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Pavlovich y El Bronco: actuar o hablar

Una persona fue detenida cuando llevaba casi cuatro millones de pesos en efectivo. Al pregurtarle por el origen del dinero dijo que él trabajaba para el exgobernador de Sonora Guillermo Padrés. Y efectivamente así era.

Esa detención puede ser la que termine por inclinar la balanza en los varios procesos en los que se involucra al exmandatario, acusado ahora también de lavado de dinero, pero que incluyen desde la realización de obras ilegales en sus propiedades con recursos públicos (como la construcción de una presa en uno de sus ranchos) hasta el haber hecho torturar y encarcelar durante cuatro años a una trabajadora doméstica por un supuesto robo en su casa, que ahora se supone que en realidad lo efectuó un sobrino del exmandatario.

La lista de acusaciones contra Padrés es tan amplia que ni siquiera el PAN ha salido con firmeza en su defensa. Todo ello se alimentó durante una campaña electoral en la que la suciedad y los golpes bajos fueron la norma, incluyendo ataques del equipo del gobernador y su candidato a su opositora, Claudia Pavlovich, que no impidieron que la ahora gobernadora remontara una desventaja de casi 25 puntos y terminara por ganar con amplitud los comicios de junio pasado.

Desde entonces Pavlovich ha ido desmontando la red de corrupción tejida durante el gobierno de Padrés y no ha pasado semana en que no se acumule una nueva denuncia contra el exmandatario, cuya suerte parece estar indefectiblemente asociada con un paso por el reclusorio que puede ser mucho más largo de lo esperado si se comprueban las acusaciones de lavado de dinero.

Llaman la atención la fuerza y la contundencia del accionar de Pavlovich si se le compara con el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez El Bronco, que basó toda su campaña en denunciar los supuestos actos de corrupción del gobierno de Rodrigo Medina en el estado, pero que hasta ahora, a casi tres meses de haber asumido el poder, no ha comprobado ninguna de sus acusaciones. Dice ahora que mostrará más de cien denuncias contra funcionarios públicos recogidas durante las últimas semanas.

Puede ser, pero el hecho es que El Bronco y su equipo hablaron mucho, acusaron a muchos y hasta ahora han demostrado muy poco de sus dichos. Y no es por falta de tiempo: tuvieron desde junio hasta ahora, más de seis meses, tres de ellos en el poder, para poder sustentar sus acusaciones. Una de dos: esas acusaciones fueron sólo material electoral usado para la campaña aunque no se tuviera certidumbre sobre ellas o, simplemente, en el gobierno de Medina no hubo tanta corrupción como decía El Bronco. Existe una tercera opción: que simplemente no sepan investigar sus propias acusaciones.

El hecho es que mientras la gobernadora Pavlovich, sin hacer alharacas ni grandes declaraciones, está podando seriamente el árbol de la corrupción en Sonora, El Bronco en Nuevo León sigue haciendo declaraciones pero no ha actuado contra nada ni contra nadie.

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