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Monjas pederastas

Niños sordos eran violados por sacerdotes y reclutados por monjas. Seleccionaban a los menores más sumisos para entregarlos a sus abusadores. Una práctica que duró años.

 

Se trata de las historias de los menores abusados en el Instituto Antonio Próvolo para Niños Sordos de Mendoza, en Argentina. Hace unos días este tema volvió a salir a la luz pública, cuando por fin fue capturada una de las monjas que entregaba a los niños.

Luego de estar un mes prófuga de la justicia, se entregó la monja Kosaka Kumiko. Esta religiosa de 42 años nacida en Japón ha sido señalada en más de una oportunidad por los jóvenes afectados no sólo de haber presenciado las vejaciones, sino de haber sido parte activa de los ataques sexuales.

Finalmente, esta monja es presentada ante la justicia argentina, pero el caso no es nuevo, los abusos han sido sistemáticos a lo largo de los años. Incluso en una investigación de 2009, el periódico italiano L´Espresso ya revelaba casos de abusos en el Instituto Próvolo de Verona, donde un cura, que no dio su nombre, relató los casos de abuso a menores que se daban ahí.

Y ahora, sale a la luz que el cura italiano de 82 años, Nicola Corradi o padre Nicolás, huyó de Italia en 1984 para refugiarse en Argentina, debido a que ya había denuncias de abuso sexual sobre menores.

La monja trabajó durante años, del 2004 al 2009, en la llamada Casita de Dios, establecida en Mendoza, acompañando a los menores que se quedaban a dormir en el albergue de Luján de Cuyo.

Los investigadores empezaron a buscar a la mujer, luego de que una joven de 17 años fuera la primera en involucrarla en los abusos.

La chica aseguró que cuando tenía cinco años luego de ser retirada del aula y sometida sexualmente en una habitación por uno de los sacerdotes, —actualmente detenido junto a otros cuatro miembros de la institución—, fue asistida por la religiosa, quien le colocó un pañal por el sangrado que presentaba, lo que le impedía sentarse en la clase.

Luego llegaron más voces en contra de la religiosa, a quien señalaron como participante activa de los abusos contra los menores.

Hasta ahora se sabe que por lo menos nueve sacerdotes y empleados del Instituto Antonio Próvolo, han participado de abusos sexuales contra los niños.

Las últimas investigaciones arrojaron que tres hombres más participaron de las violaciones, que se suman a los cinco detenidos a finales de 2016 y a la monja Kosaka Kumiko, quien estuvo prófuga durante poco más de un mes.

Otra joven de 23 años, aseguró haber sido abusada antes de abandonar el instituto en 2006.

La mujer relató que era atacada sexualmente y que los adultos utilizaban cadenas para someterla, tal como había contado otra de las víctimas.

La chica dio a conocer los rasgos físicos de estos hombres y aseguró que uno de ellos utilizaba vestimenta religiosa.

Los acusados de abuso sexual son los sacerdotes Nicolás Corradi, de 82 años, quien se encuentra en prisión domiciliaria, y Horacio Corbacho, de 50 años, quien está tras las rejas del penal de Mendoza, junto con José Luis Ojeda, uno de los empleados de la que llamaban La Casita de Dios, además del monaguillo, Jorge Bordón, de 55 años, y el jardinero del instituto, Armando Gómez, de 46.

Kumiko, la monja quien forma parte de la congregación Nuestra Señora del Huerto, según consignó la prensa argentina, declaró espontáneamente ante el fiscal.

Aceptó sólo las preguntas de su abogado defensor y negó todo lo que dijeron las víctimas en su contra, y sostuvo su inocencia: “Soy inocente, no sabía de los abusos”, dijo ante el juez. Pero además, su abogado solicitó prisión domiciliaria para esta mujer.

Es una tristeza que nuevamente surja un caso como éste en la Iglesia, y como siempre las víctimas son los más vulnerables, niños sordos que buscaban apoyo y se enfrentaron a la peor de sus pesadillas.

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