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La relación Iglesia–crimen organizado

Atrás quedaron los tiempos en los que el nuncio Girolamo Prigione confesaba a narcotraficantes como los Arellano Félix y éstos a su vez lo respetaban y protegían.

Hoy México es el país menos seguro de América Latina para ejercer el sacerdocio, según el Centro católico Multimedia, una entidad dependiente de la Iglesia católica en nuestro país.

Además la agencia FIDES, de la santa sede, ha puesto a México como el país más peligroso del mundo entero para los sacerdotes en su informe del 2014. Tan sólo el año pasado cinco religiosos fueron víctimas de homicidios. Y éstos son sólo los casos documentados, ya que muchos no se han denunciado formalmente.

La Iglesia también ha denunciado que ha sido objeto de extorsiones de grupos criminales y que, en los últimos 10 años, 31 curas han sido asesinados por el crimen organizado.

De 2012 a la fecha este gremio ha recibido más de 520 amenazas en distintas entidades: principalmente en Guerrero y Michoacán, que también son las más golpeadas por el crimen organizado y el narcotráfico. Aunque igualmente las hay de Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Distrito Federal, San Luis Potosí y Chihuahua.

Los sacerdotes son líderes comunitarios y tienen mucha influencia y seguidores. Y eso es lo que buscan el crimen organizado y los grupos subversivos: gente que los apoye, y un rompimiento en el tejido social.

Además los sacerdotes, en general, tienen mucha información. La gente que no se atreve a hacer una denuncia ante las autoridades platica con ellos, como ocurrió en el caso del padre Solalinde, a quien los testigos del caso Ayotzinapa acudieron a brindarle el testimonio de lo que había ocurrido.

O está el caso del padre Gregorio López Gorostieta, quien fue asesinado recientemente en Guerrero y que acusó a criminales por la desaparición de 43 normalistas.

O el caso del misionero ugandés John Ssenyondo, quien fue secuestrado y asesinado por haberse negado a bautizar a un niño, supuestamente hijo de criminales, y cuyo cuerpo apareció en una fosa clandestina también en Guerrero.

La relación Iglesia-crimen organizado tuvo un golpe de timón hace 15 años, cuando altos jerarcas de la Iglesia católica en México declararon que los narcotraficantes podían ser excomulgados por sus delitos.

El año pasado el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro y Castro, emitió un documento público que establece los lineamientos que deben seguir los agentes pastorales para intentar restaurar el tejido social y así alejar a la gente del crimen organizado.

Los miembros de la Iglesia católica están preocupados por las intimidaciones y los homicidios recientes y saben que en su gremio no cesarán las pérdidas de vidas humanas. Pero su labor, en ese sentido, es clave para erradicar la violencia y reconstruir el tejido social.

 

bibibelsasso@hotmail.com
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@bibianabelsasso