Back

La caída del Black Hawk

Cerca de las diez y media de la noche del viernes, un Black Hawk (uno de los helicópteros más sofisticados y seguros del mundo) del Ejército mexicano se precipitó sobre las personas que estaban congregadas en un campamento en Jamiltepec, Oaxaca, protegiéndose, vaya paradoja, de los potenciales daños que se habían producido con el temblor ocurrido unas horas antes y sus sucesivas réplicas.

 

En el vuelo, como es sabido, iban, entre otros funcionarios, el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, y el gobernador Alejandro Murat. Todos ellos resultaron con golpes, pero salvaron la vida. No corrieron la misma suerte 14 personas que murieron en el campamento (entre ellos una familia completa), mientras que otros 15 resultaron heridos, muchos de gravedad.

¿Cómo puede caer un helicóptero de esa capacidad operativa sobre un campamento de refugiados? La Secretaría de la Defensa Nacional asumió la responsabilidad de los hechos, pero hay que buscar explicaciones y responsabilidades más de fondo. Es verdad que, como se dijo, se estaba volando ya muy de noche, con mucha oscuridad, y que al aterrizar se formaron remolinos de tierra que obstaculizaron la visión de los pilotos. Seguramente tuvo que haber otro tipo de fallas o errores, más allá de eso, para que la nave se precipitara en la forma en que lo hizo.

Pero, además, hubo muchos otros problemas. Primero, el lugar de aterrizaje: un campo de tierra, ubicado junto a un campamento, es un lugar muy poco adecuado para que aterrice una nave de esas dimensiones. Debe tener césped o concreto; debe ser un terreno firme. La tierra no sólo dificulta la operación, sino que la fuerza del aire que desplaza ese helicóptero más allá del accidente, hubiera dañado y causado muchos problemas a la gente que estaba en el campamento. Evidentemente la logística de tierra falló en todos los sentidos, independientemente de los problemas que se pudieron presentar con el aparato y los pilotos.

Hemos volado en innumerables ocasiones en ese tipo de helicópteros, casi siempre con personal militar: son seguros, confiables y con buen mantenimiento. En ocasiones puede haber problemas, pero no recuerdo jamás que hubiéramos aterrizado junto a un lugar tan frágil, en todos los sentidos, como un campamento de damnificados.

Pero lo que sí nos ha tocado vivir y observar muchas veces, es otra cosa: en ese tipo de vuelos, sobre todo en situaciones especiales, como las derivadas de los sismos, se trepan al avión o al helicóptero demasiadas personas y en ocasiones vuelan juntos todo tipo de funcionarios, de alto nivel que, como ya ha ocurrido con Juan Camilo Mouriño, Ramón Martín Huerta o Francisco Blake Mora, cuando ocurre un accidente genera costos políticos altísimos.

Debe haber un protocolo de seguridad que establezca con claridad quiénes pueden o no volar juntos en este tipo de ocasiones, porque cualquier accidente se magnifica si en el mismo aparato vuelan muchos y muy altos funcionarios, pero también empresarios, líderes sociales o comunicadores. Y sobre todo cuando se está volando en situaciones tan especiales como es hacerlo en una noche cerrada y en un lugar sin las condiciones idóneas para operar.

En esta ocasión hemos perdido muchas vidas, pero si además hubiera sido fatal para el secretario de Gobernación, el gobernador y sus acompañantes, estaríamos hoy, además, ante una crisis política muy delicada. Es verdad, son accidentes, pero como éstos ocurren y lo hacen desgraciadamente con frecuencia cuando se vuela en situaciones difíciles, se debe tener normas estrictas que no se pueden vulnerar. En todos los casos fatales (Mouriño, Blake, Huerta y también el viernes), las normas de seguridad se vulneraron y el costo se pagó con demasiadas vidas.

Hoy cumplimos 9 años de Todo Personal en ADN 40. Un agradecimiento muy especial a Jorge Fernández Menéndez por haberme invitado a participar en este proyecto que ha cambiado mi vida en lo profesional y en lo personal.

Toda mi gratitud a Ricardo Salinas, Benjamín Salinas, Luis Armando Melgar y Luciano Pascoe por permitirnos trabajar con absoluta libertad.

Y sobre todo, gracias a usted, que nos acompaña cada noche.

Los esperamos esta noche a las 9:00 pm con las historias más significativas en estos 9 años.

Tragedia tras sismo

El titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Salvador Cienfuegos Zepeda, aseguró el sábado, ante familiares de los fallecidos, que la dependencia asumía toda la responsabilidad en relación al accidente del helicóptero militar que se desplomó en Jamiltepec, Oaxaca y que dejó como saldo 14 personas muertas.

El  funcionario señaló que el polvo que levantó el helicóptero Black Hawk UH-60 al intentar aterrizar en un baldío de Santiago Jamiltepec, Oaxaca, aunado a la condición nocturna, desorientaron al piloto, lo que provocó el desplome del aparato.

El helicóptero del Ejército en el que viajaban el viernes el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, y el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete, perdió el control y se desplomó encima de diversos vehículos, entre ellos una camioneta Nissan, submarca Urvan de pasajeros causando la muerte y heridas graves a personas que se encontraban en tierra en la localidad  de Jamiltepec.

 

“Al estar intentando aterrizar el helicóptero del Ejército donde veníamos, perdió el control el piloto, el helicóptero se desplomó, volcó, hay personas fallecidas. Hay gente que ha perdido la vida”, informó el secretario Navarrete.

Los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) notificó que 15 personas heridas por el accidente fueron trasladadas a diferentes hospitales de la entidad y que todos se encuentran estables. El sábado por la tarde se realizó una misa en honor a las víctimas y se dio sepultura a la mayoría de los fallecidos.