Inician Olímpicos en plena crisis
Hoy comienza la justa olímpica en Río, unos juegos que, como todos, se han caracterizado por la influencia de la política, pero, en este caso, se han visto salpicados por el tema del doping, las apuestas e incluso las afectaciones a la salud por el zika.
Cuando Brasil recibió los Juegos, lo mismo que el Mundial de 2014, su economía estaba en pleno auge, con un crecimiento económico muy importante, con la popularidad del presidente Lula da Silva por los cielos, y la expectativa de que Brasil podría entrar rápidamente en el círculo de las naciones económicamente más poderosas del mundo
Ambos eventos se otorgaron a Brasil cuando el presidente Lula estaba en el poder.
Hoy Brasil está en una crisis profunda en términos económicos y políticos, Lula está procesado y su sucesora, Dilma Rousseff, separada del poder y a punto de ser destituida.
En marzo pasado, las cifras del Producto Interno Bruto (PIB) de 2015 confirmaron que ese país enfrenta su peor crisis económica desde los años 90.
Y según los datos difundidos por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), la economía de Brasil se contrajo un 3.8 por ciento, con relación al año anterior. Es el peor de la historia de las Cuentas Nacionales del IBGE, que comenzó en 1996.
La moneda de ese país, el real, también está en su peor momento desde su adopción en 1994.
Por si fuera poco, en un país azotado por una profunda crisis económica, más del 50 por ciento del presupuesto destinado para los Juegos Olímpicos proviene del sector público, y menos del 45 por ciento de inversiones privadas.
A esto hay que agregarle que la corrupción no sólo es por el tema Petrobras, sino que ha sido una constante en la preparación de estos Juegos Olímpicos.
Por lo menos siete constructoras relacionadas con el desarrollo de 11 proyectos de infraestructura del evento Olímpico han sido señaladas por malos manejos.
Más problemas para Brasil: ha aumentado el consumo de drogas, y también los índices de criminalidad y los enfrentamientos entre la policía y los grupos que distribuyen los enervantes. Y es que Brasil está considerado el segundo mayor consumidor de cocaína del planeta, sólo por debajo de Estados Unidos.
Amnistía Internacional reportó recientemente que la cantidad de personas que han muerto a manos de la policía en Río de Janeiro, ciudad asolada por la delincuencia, ha aumentado a más del doble entre abril y junio pasados, frente al mismo periodo de 2015.
Brasil es el claro ejemplo de lo que no tenemos que hacer en otros países. Todo el mundo pensó que esa nación estaba en la gloria, pero tanta corrupción, malos manejos económicos, el haber hecho creer al mundo que su moneda estaba más sólida que nunca y, sobre todo, el descontento social, han desatado una terrible crisis.
No en balde ya desde hace dos años, el vicepresidente del Comité Olímpico Internacional, John Coates, calificó la organización del evento como “lo peor que había visto jamás”.
Pero los Juegos Olímpicos apenas comienzan, así que ojalá la mala situación en la que se encuentra Brasil, no se vea reflejada en esta justa deportiva.
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