Populismo, demagogia pura
Durante su tercer informe de gobierno el Presidente Enrique Peña Nieto dijo: “Donde se impone la intolerancia, la demagogia o el populismo, las naciones lejos de alcanzar el cambio encuentran división o retroceso. Los cambios positivos y duraderos se logran por la vía de la responsabilidad, de la institucionalidad y de la estabilidad económica”.
Sin duda el discurso populista podría ser lo que más lastima a la sociedad. Hacernos creer que las cosas van a mejorar de la noche a la mañana y que existe una fórmula mágica para hacerlo es mentira. Lo hemos visto una y otra vez en la historia moderna. El más claro ejemplo está en Venezuela, pero también en Cuba, ambos países están en quiebra. Argentina tiene una situación crítica y Brasil está en recesión.
Muchas veces cuando la sociedad se siente lastimada surgen actores políticos que ofrecen falsas promesas que son populares pero prácticamente imposibles de cumplir. Esta situación la hemos visto cada día más en muchos países de América Latina y también en Europa con la crisis en Grecia.
Venezuela enfrenta hoy una grave crisis política y económica. No hay alimentos, pañales ni medicamentos.Aunque el discurso de Maduro responsabiliza de la situación al «imperio norteamericano» y a la «burguesía parasitaria», lo cierto es que el Banco Central de Venezuela cifra en más de un 28% el desabasto de medicamentos y alimentos de primera necesidad que sufre la población.
La inflación en 2013 se situó en el índice más alto del planeta, 56.2%, en parte debido al mantenimiento artificial del tipo de cambio con el dólar en 6.30 bolívares, cuando el dólar negro se paga a más de 275 bolívares. En mayo de 2015 quebró la barrera de 400 bolívares y acumuló un incremento de más de 1,600% en 26 meses de gestión de Nicolás Maduro.
Si antes un televisor con pantalla plasma de 42” costaba 5,000 bolívares, en el 2014 su precio llegaba a 50,000. Si antes un carro valía 150,000, en el 2014, 600,000. Un apartamento se vendía en 500,000, en el 2014, en 3 millones, y hablamos de que ese antes era el 2013… y los precios siguen subiendo.
Cuando hablamos de populismos modernos hay un economista de la Universidad de Chicago, Sebastián Edwards, que lo describe así:
“Históricamente, el populismo es un ciclo predecible. El punto de partida suele ser una crisis profunda, tanto política como económica. En medio del caos y la desesperanza surge un líder mesiánico y personalista que en nombre de “el pueblo”, y por medio de una retórica incendiaria, fustiga a los supuestos causantes de la miseria nacional. Estos enemigos suelen incluir a los empresarios, los políticos tradicionales, las multinacionales, los EEUU, y, desde luego, al Fondo Monetario Internacional.
“A los discursos floridos y rimbombantes le siguen políticas que generan bienestar en el corto plazo, pero que están preñadas con las semillas de la destrucción. Se controlan los precios, se decretan aumentos de salarios, se nacionaliza el capital extranjero, se reducen las tasas de interés, se aumenta el crédito en forma inorgánica, y se decretan asuetos.
“Ésta es la etapa de la euforia. Todo el mundo está feliz. Tanto es así que aquellos que en algún momento se opusieron al caudillo, caen rendidos a sus pies.
“Pero cuando el bienestar es artificial y no está basado en mejoras de productividad y ventajas competitivas reales, sus efectos son efímeros. A la euforia le siguen el desencanto y la crisis”.
Y esto es exactamente lo que estamos viviendo en muchos países de América Latina y Grecia. Donde la gente está sufriendo de desabasto en todos los sentidos. En México es verdad que hay desencanto en la sociedad, pero los problemas económicos no se pueden solucionar de manera superficial, sobre todo cuando hay una crisis a nivel mundial y el precio del petróleo es cada día más bajo. Los cambios duraderos se logran con responsabilidad, no con falsas promesas.
bibibelsasso@hotmail.com
Twitter: @bibianabelsasso