Las FARC en Iguala
El ex presidente colombiano Álvaro Uribe acusó a las FARC de tener actividades de secuestro, terrorismo y narcotráfico en México. En su cuenta de Twitter el ex mandatario sostuvo: “el mundo quiere ocultar que las FARC son corresponsables del asesinato de 43 estudiantes en México”.
Uribe afirma que las FARC tienen vínculos importantes con la organización criminal Guerreros Unidos porque el grupo guerrillero colombiano es el principal proveedor de cocaína para estos narcotraficantes mexicanos.
La historia de las FARC en México no es nueva. Desde 1993 hasta 2002 mantuvieron actividades políticas públicas en nuestro país. Tenían una oficina en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la cual, según informes de la embajada colombiana, dados a conocer precisamente en 2002, hacían propaganda para el grupo guerrillero y buscaban reclutar mexicanos para que trabajaran en su favor.
Ese mismo informe indicaba que las FARC aprovechaban la autonomía universitaria, que dificulta la entrada de autoridades judiciales a esas instalaciones, para financiar estudiantes colombianos aquí. Es decir, esto fue aprovechado de la misma forma en la que se resguardan los grupos anarquistas en la actualidad en el auditorio Che Guevara.
En el 2008, durante el ataque a un campamento de las FARC en Santa Rosa de Sucumbíos, en Ecuador, cuando las Fuerzas Armadas de Colombia atacaron un campamento clandestino de las FARC, fue herida la mexicana Lucía Morett y murieron otros cuatro militantes mexicanos.
Según la versión del padre de la joven, ésta se hallaba en Colombia estudiando. La realidad es que Morett había sido reclutada en la UNAM y se encontraba trabajando con el grupo guerrillero al momento del ataque.
Y aunque la Interpol en ese momento la señalaba como una “persona armada, peligrosa y violenta”, el Partido del Trabajo la postuló como candidata a diputada federal en el 2009. Y así es como estos grupos siempre se entremezclan con la política mexicana.
No sabemos qué pruebas tiene el ex presidente Uribe para afirmar que las FARC estuvieron vinculadas con el asesinato de los 43 normalistas, pero sí, con datos duros, que esa organización efectivamente trabaja en México y aprovisiona de cocaína a asociaciones criminales; también, que entrena o respalda a grupos armados que simpatizan con su causa.
Hasta el cierre de las oficinas de las FARC en México, se había dicho que las mismas eran permitidas para apoyar las negociaciones de paz en Colombia.
En realidad es muy complicado tener estas negociaciones con grupos que trabajan siempre fuera de la ley. Hace unos días en Colombia fueron secuestradas tres personas, entre ellas el general en activo Rubén Darío Alzate Mora, una provocación de las FARC que puede acabar definitivamente con el proceso de paz llevado a cabo en La Habana, cuyo objetivo es finalizar una historia de violencia de 50 años y más de 600 mil muertos.
El presidente Juan Manuel Santos, hoy muy enfrentado con Uribe, precisamente por las negociaciones con las FARC, a las que éste se opone, declaró que mientras no fueran liberadas con vida estas personas no se reanudarían las negociaciones.
Lo cierto es que la paz no está en el ADN de estos grupos que, desde que ligaron la política con el tráfico de drogas, sólo buscan mantener sus espacios de poder para continuar operando con impunidad. Y parte de esa agenda pasa también por México.
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