“La impartición de justicia es tarea de dioses”: Un Café Con Margarita Luna Ramos
Margarita Luna Ramos, ministra de la Suprema Corte de Justicia es originaria de San Cristóbal de las Casas, donde de pequeña tuvo que elegir una de las dos únicas opciones profesionales que había: docencia o abogacía; ella eligió esta última sin saber que más tarde su profesión más que un trabajo sería “un compromiso de vida”, afirma en esta entrevista. Inició como mecanógrafa y siguió el camino que la llevó a convertirse en ministra del máximo órgano constitucional, una labor que cumple con entrega: su día comienza a las 4:00 de la mañana porque aunque cuenta con un equipo de colaboradores, ella revisa personalmente cada uno de los asuntos que se discuten en el pleno: “A esa hora estoy descansada, no hay teléfono, no hay hijas, no hay marido”, dice.
Bibiana Belsasso: Naces en Chiapas, en San Cristóbal de las Casas.
Margarita Luna Ramos: Así es, un 4 de enero de 1956, no debería decirlo, pero a estas alturas del partido, ¿qué importa? Nací en un lugar maravilloso, Chiapas es un pueblito bonito, mágico, con muchos atractivos turísticos; prácticamente San Cristóbal de las Casas vive del turismo.
Belsasso: Una infancia con muchos hermanos.
Luna Ramos: Soy la menor de cinco hermanos. Sí, consentida. Llegué cuando el esquema familiar estaba muy hecho y como que ya me sentían como estorbo, todos tenían su vida ya muy realizada, empezando por mis papás, pero todo eso sirvió mucho para mi formación y mi desarrollo.
Belsasso: ¿Qué recuerdas de niña, jugando en las calles con tus hermanos?…
¿Te molestaban mucho?
Luna Ramos: Eran terribles. Me obligaron a caminar antes de tiempo porque nadie me cargaba, me subían a las argollas. ¡Eran terribles!, pero siempre me quisieron mucho, siempre hubo una gran vida familiar, de provincia, la casa estaba a una cuadra del parque central, la tienda de mi papá estaba alrededor del parque.
Belsasso: ¿De qué era la tienda?
Luna Ramos: Una tienda de pueblo, tlapalería, refaccionaria, ferretería, de esas tiendas en las que están los rollos de manguera colgados afuera. Mi papá de eso nos sostuvo todo el tiempo y muy bien.
Belsasso: Los fines de semana ayudabas a tu papá en la tienda, ¿ibas o no?
Luna Ramos: Casi no, eso fue después cuando él enferma y más tarde muere. Pero, de chiquita no; nada más pasaba a saludarlo cuando iba al colegio de las madres, ahí estudié la primaria y era obligado el paso, porque veníamos de la casa, atravesábamos el parque central, pasaba a saludar a mi papá y de ahí me iba al colegio.
Belsasso: Vives en un Chiapas donde solamente había dos carreras: maestra o abogacía.
Luna Ramos: Sí, no había llegado a San Cristóbal la Universidad, solamente estaba la Facultad de Derecho, estaba otra escuela de maestros, que era el Colegio La Enseñanza para señoritas, y la Escuela Normal. Con estas tres escuelas y lugares tan pequeñitos, todo el mundo llegaba a estudiar derecho o docencia. Quería estudiar medicina, a lo mejor ni siquiera tenía la vocación pero pensaba que necesariamente tenía que salir a estudiar. Cuando decido qué carrera voy a tomar, mi padre ya había muerto, tenía 15 años, no tengo más alternativa que escoger lo que hay en San Cristóbal. Elegí Derecho y empecé a estudiar la carrera; tres años después mi madre y yo emigramos a la Ciudad de México siguiendo a mis hermanos, ellos al llegar me preguntan: ‘¿Vas a estudiar medicina?’, les respondí que no, porque me pareció que era truncar algo que ya había comenzado.
Belsasso: ¿De qué fallece tu papá?
Luna Ramos: De cáncer en el estómago. Hay un gen hereditario por la parte de la familia de mi papá, toda ha muerto de cáncer, ¡toda!, y él no fue la excepción.
Belsasso: Me han platicado que una vez que llegas a la Ciudad de México, ya estás estudiando Derecho, entras a la UNAM, tratas de entrar a la Libre de Derecho, pero finalmente te costaba y tú, en ese momento estabas apoyando a tu mamá, paradójicamente siendo la más chiquita, porque tus hermanos ya tenían muchas más responsabilidades.
Luna Ramos: Ellos ya tenían obligaciones. Empiezo a trabajar cuando mi papá muere, primero me hago cargo de la tienda un año, luego la logramos vender y después entro a trabajar.
Belsasso: ¿Esto es a los 15 años?
Luna Ramos: A los 15 o 16 años entro a trabajar como secretaria mecanógrafa, en lo que entonces era la Dirección General de Extensión Agrícola en un Programa de Desarrollo Económico de los Altos de Chiapas que encabezaba el gobernador Manuel Velasco Suárez. Era un programa muy bonito de desarrollo socioeconómico, que conjugaba una serie de dependencias estatales, federales, organismos internacionales.
Belsasso: Mira que sí fue exitosísimo, Manuel Velasco Suárez fue el gran maestro y mentor de mi papá en muchas cosas.
Luna Ramos: Fíjate qué chiquito es el mundo. Este señor no solamente destacó en la parte científica, fue un gran político y este programa impulsó muchísimo a Chiapas, sobre todo a la parte alta, la zona donde hay más comunidades indígenas.
Belsasso: Trabajas como mecanógrafa con otro ministro, quien fue tu otro mentor.
Luna Ramos: Sí, pero, entonces estoy en Chiapas, ahí trabajo tres años en Agricultura. Después uno de mis hermanos me dijo: ‘Fíjate que se van a abrir unos juzgados’. Voy, hago mi examen y me quedo a trabajar como mecanógrafa en un Juzgado de Distrito y continúo estudiando la carrera.
Belsasso: ¿Entraste por examen, sin haber conocido a nadie?
Luna Ramos: Sí, claro. Estaba como juez Juan Díaz Romero, quien después fue mi par y a quien le debo el gusto por el Poder Judicial, él me abre las puertas del Poder Judicial. Combino las dos cosas; estoy trabajando en un Juzgado y estudiando. Cuando termino mis estudios ya no pienso en estudiar medicina, ya para entonces el Poder Judicial me encantaba, me fascinó la función de impartir justicia.
Belsasso: De mecanógrafa, ¿cómo se da tu ascenso?
Luna Ramos: Primero con don Juan Díaz Romero entro como mecanógrafa de un proyectista, a los tres meses se recibe un compañero que estaba en una mesa de trámite y, como yo estudiaba Derecho, me pasan ahí hasta que me recibo. Cuando termino la carrera, era juez don Fernando Lanz Cárdenas, él me da la primera oportunidad como abogada, siendo actuaria en el Juzgado, a los cuatro meses me hace secretaria proyectista del Juzgado. Y después soy invitada a trabajar por don Ángel Suárez Torres. Me voy a trabajar a un Tribunal Colegiado con él, pero a los seis meses él se va de presidente del Tribunal Superior de Justicia de Chiapas, me cambio a otro Tribunal Colegiado, al Segundo en Materia Administrativa y ahí trabajo cuatro años y medio como proyectista. Y después, a uno de los magistrados de ese tribunal, a don Carlos de Silva, lo hacen ministro de la SCJN y me invita a colaborar como secretaria de Estudio y Cuenta, primero de la Primera Sala y después en la Segunda Sala. Cuando tenía treinta años, don Carlos del Río, quien era el presidente de la Sala me propone para juez de Distrito.
Belsasso: ¿Y luego ya ministra?
Luna Ramos: No, juez de Distrito, ahí estoy casi siete años, soy ratificada, luego me proponen como magistrada. Rechacé tres veces el nombramiento de magistrada.
Belsasso: ¿Por qué?
Luna Ramos: Ya estaba casada, tenemos las mujeres de provincia el riesgo de irnos a cualquier parte de la República. Había la regla, cuando te nombraban por primera ocasión, la primera adscripción, era ir a donde te tocara y yo no me quería ir.
Belsasso: Casada, pero, además con un ingeniero que no tiene nada que ver con el Poder Judicial, ¿ya con dos hijas chiquitas?
Luna Ramos: No, cuando me hicieron magistrada estaba esperando a la segunda, justo llego al Colegiado y al mes nace mi hija.
Belsasso: ¿Te planteaste dejar de trabajar para dedicarte a tus hijas?
Luna Ramos: No, nunca. Mis hijas fueron de guardería, la primera nació cuando era juez de Distrito, a los seis meses la mandé a la guardería; la otra nació cuando ya era magistrada. ¡Tienen diploma desde lactantes!
Belsasso: ¿Cómo le haces para que no te estén moviendo a distintos lugares?
Luna Ramos: Rechazo el nombramiento en tres ocasiones, no me quería ir a provincia. Mi marido tenía su trabajo acá. En esa época el crecimiento del Poder Judicial se daba cada vez más grande y los ascensos se venían dando más rápido, a los tres, cuatro años de ser jueces ya tenían la posibilidad de optar para ser magistrados. Yo me esperé.
Belsasso: ¿Sí ha sido más difícil para las mujeres que para los hombres?
Luna Ramos: Creo que sí, difícilmente la mujer puede decir, ‘¡nos vamos viejo!’. No es tan fácil porque también tiene su trabajo. En la actualidad ése sigue siendo un problema por el cual creo que el porcentaje de mujeres opta menos por hacer los exámenes de oposición. Ahora jueces y magistrados son nombrados o designados por oposición. Las mujeres tienen toda la capacidad para presentar el examen, pero viene el problema luego de la adscripción y ¿a dónde me van a mandar? Sin embargo, el Consejo de la Judicatura en la actualidad ha tomado muchas medidas para que las mujeres que quieran continuar con la carrera judicial tengan ciertas facilidades, si hay un empate en puntuación entre un hombre y una mujer, le dan la preferencia a la mujer, para que ella decida el lugar en el que quiere quedarse o si está concursándose por determinado lugar y hay ese empate, se le prefiere a la mujer.
Belsasso: ¿Cuando empezaste de mecanógrafa, te imaginaste llegar a ser ministra de la SCJN?
Luna Ramos: No, para nada. En ese entonces lo único que veía era la posibilidad de tener un trabajo para pasar el gasto a la casa. Creo que tuve una gran suerte, tuve la oportunidad de trabajar con grandes juristas que me dieron una formación jurídica bastante sólida, grandes seres humanos, personas que siempre estuvieron en el afán de ayudar, de formar a la gente, de enseñarnos y que nunca les importó el que yo fuera mujer, eso no fue un obstáculo en mi carrera; nunca, eso, evidentemente, ayudó.
Belsasso: En el trabajo que tienes tú, que has venido desempeñando de toda la vida, tienes una responsabilidad social impresionante, le puedes cambiar, para bien o para mal, la vida a cualquier persona, si no se hace de una manera impecable.
Luna Ramos: Eso es un poco estresante y es lo que hace que sintamos que la impartición de Justicia, más que un trabajo, más que una profesión, es una vocación, es un compromiso de vida, no solamente estamos resolviendo un asunto y estamos cumpliendo con un tiempo de trabajo, no, estamos influyendo directamente en la vida, el patrimonio, en ocasiones la libertad de la gente, y eso es algo que sí nos presiona y mucho. La idea fundamental es que ese compromiso de vida que se adquiere al llegar a empezar a impartir Justicia, y ser uno el responsable, es muy fuerte. Pero, al mismo tiempo es muy hermoso, creo que no hay labor, al menos para mí, profesionalmente, más hermosa que la impartición de justicia. Me ha dado grandes satisfacciones. Es de grandes retos, pero al mismo tiempo es, para mí, tarea de dioses.
Belsasso: Trabajas muy temprano, te despiertas a las 4:00 de la mañana y en piyama te pones a revisar todos los expedientes y te gusta revisarlos completitos.
Luna Ramos: Sí, es una hora en la que puedo trabajar muy a gusto porque tengo la pila cargada, estoy descansada, no hay marido, no hay hijas, no hay teléfono, no hay nada. Es una hora en la cual siento que asimilo mucho, que entiendo mucho, que leo muy rápido. La idea a esa hora es estudiar los asuntos de pleno y tenerlos frescos para la discusión.
Belsasso: Te hemos visto en los videos que hay en el Canal Judicial, en estos asuntos del pleno difícilmente llevas cosas escritas.
Luna Ramos: Siempre he procurado ver el asunto directamente, desde luego tengo excelentes colaboradores, pero, independientemente de que mi equipo es muy profesional y estudiamos mucho, estoy acostumbrada desde que empecé la carrera judicial a que yo veo el asunto directo.
Belsasso: De todos los casos que has tenido, ¿cuál ha sido el más difícil?
Luna Ramos: Todos los casos los debemos de ver con gran capacidad de asombro.
Belsasso: Pero, tiene que haber alguno en el que igual empezaras pensando una cosa y terminaras dándote cuenta que no era, que en lo personal te haya pegado, que te hayas involucrado sin tener nada que ver.
Luna Ramos: Creo que hay casos en los que, a lo mejor, el problema jurídico no es tan grave, pero el problema social sí lo es. Son casos que impactan tanto a la sociedad, que hacen que ésta se polarice. Eso se convierte en un gran problema porque estamos buscando la solución jurídica, la solución constitucional, y a veces no es necesariamente la que la sociedad espera, eso nos presiona un poco, el caso de la despenalización de la interrupción del embarazo es uno de ellos, pero, lo que siempre hemos tratado de buscar en este tipo de casos es resolver conforme a Derecho.
Belsasso: Y en este caso, tus razonamientos, tus votos van de una manera bastante más liberal que la de muchos otros ministros.
Luna Ramos: Han pretendido muchas veces etiquetar si es uno liberal o conservador. Siempre he sido una defensora acérrima de la Constitución, a mí me parece que es nuestro ordenamiento fundamental, es la base de nuestro sistema jurídico y es lo que nosotros como tribunal constitucional debemos proteger e interpretar lo más adecuadamente para que este país viva en armonía y en un sistema jurídico confiable. En ese tipo de asuntos, sí, luego hay esa polarización tan grande y lo único que nosotros decimos es, no, no estamos ni diciendo que queremos despenalizar o que estamos de acuerdo que los embarazos se interrumpan. No, no, nunca fue la idea, simple y sencillamente era saber si en una legislación, donde se despenaliza la interrupción del embarazo, las personas deben ser castigadas de una forma u otra.
Belsasso: Por eso, finalmente resuelves, de alguna manera, aquí para la Ciudad de México, como para Baja California, de una manera distinta, pero son básicamente los Códigos Penales que se tienen en cada estado.
Luna Ramos: Exactamente, pero ahí lo más importante de todo es, uno ve, en un estado de la República a una mujer que interrumpe su embarazo, pueden decir que es un delito, en otro dicen, no, hay que darle ayuda terapéutica, psicológica, ayudarla a encontrar trabajo. Es decir, cada estado le da una connotación distinta.
Belsasso: Es complicado que no estén uniformes todos los Códigos Penales, ¿no?
Luna Ramos: Esa es competencia local, la determinación de qué conductas deben penalizarse o no. Yo siempre les pongo el ejemplo del adulterio, digo, en algunos Códigos el adulterio es sólo causal de divorcio, en otros es delito y para otros es deleite. Pero, al final de cuentas, lo cierto es eso, qué hace cada una de estas legislaciones para decir si esa conducta es penalizable, o si esa conducta es una sanción de carácter administrativo, o esa conducta no es sancionable.
Belsasso: A ver, ministra, vamos a hablar de cosas ya más personales, más que el deleite del adulterio. ¿Qué te gusta hacer en tus tiempos libres?, sé que te gusta mucho coser, estar en familia, estar con tus hijas.
Luna Ramos: Sí, desde luego, tengo una familia a la que agradezco mucho la comprensión que siempre ha tenido de saber que tengo un deber que cumplir. Alguna vez doña Victoria decía que lo que tenemos las mujeres trabajadoras a veces es un poco esa culpa de no darles a los hijos el tiempo que quizás debiéramos dar, tratamos de darles tiempo de gran calidad.
Belsasso: Sí nos pasa a casi todas las mujeres que trabajamos. Los hombres difícilmente tienen esa culpa, porque dicen, a mí me toca ser el proveedor. ¿Te entraba la culpa cuando estaban chiquitas?
Luna Ramos: Sí, como no, pero, de alguna forma, también decía, ellas también tienen que aprender a ser independientes desde chiquitas. Y estar en una guardería les ayuda muchísimo a convivir con otros niños, a saber desarrollarse ellas mismas y, sobre todo a eso, a saber ser independientes y creo que eso se ha logrado.
Belsasso: Pero, también con el ejemplo que les das, ¿no?
Luna Ramos: Siempre he pensado que uno les puede decir mucho a los hijos, a los colaboradores, a todo el mundo, pero les digas lo que les digas, creo que la mejor forma de poder trasmitir algo es a través del ejemplo. Si tú les das un ejemplo de pararte a las cuatro de la mañana a trabajar y de que saben que tienes que cumplir con una cuota de asuntos, es la mejor forma de decirles: la responsabilidad ante todo.
Belsasso: ¿Te queda tiempo para leer libros de recreación?
Luna Ramos: Muy poquito, me encanta, cuando puedo, sí.
Belsasso: ¿Qué te gusta?
Luna Ramos: La novela histórica, me gusta mucho Milan Kundera, Mika Waltari.
Belsasso: ¿De música?
Luna Ramos: La música clásica, siempre trabajo con música. Me gusta mucho la bohemia, la música romántica mexicana, la trova yucateca; dicen que a lo mejor soy de otra época, me gusta mucho Agustín Lara, Curiel, todo lo que implica música romántica mexicana antigua.
Belsasso: Margarita, ¿cuál ha sido el día más triste de tu vida?
Luna Ramos: Cuando murió mi madre y mi padre, ésos han sido los más tristes, porque profesionalmente también ha habido días tristes, eso no lo podemos dejar de señalar, creo que para mí la familia es lo más importante, ¿por qué?, porque con la familia tienes con quien disfrutar tus triunfos y es el hombro en donde lloras los fracasos.
Belsasso: Y, bueno, ¿el más feliz?
Luna Ramos: Cuando nacieron mis hijas.
Belsasso: Complétame esta frase, Margarita Luna Ramos es…
Luna Ramos: Feliz y es lo que quiero que sean mis hijas, que lo que hagan lo hagan con gusto, con cariño, siempre buscando el llegar a ser feliz en esta vida, con lo que tienen y con lo que pueden lograr, nunca desear lo que no pueden y nunca aspirar lo que no pueden. Siempre habrá, me decía mi papá, gente más bonita, más inteligente, más rica, más todo que tú y gente, también, menos; bueno, pues ubícate en lo que te tocó, procura darle un valor agregado, tratar de salir adelante, hacer lo que te gusta, hacerlo con amor, con cariño, ¿para qué?, para que seas feliz.