La narcomanía
Esta semana conversé con Juan Pablo Escobar, el hijo de Pablo Escobar (la entrevista sale publicada este sábado). Me llamó mucho la atención que cuando le dije a mis hijos y a sus amigos que lo entrevistaría, todos querían acompañarme. De cierta manera ven a Pablo Escobar como un hombre de poder, un millonario que hizo lo que quiso en la vida y que vivió entre lujos y opulencia.
Esta idea es alimentada por las historias de los capos del narcotráfico contadas a través de libros, series, películas y telenovelas. En casi todas hacen ver la vida de los delincuentes como algo maravilloso. Poco se dice que, por ejemplo, Pablo Escobar Gaviria es responsable de haber matado a más de tres mil personas de manera directa, más todos los que han muerto por el consumo de estupefacientes de manera indirecta. Puso más de 250 bombas, hizo estallar un avión y secuestró a muchísimas personas. Como consecuencia, su vida y la de su familia fueron muy complicadas, a salto de mata y con la incertidumbre de que en cualquier minuto los podían matar. Las historias muestran vidas exóticas y maravillosas de estos criminales. La gran mayoría ha tenido índices de audiencia y remuneraciones económicas altísimas.
Está el famosísimo libro de Arturo Pérez Reverte La Reina del Sur, cuya trama inspiró la exitosa telenovela que protagonizó Kate del Castillo. El Señor de los Cielos, que retrata la historia de Aurelio Casillas, líder del Cártel de Juárez. Luego de hacer caer al gobierno de México, decide hacerse un trasplante de rostro para evadir la justicia y mantenerse como el hombre más rico y poderoso del país.
Rosario Tijeras, cuya protagonista, María Fernanda Yépez, interpreta a una mujer criada entre criminales que jura venganza por la muerte de su mejor amiga a manos de narcotraficantes. Descubre que matar es una forma de adquirir poder y, de esa forma, se convierte en una de las sicarias más solicitadas.
Sin tetas no hay paraíso, adaptación del libro de Gustavo Bolívar que narra la obsesión de una joven por salir de la pobreza.
Narcos, la serie que acabo de ver, que por cierto está muy bien producida, se basa en la vida de Pablo Escobar Gaviria.
En la plática con Juan Pablo Escobar me dijo: “No soy narco porque le tenga miedo a la ley, sino porque conozco las consecuencias negativas de ese negocio sobre una familia y les muestro a los jóvenes cómo podrá impactar eso en sus vidas, más allá de las promesas de poder y de dinero que supuestamente les vende ese negocio.
“Es sorprendente, creo que a mi padre los medios de comunicación lo convirtieron en un producto muy rentable, y yo hablo de mi padre porque es él, nunca me he querido subir a esa idea, siempre he querido ser muy responsable con el mensaje que se queda la gente que lee mis proyectos o que lee mi libro o que ve mi documental o que se entera de las actividades que yo hago relacionadas a mi padre.
“Soy muy respetuoso de la historia que vivimos, de los mensajes que nos quedaron, porque de ninguna manera yo quisiera que otros entiendan que yo hago apología; al contrario, yo lo que hago es invitar a los jóvenes a que se hagan conscientes de las historias de vida nuestras y familiares para que no repitan en su propia historia la que ya vivimos nosotros.
“Así que es un fenómeno que se ha convertido y que ha traído mucho éxito, todas estas series de televisión, donde además dejan un mensaje muy triste a los jóvenes y les hacen creer a los jóvenes que ser narcos es lo mejor que les puede pasar, porque, claro, agarran los cinco minutos de disfrute de mi padre, hacen 200 capítulos con eso, entonces les hacen creer a los jóvenes que mi papá se la pasó de rumba y de fiesta toda su vida, cuando en realidad no fue así y se les olvida que él murió a los 44 años y que disfrutó no más del 10% de su vida, le quedó toda una vida por vivir y disfrutar y se la tiró en minutos y eso es lo que les dejan de mensajes estas series que, además, irresponsablemente dicen que están contando la verdad cuando saben que no están contando la verdad, cuando son versiones amañadas e intereses personales, políticos y de otra índole, pero que no corresponden con la verdad real de lo que vivimos”.
La violencia que vemos en los medios repercute en lo que piensan nuestros niños y adolescentes. Se han hecho numerosos estudios sobre el tema, la mayoría muy serios, y todos coinciden. Lo que dice Juan Pablo Escobar es cierto: las series muestran la vida glamorosa de los delincuentes, pero ésta dura muy poco. Hay que tener cuidado, sobre todo en la coyuntura como la que estamos viviendo. Mañana les platicaré cómo han terminado muchos delincuentes famosos.
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