciudad Juárez en uno de los momentos más críticos en cuanto a violencia.
Me sorprendió ver que mientras miembros de otras instituciones de seguridad dormían en hoteles, los militares estaban en un hangar en condiciones mucho más precarias, aunque eran los principales responsables del operativo.
Estos soldados son los que han salido a las calles para defendernos. Es verdad que ha habido desertores que se han cambiado de bando y han apoyado al crimen organizado, pero son los menos.
La gran mayoría expone su vida todos los días, para apoyar a la ciudadanía cuando está necesitada, ya sea en un desastre natural o bien en temas de seguridad.
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