La amenaza de la heroína
El lunes pasado en esta columna les platicaba que allende el Río Bravo cada 19 minutos nace un bebé con una adición a los opiáceos debido a que sus madres son drogadictas. También les decía que el doctor Manuel Mondragón y Kalb, titular del Consejo Nacional contra las Adicciones (Conadic), hablaba de que el aumento del uso de heroína en Estados Unidos ya se refleja aquí, en México, por el simple hecho de que en este país somos productores de esa droga.
Y es que las muertes por heroína se duplicaron de 2011 a 2013 en la Unión Americana, mientras que las ocurridas por cocaína y opiáceos recetados se mantuvieron estables, según las cifras del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.
En noviembre de 2014 el presidente Barack Obama, en el informe anual que envía al Congreso federal sobre los más importantes países productores y de tránsito de drogas hacia Estados Unidos, señaló a México como el principal proveedor de derivados de opio y explicó que la DEA reportó un alza de 324% en los decomisos de heroína en la frontera sur de 2009 a 2013.
La DEA atribuye el incremento de la producción de la heroína en México y su trasiego ilegal a la desproporcionada demanda estadounidense, porque es más barata y fácil de conseguir que las metanfetaminas.
Obama deja en claro que aun cuando a la nación de las barras y las estrellas sigue llegando heroína procedente de Colombia y Guatemala, en los últimos cuatro años México ha sido el principal proveedor de esta droga. Y mucha se queda entre nosotros.
Lo que decía el doctor Mondragón es muy cierto. Somos grandes productores de estas drogas. Mucha se da en el “Triángulo Dorado”, la región situada entre los estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango, al noroeste del país. Esta zona es conocida desde hace más de tres décadas no solamente como el santuario del Cártel de Sinaloa, sino también por la gran cantidad de cultivos de mariguana y amapola que alberga. De aquí han surgido grandes narcotraficantes, como, El Chapo Guzmán, Rafael Caro Quintero y Miguel Ángel Félix Gallardo.
No nos podemos engañar: la violencia tan desmedida que hemos tenido en Guerrero es también por un tema de drogas. Durante décadas el Pentágono de la Amapola, en la sierra guerrerense, ha sido un importante productor de mariguana y de goma de opio; ahí se produce el 42 por ciento de la heroína mexicana y desde ese lugar se distribuye.
Hemos visto cómo se ha elevado la violencia en estos puntos de cultivo y distribución de droga. Tan sólo en el Pentágono de Oro, entre 2005 y 2013, todos los municipios experimentaron un marcado aumento del número de asesinatos, que se multiplicó hasta en 17 veces, según datos oficiales. Mientras que la media nacional en el índice de homicidios dolosos fue de 19 por 100 mil habitantes en 2013, en algunos municipios del citado Pentágono rebasó la cifra de 100 por 100 mil habitantes.
En el Pentágono de la Amapola 10 grupos criminales, desde los grandes cárteles hasta bandas locales, se disputan los 21 municipios de ese territorio; y es así como en la zona se encuentra la presencia del Jalisco Nueva Generación, el de Sinaloa, los Zetas, Caballeros Templarios, Guerreros Unidos y Los Rojos, entre otros
Pero lo que también ha crecido de una manera exponencial es el consumo de drogas como la heroína, no sólo en Estados Unidos sino también en México. Es un tema de salud pública que puede perjudicar muchísimo y en el cual se tienen que tomar medidas muy pensadas sobre todo en cuanto a prevención, antes de que enfrentemos una epidemia que podría ser mucho más costosa. La heroína es una de las drogas más adictivas y tiene consecuencias mortales para los consumidores.
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