Back

Hasta que Duarte nos separe

Con el caso de Javier Duarte no paramos de recibir sorpresas.

El gobernador con licencia supuestamente envía cartas tratando de recuperar su cargo a quince días del cambio de poderes; aparece un primo de su esposa Karime con unos pasaportes con las fotos del matrimonio pero con otros nombres (lo que nos permitió a todos recordar aquella canción de “Los toreros muertos, yo no me llamo Javier”); sus suegros, con los hijos de Javier y Karime, se mudan de Coatzacoalcos, Veracruz, a Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, hartos, dicen, del acoso. Hay quienes aseguran que Duarte está precisamente en Tuxtla, otros que está en Guatemala; algunos más lo ubican en España (suena más sensato) y otros indican que está escondido en el despacho de un conocido abogado que a su vez señala que no es el defensor del gobernador con licencia.

Pero hay más: se va el sexto secretario de Finanzas de los últimos seis años en el estado, llega una mujer que en realidad está ya gestionando las finanzas para el próximo gobernador, Miguel Ángel Yunes; el gobernador interino Flavino Ríos da su sexto, último y único, informe aclarando que cuenta los días para dejar el cargo y todo el estado es un relajo de bloqueos, manifestaciones, hospitales paralizados por falta de pago, obras inconclusas y adeudos por todos lados.

Ninguna entidad de la República se encuentra en tal estado de ingobernabilidad como Veracruz.

A estas alturas la telenovela veracruzana tiene demasiados actores, pero ninguno es protagonista y mucho menos parece haber un guión al cual ceñirse.

Parece ser una obra en la que cada actor tiene su propio papel, interpreta su propio guión y no hay director alguno, mientras algunos se roban la escenografía y otros las butacas del teatro. La taquilla ha desaparecido desde hace tiempo.

Sería hasta cómico si no fuera terrible, si en medio no faltaran del presupuesto miles de millones de pesos, si el estado no estuviera asolado por los delincuentes y si miles de pacientes tuvieran sus medicinas, sus operaciones, la atención médica por la que pagan sus impuestos.

Falta poco más de una semana para que Yunes asuma el gobierno.

Sin duda muchas cosas mejorarán, pero se corre el riesgo de que el deterioro continúe, de que no se pueda revertir la dinámica que se ha generado en estos últimos meses.

Ése es el mayor peligro para Yunes, pero también para todo el estado. Que se siga cayendo por la pendiente. Y es que hay muchos interesados en que eso ocurra así.

Se requieren recursos, pero sobre todo sensibilidad y sentido político de los futuros gobernantes del estado y también de la Federación.

Si eso no se recupera, ése será, más allá de lo patrimonial, el mayor daño que Duarte habrá ocasionado a los veracruzanos.

bibibelsasso@hotmail.com
Twitter:
@bibianabelsasso