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No siempre es para toda la vida

Hasta hace muy poco, si usted quería anular su matrimonio, el trámite era larguísimo, caro y tortuoso. Si usted quiere anular su matriminio de una manera más expedita, ya no tiene que ser Marta Sahagún o Carolina de Mónaco.

Ahora el papa Francisco ha dispuesto por decreto que, a partir del 8 de diciembre, el proceso para anular el matrimonio sea gratuito, más ágil y dure entre 90 días y un año, salvo complicaciones especiales, pero incluso podía llevarse a cabo en 45 días. Se trata de otra de las reformas ya características de Jorge Mario Bergoglio, por cuanto no cambia la esencia —la Iglesia sigue considerando el matrimonio indisoluble— pero sí busca la manera de acercar la doctrina católica a los problemas actuales de los cristianos.

Jorge Mario Bergoglio ya desde octubre de 2014 había criticado con dureza el sistema aplicado hasta ahora para las nulidades matrimoniales por lento, pesado y caro; encargó a un grupo de expertos una reforma del derecho canónico que acaba de ser puesta en marcha mediante la publicación de dos motu proprio o decretos papales —uno para el código latino y otro para el oriental.

Entre las principales novedades, la reforma establece que la declaración de nulidad sea posible después de “una sola sentencia” —en vez de dos, como hasta ahora—, firmada por “un juez único bajo la responsabilidad del obispo” y como consecuencia de “un proceso más breve”, sobre todo en los casos, advierte Francisco, “en los que la nulidad del matrimonio sea más evidente”. Sobre el costo económico, el Papa no hace más que cumplir un deseo anunciado hace 10 meses: “La Iglesia tiene que tener generosidad para hacer justicia gratuitamente”.

Este tema surgió a partir del sínodo de obispos que fue convocado por Francisco en octubre del año pasado. Cuando el papa escuchó a los obispos, el tema fue lo complicado que era obtener la nulidad de un matrimonio. El sumo pontífice decidió agilizar los trámites. Un amigo mío Legionario de Cristo me explicó: “No está cambiando la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio, ni está favoreciendo los divorcios. Lo que hace es que cuando una persona cree que su matrimonio es nulo, ésta no tenga que esperar tanto tiempo para saber si se lo van a anular o no”. Me explicaba este sacerdote que con estas medidas el papa Francisco lo que busca es que la comunidad católica se acerque a la Iglesia y sienta su alma tranquila. Y si esa traquilidad se basa en poder anular un matrimonio que cumple con las causas que se pueden presentar, hacerlo de una forma más agil es menos doloroso y complicado.

Hasta hace poco si usted quería anular su matrimonio necesitaba llevar el proceso a un tribunal eclesiástico que recibía el caso y luego el expediente se mandaba al Vaticano para analizar cada situación. Se llevaban a cabo dos instancias. Por obvias razones éste era un proceso muy tardado. Llegaban miles de solicitudes al Vaticano para ser resueltas.

Lo que está haciendo el Papa es poner en práctica la colegialidad, es decir que a los obispos les está dando la oportunidad de asumir toda la responsabilidad como pastores de la Iglesia y así se están descentralizando asuntos.

Ahora todas las diócesis funcionarán como tribunales eclesiásticos y el obispo, o quien él designe, será un “juez” que determine cada situación.

Antes sólo algunas diócesis recibían las peticiones de nulidad de matrimonio para ser enviadas al Vaticano. A partir de diciembre las diócesis tendrán que hacerse cargo del costo de los procesos. Y con estos nuevos cambios los procesos serán mucho más rápidos.

Sin duda es un avance importantísimo como muchos otros que ha tenido el papa Francisco en estos últimos años. La Iglesia católica no podía seguir perdiendo tantos fieles, y con acciones como ésta sin duda recupera a mucha gente para que continúe dentro de la fe católica.

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