París era una fiesta
Días antes del atentado en Niza, donde un camión conducido por un presunto simpatizante de Isis arrolló y mató a más de 80 personas, en París se jugó la final de la Eurocopa, con 80 mil personas en el estadio y 90 mil en la llamada “fan zone”, en torno a la Torre Eiffel, donde se instalaron pantallas para ver el juego. Terminado el partido, miles de simpatizantes de Portugal, que ganó la Eurocopa, se reunieron en el Arco del Triunfo. Todo marcado por un muy eficiente y aparatoso sistema de seguridad, pero también por la libertad de la gente para expresarse y movilizarse. Yo estuve ahí.
Las autoridades francesas permitieron a la multitud festejar, pero pocas horas, porque Francia no ha dejado de estar en alerta máxima de terrorismo en los últimos años.
Cuando el festejo comenzó a subir de tono y se empezaron a escuchar petardos, un despliegue impresionante de granaderos y camiones con policías se apoderó de la calle Champs Elysées para evacuar la zona. Todo se hizo con tranquilidad.
Ese mismo día, pero más temprano, llegamos al estadio donde se disputó la Eurocopa, el Saint–Denis. El viaje se tiene que hacer en tren y en metro, pues el recinto está diseñado para que se llegue en transporte público. La seguridad para poder controlar a las multitudes fue muy visible. Ya para entrar al inmueble pasamos cinco filtros.
Un día antes, en la misma calle Champs Elysées, me tocó ver otra manifestación. En ésa se reunieron cientos de dueños de motocicletas de modelos antiguos para exigir que pudieran transitar por París, donde se les ha prohibido hacerlo por control ambiental. Esa manifestación también fue una fiesta con música y toda la gente feliz. Por protocolo de seguridad las autoridades francesas permitieron a los motociclistas permanecer poco tiempo y también fueron desalojados con un impresionante operativo.
Todo esto es parte de la vida cotidiana de Francia. Dejé París el día 14 en la mañana, cuando se preparaba el festejo de la Toma de la Bastilla, que es una fiesta muy importante. Desde una semana antes estaba acordonada la zona donde pasaría el desfile y se prohibía estacionar automóviles en calles aledañas por temor a que se pusiera una bomba. Justo el año pasado México fue el país invitado y cuando el Presidente Peña volaba a Francia para esta conmemoración se dio la fuga de El Chapo, pero ése es otro tema.
No sabía que horas después, precisamente cuando estaba aterrizando de regreso a nuestro país, se desataría el terror en Niza, en toda Francia y en el resto del mundo.
¿Se puede evitar este tipo de atentados? Yo creo que no. Los operativos de seguridad fueron sólidos, pero ¿cómo se impide que un camión en solitario que pesa toneladas se pueda aventar en contra de la multitud? ¿O que un puñado de personas llegue a un concierto de rock a disparar, como sucedió en el Bataclan pocos meses antes en París? ¿O los disparos que mataron a toda la sala de redacción de la revista Charlie Hebdo?
Hoy estos atentados, algunos perpetrados por locos solitarios, pero la gran mayoría respaldada por Isis, son el mayor peligro para el mundo occidental y lo que representa.
¿Pero qué se hace? ¿Se dejan de organizar mundiales y festejos patrios? ¿Dejamos de vivir la vida cotidiana por miedo? Eso es precisamente lo que buscan estos individuos.
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