La defensa de Duarte
Un abrazo solidario para Cristy, Mainca y Juan Pablo con todo el cariño de tantos años
El exgobernador de Veracruz Javier Duarte, para muchos el nuevo villano favorito de la política nacional, ha decidido aceptar la extradición a México para que los procesos en su contra sean llevados en el país. Muy pronto será traído desde Guatemala, donde está detenido desde el 15 de abril.
Para muchos no hay demasiado qué decir respecto a Duarte. La lista de abusos y excesos cometidos durante su administración parece interminable.
Hay muchos señalamientos de delitos durante la gestión de Javier Duarte y cinco de sus colaboradores han sido detenidos o procesados, todos por enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias o peculado: Javier Nava Soria, señalado como el principal operador del exmandatario, se encuentra en España y las autoridades de ese país ya avalaron la extradición.
También han sido capturados Francisco Valencia García, exsecretario de Comunicaciones y exdirector de la Comisión del Agua; Mauricio Martín Audirac Murillo, exsecretario de Finanzas y Planeación; Arturo Bermúdez Zurita, exsecretario de Seguridad Pública, y Flavino Ríos, exgobernador interino de Veracruz, quien sigue su proceso en prisión domiciliaria por recomendación médica.
Pero ahora vendrá para el gobierno de Miguel Ángel Yunes, que es el que presenta las principales acusaciones contra Duarte; la difícil tarea de compatibilizar la percepción popular con las leyes.
Las acusaciones son muchas, pero comprobar que el exgobernador es el responsable directo de esos delitos es diferente.
Ahí tenemos el caso de Elba Esther Gordillo: ¿cuántas acusaciones hay en contra de la exdirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación?, ¿cuántos personajes de la vida nacional tenían, tienen, con razón o sin ella, una peor imagen que la maestra Gordillo?
Pocos, muy pocos; pero resulta que en casi cinco años de proceso, ninguna de las acusaciones contra Gordillo se ha podido transformar en condenas legales.
Una cosa es denunciar, incluso tener indicios o argumentos contundentes para hacer esa acusación, y otra muy diferente, convertir esas denuncias en condenas penales.
Y con Duarte, como con otros políticos, como el caso del también exgobernador Guillermo Padrés, no será sencillo lograrlas. Los vacíos legales los favorecen. Los culpables son los colaboradores, los que firman los documentos, los que se hacen responsables legalmente, no los responsables políticos como lo son los gobernadores.
Es verdad que en el caso de Duarte existen testimonios de algunos de sus propios colaboradores en su contra que pueden ser determinantes en el proceso. El alto número de los exfuncionarios detenidos o procesados puede ayudar en ese sentido. Por ejemplo, en el caso de Elba Esther casi no hay testimonios de primera mano en su contra. El propio Sindicato no ha actuado contra la maestra, y los pocos excolaboradores que son testigos no son los más cercanos.
En el caso de Duarte aparentemente no es así; y sobre todo en los temas de dinero hay personajes que están dispuestos a testificar en su contra. Pero ¿qué sucederá cuando pasen los meses y no lleguen las condenas contra él? Recordemos que hay elecciones en Veracruz dentro de un año, al mismo tiempo que las presidenciales, y el contar o no con esas condenas será, sin duda, uno de los principales temas de campaña.
Por lo pronto, así parece estar viéndolo la defensa de Duarte, que ha aceptado la extradición para dar la lucha política y legal en México.
Muchos creen, probablemente con razón, que ésa es una batalla perdida. Puede ser, pero por lo pronto Duarte regresará al país para continuar esa rivalidad añeja que ha mantenido a lo largo de muchos años con Miguel Ángel Yunes. Todos los momios están en su contra, pero la verdad es que Duarte más abajo no puede estar.
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