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La degradación de la sociedad

Este fin de semana fueron denunciados dos niños de 13 años por haber abusado sexualmente de su primita de dos años cuatro meses de edad, en Cancún, Quintana Roo. La pequeña acudió con su madre para decirle que la habían lastimado los dos primos mayores y fue cuando esta dio cuenta de que había sangre en el pañal de la bebé.

La madre presentó la denuncia y se hicieron las pruebas pertinentes. En los genitales de la pequeña se encontraron rastros de semen, que al ser analizados se descubrió que correspondían a los dos adolecentes agresores.

Según la denuncia, los hechos ocurrieron en la casa en la que viven los adolescentes en Rancho Viejo. Al momento de escribir estas líneas los presuntos infractores permanecían en el DIF municipal, en espera de que se determine su situación jurídica.

Pero éste no es el único caso en que bebés son agredidos sexualmente. Hay incluso historias de explotación. El año pasado, en Estados Unidos, una mujer vendió a su niña de 18 meses a un pederasta que quería filmar el abuso a la bebé y subirlo a las redes sociales.

El FBI comenzó una investigación en torno a este caso y recibió una denuncia de una masajista que advertía de las intenciones de un hombre llamado Chistopher Bour para abusar sexualmente de la bebé. En varios mensajes de texto enviados por el pederasta, se podía leer: “Te gustaría verme juguetear con una bebé real mañana?”.

Al ser cuestionado por la policía, Bours aceptó que no era la primera vez que abusaba de la menor y que tenía el consentimiento de la madre. El FBI registró el domicilio de este sujeto y decomisó varias imágenes de su computadora con material pornográfico en el que aparecen niños y adolescentes. Tanto el pederasta como la madre de la niña fueron sentenciados.

Estas imágenes de abusos sexuales a bebés son algo cada vez más común en la red. A nivel mundial aparece en la web un sitio de pornografía infantil cada 22 segundos. La explotación sexual es el tercer negocio que más recursos genera después del narcotráfico y el tráfico de armas. Lo más grave de todo es que este delito, que daña a tantos menores, está mal tipificado en los códigos penales y difícilmente se puede clasificar.

En México existe la Policía Cibernética, dependiente de la Policía Federal, donde se pueden recibir denuncias para investigar posibles redes de pederastas. Los ministerios públicos, también según la legislación, pueden recibir denuncias. Lo cierto es que hasta el momento no existe una fiscalía especializada en delitos cibernéticos y la mayoría de las veces los miniterios públicos no saben cómo actuar ante delitos cometidos a través de Internet.

Tampoco es fácil poder sancionar a jóvenes, casi niños, que cada día cometen delitos más atroces. La penalización debería ser directa para los responsables de los niños. Porque los niños y los adolescentes, generalmente, reproducen conductas que ven y si nadie los cuida en su desarrollo cometerán estas de acciones.

Ahí está el caso de los niños de Cancún que violaron a la bebé y sus madres los defienden a cabalidad diciendo que no fueron los responsables a pesar de las pruebas presentadas.

La sociedad cada día está más podrida porque muchos padres ya no pueden o quieren atender el interés superior de los niños. Muchos otros menores están, a su edad, erotizados por lo que ven y escuchan. De alguna forma nosotros, como sociedad, deberíamos ver de qué forma se puede apoyar a los cientos de niños que no tienen ninguna protección ni física ni emocional.

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