“Es cobarde disparar sin intentar una negociación”: Un Café Con Óscar Arias
Un joven Óscar Arias acariciaba el sueño de ser presidente de su país natal, Costa Rica; por eso leía las biografías de grandes estadistas para aprender de ellos. Napoleón, Abraham Lincoln y Thomas Jefferson, fueron sus maestros, confiesa en esta entrevista. En 1986 fue electo presidente y su gestión cambió el rumbo de Centroamérica: convocó a sus homológos de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua para lograr la pacificación de la región, golpeada por las guerrillas de ese entonces. Esfuerzos que en 1987 fueron reconocidos al otorgarle el Premio Nobel de la Paz. Él mismo se considera un hombre de paz y por ello cree que no es “ejemplo de valentía sino de cobardía, comenzar a disparar sin antes intentar una negociación para terminar con los conflictos militares en el mundo de hoy”.
Bibiana Belsasso: ¿Cómo nace un premio Nobel de la Paz?, ¿cómo fue su infancia?, sabemos que su abuelo fue un político importante en Costa Rica.
Óscar Arias: Sí fue un político, diputado, presidente del Congreso, ministro varias veces, y, por ahí es que posiblemente saqué mi vena política. Desde muy jovencito quise servirle a mi país, ir a la vida pública, soñaba con poder alcanzar la presidencia algún día y entonces leía biografías de estadistas, de gente importante.
Belsasso: ¿Cuál fue la primera biografía que leyó que lo marcó?
Arias: Posiblemente fue la de Napoleón, Disraeli, Gladstone, Lincoln, Thomas Jefferson; luego, ya de estudiante tuve la oportunidad de escribirle a Kennedy. Bueno, Churchill, De Gaulle, Adenauer, los grandes líderes de los 50 y 60. Y ya para entonces había terminado la universidad en Costa Rica y después me fui a estudiar un doctorado en Ciencias Políticas en Reino Unido.
Belsasso: Después de todas las biografías, los personajes que me acaba de mencionar, que le han atraído mucho, además de ser políticos, la gran mayoría han sido grandes estrategas. Usted ha utilizado estrategias muy importantes, sobre todo en la década de los 80 con un Centroamérica en muchos conflictos.
Arias: Nunca me había imaginado cuando era ministro o diputado, que me tocaría ser presidente, que ganaría las elecciones en un momento en que Centroamérica vivía un conflicto muy sangriento.
Belsasso: Dictaduras terribles.
Arias: Guerras civiles, donde las dos superpotencias de entonces, la Unión Soviética y Estados Unidos, ponían las armas y nosotros los centroamericanos poníamos los muertos. Era un conflicto en que ellos no arriesgaban vidas, pero sí apoyaban militarmente a la guerrilla. La Unión Soviética a la guerrilla marxista de El Salvador y de Guatemala, y al gobierno sandinista en Nicaragua; y EU a los gobiernos de El Salvador y de Guatemala, así como a la Contra nicaragüense.
Belsasso: ¿Cómo hace la estrategia para tratar y empezar con la paz en esta región?
Arias: Durante la campaña política hablé de la necesidad de buscar una solución, negociada, diplomática, mediante el diálogo, a la crisis militar centroamericana, pero hasta ahí, porque apoyaba la iniciativa de paz de Contadora, donde México ejercía un liderazgo importante con otros países latinoamericanos. Sin embargo, esta iniciativa de paz fracasó porque tenía como eje central buscar un equilibrio entre los países involucrados en el conflicto, un equilibrio militar, que el poderío militar de Nicaragua, El Salvador, Guatemala y, de alguna manera, Honduras, fuera algo balanceado y, por supuesto, que los militares no estaban de acuerdo con eso, era imposible que se pusieran de acuerdo. Y cuando eso fracasó sentí que mi gobierno corría peligro de ser involucrado en el conflicto y también que todas las cosas que les había ofrecido a los costarricenses que quería hacer, como un Banco Hipotecario de la Vivienda, infraestructura, generar mucho empleo para nuestra juventud, llevar computadoras a las escuelas, luchar por la igualdad entre hombres y mujeres pasando por la legislación, todas estas cosas, dije, no las voy a poder cumplir, porque era muy difícil aislar a Costa Rica de la violencia centroamericana.
Ante los ojos del mundo, un europeo, un norteamericano, un canadiense, un japonés que quisiera invertir en Costa Rica decía: ’No, Centroamérica está ardiendo en llamas’. Y la verdad es que Costa Rica, no. Entonces yo dije, antes de que vengan a predicar la paz aquí, tendré que ir a predicar la paz al resto de la región. Y en la primera reunión que tuve en la Casa Blanca con el presidente Ronald Reagan, en diciembre del 86, me preguntaba de Nicaragua y en todas las ocasiones posteriores que lo vi, sólo hablé de Nicaragua, al final le dije: ’Algún día creí que íbamos a poder hablar de Costa Rica’. Pero, no, él estaba obsesionado con la ayuda militar a la Contra, quería sacar a tiros a los sandinistas del gobierno en Managua y esa obsesión lo llevó a decir, por ejemplo, que la Contra era el equivalente moral de los Founding Fathers (Padres Fundadores) de Estados Unidos, y entonces el vicepresidente George H. W. Bush, quien había ido a la toma de posesión mía, conjuntamente con muchos presidentes de América Latina, le había dicho: ’Entre Costa Rica y Estados Unidos hay una gran amistad, pero quiero que sepa que, los amigos coinciden, discrepan y, en este caso, con respecto a la política de Estados Unidos hacia Centroamérica, discrepo completamente’.
Belsasso: Era complicadísimo pelearse con Estados Unidos.
Arias: Era complicado pelear con EU porque existía una cosa que llamaban la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, por medio de la cual esa nación donaba muchos millones de dólares; el público decía y la prensa decía, ’si el presidente Arias se pelea con Reagan, nos van a cortar esa ayuda’.
Belsasso: ¿Cedió el Presidente Reagan?
Arias: No, el presidente Reagan nunca cedió, terminó su período convencido de que la única salida para terminar con los conflictos era una vía militar y no diplomática. Eso comienza a resolverse cuando llega el que era vicepresidente, George H. W. Bush a la presidencia.
La década de los 80 para América Latina se conoce como la década perdida, para Costa Rica no lo fue: me negué a pagar la deuda externa, a amortizar la deuda externa y a sentarme a renegociarla con nuestros acreedores en el Club de París, en el Fondo Monetario, con el Banco Interamericano de Desarrollo, con el Banco Mundial, con otros países y EU me ayudó después de que habíamos firmado la paz en agosto de 1987 en la ciudad de Guatemala. Me ayudó, sobre todo, después de que me galardonaron con el Premio Nobel de la Paz. Y esos recursos que iban a amortizar la deuda externa del país, los utilicé para el desarrollo y para nosotros no fue una década pérdida, crecimos cinco por ciento como promedio y terminé con un 3.2 por ciento de desocupación.
Belsasso: A ver, ¿cómo le hace Costa Rica de toda la vida para poder ser un país sin ejército, para blindarse, poder tener seguridad, cuando todos tus vecinos tienen una cantidad de armas exorbitante?
Arias: Lamentablemente vivimos momentos en que América Latina está gastando casi 70 mil millones de dólares en armas y soldados y ha sido América Latina, sobre todo Suramérica, una de las regiones que más ha aumentado el gasto militar en los últimos años. Costa Rica escogió otro camino, abolió el ejército en 1948 y nuestra mayor defensa ha sido precisamente nuestra indefensión. Tenemos problemas con el narcotráfico porque estamos geográficamente entre América del Sur y EU.
Belsasso: Tiene muchos nicaragüenses que están llegando a Costa Rica.
Arias: Ahí tenemos muchos nicaragüenses. Una décima parte de nuestra población es nicaragüense. Pero tenemos que luchar contra el narcotráfico con nuestra policía, y tener una policía es muy distinto de tener un ejército.
Belsasso: En su conferencia en el foro Banorte ha dicho que el problema más grave son las armas. ¿Alguna solución?
Arias: Hay muchas disposiciones para que todas aquellas armas que se vendan violando el derecho internacional, los derechos humanos, aquellas armas que vayan a ser utilizadas por los gobiernos para reprimir a su gente o aquellas que vayan a ser utilizadas en conflictos regionales, el vendedor tiene que ser muy precavido para no hacer esas ventas. Lo que queremos no es prohibirlas, sino restringir ese comercio y regularlo. En América Latina cuando existieron dictaduras de derecha, todas las armas que adquirían los gobiernos eran para reprimir a nuestros pueblos, hoy las armas son utilizadas contra los cárteles de la droga. Y en el caso de Centroamérica, en países como Guatemala, El Salvador y Honduras tenemos una triste herencia de la guerra de los 80: los maras, que son las pandillas, porque los guerrilleros lamentablemente se convirtieron en pandilleros.
He estado presionando a Washington para que ponga dinero para luchar por ayudarles a estas pandillas porque son una generación perdida por la guerra en Centroamérica. En todos mis discursos en alguna universidad norteamericana o en algún lugar donde tengo que hacer un discurso, mi adversario favorito es la Asociación Nacional del Rifle.
Belsasso: Que son los que precisamente están apoyando a Donald Trump.
Arias: Que quienes apoyan la venta irrestricta de las armas.
Belsasso: Y es una asociación muy fuerte, si se dieran cuenta, me imagino que saben, pero si reaccionaran al daño que están haciendo con todas estas armas…
Arias: Pues, sí, porque lo que quieren es proteger lo que ellos llaman la Segunda Enmienda en Estados Unidos. Pero les importa muy poco que están debilitando a todos los países vecinos latinoamericanos porque la facilidad, por ejemplo, la forma en que se adquieren las armas en la frontera de México con EU, es como comprarse un taco.
Belsasso: ¿Cómo desarmar a las pandillas?, ¿cómo desarmas a los propios ciudadanos que tienen sus armas?, ¿cómo cree que se pueda lograr eso?
Arias: Sencillamente en Estados Unidos no se ha podido y creo que si gana Hillary Clinton, como todos esperamos, porque no podría el mundo darse el lujo de tener alguien tan ignorante, tan xenófobo, tan narcisista y tan misógino, como Trump, incluso a los demócratas les va a costar mucho controlar mejor la venta de armas en Estados Unidos, porque si queda una mayoría republicana como hasta el momento ha existido, ellos se oponen radicalmente a que se regule más la venta de armas.
Belsasso: También dijo que lo que había que hacer era invertir mucho más dinero en educación que en cualquier otra cosa para que un país salga adelante.
Arias: Creo que América Latina no ha logrado dar el salto al desarrollo como lo han hecho los países asiáticos, algunos de ellos.
Belsasso: ¿Por qué?
Arias: Por la mala calidad de la educación, es decir, no sólo cuantitativamente no estamos educando a la mayoría de nuestros jóvenes, sino que la calidad de la educación es muy mala y, como se dice por ahí, no se puede mejorar lo que no se puede medir. Ustedes aquí en México ya pasaron una legislación para medir los conocimientos de los educadores y, sin embargo, ahí están protestando los gremios porque no se quieren someter a que se mida el conocimiento, cuánto de matemáticas sabe el profesor de esa asignatura, o cuánto el de física, el de inglés, porque sabe muy poco. Y con esa mala calidad de la educación, en los análisis del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, América Latina sale muy mal.
De tal manera que estamos compitiendo con Corea de Sur, que a veces sale en número uno, dos, tres; con Singapur, igual. Finlandia, que generalmente es el número uno. Le voy a contar una anécdota que le leí a Felipe González, he estado muchas veces en Finlandia, pero, le leí a Felipe González, el expresidente español, que decía que le pusieron una guía cuando fue a Helsinki y él le preguntó: ’¿Qué estudió usted? y ella le dijo: ’Relaciones Internacionales’. Y ¿por qué eso?’ Y ella le contestó: ’Porque las notas de mi universidad no eran tan buenas para hacerme educadora.
En América Latina es todo lo contrario, la calidad de la gente que va a la educación lamentablemente no es la mejor, en Finlandia son los mejores graduados los que el gobierno escoge y es inconcebible que una maestra no tenga una maestría, aquí, en América Latina, no es ése el caso. Mientras no seamos capaces de dar el salto al desarrollo, no lo vamos a dar sin duda alguna con la calidad de la educación que tenemos.
Belsasso: ¿Cómo le informan que es usted ganador del Premio Nobel de la Paz?
Arias: Estaba con mi esposa y mis hijos en una playa, bastante aislado, y me llaman en la madrugada para decirme que había recibido el Premio Nobel de la Paz, a mí me costó creerlo porque ignoraba que había sido nominado. Debo decirle que en 1987, estando en Harvard llegaron montones de estudiantes latinoamericanos a decirme que me querían nominar y yo les dije: ’Ya venció el período, háganlo para 1988’. En 1987 no lo podía creer porque no sabía que me habían nominado cuatro suecos a quienes no conocía y, sin embrago, fueron ellos los que pensaron, aquél señor que está allá en Centroamérica, en ese pequeño país que se llama Costa Rica, que no tiene ejército, que ha tenido la valentía de enfrentársele a Ronald Reagan y a Mijaíl Gorvachov lo vamos a nominar y así fue.
Belsasso: El día más feliz de su vida, ¿cuál ha sido?
Arias: Pienso que uno de los días más felices fue cuando firmamos el plan de paz los cinco presidentes en la ciudad de Guatemala. El mundo no lo esperaba, las diferencias entre Napoleón Duarte y Daniel Ortega, eran tan grandes que nadie vaticinaba que íbamos a llegar a un consenso. Yo les había dicho, porque en una biografía de Roosevelt, había leído que cuando tenían un problema dos ministros, él los encerraba y les decía: ’No los dejo salir hasta que lleguen a un acuerdo’, les dije a mis colegas centro-americanos: los voy a encerrar y de aquí no salimos hasta que lleguemos a un acuerdo.
Belsasso: ¿Cuánto tiempo se tardaron en salir?
Arias: Fueron horas de mucha discusión, estábamos los cinco presidentes solos, no había cancilleres, teníamos que ceder, nosotros; teníamos que ser flexibles, saber transigir; porque teníamos el destino de 40 millones de centroamericanos en nuestras manos. Yo apelé a esa responsabilidad y les dije: ’Si fracasamos, si no llegamos a un acuerdo, la guerra continua, y ya han muerto suficientes hermanos centroamericanos, es hora de que firmemos un plan de paz para comenzar a negociar ceses de fuego. Creo que toqué la conciencia, la responsabilidad, el corazón de cada uno de ellos como para no salir de ese cuarto sin haber llegado a ese acuerdo.
Belsasso: Y esa determinación de decir, se quedan, porque si no, no lo hubieran logrado y qué maravilla poder consensuar de esa manera.
Arias: Pues, sí, es más fácil hacer la guerra que hacer la paz.
Belsasso: Sin duda.
Arias: En una negociación uno no consigue lo que quiere, sino lo que puede y por eso es que hay que llegar preparado anímicamente a ceder, no con la arrogancia de creer que cada uno de nosotros tenía la verdad, no, hubo que hacer concesiones y fue porque hicimos eso, y yo exigía que hubiera concesiones para avanzar en la negociación, que finalmente logramos el acuerdo.
Belsasso: Y como han dicho los manejadores de crisis más importantes del mundo, en ninguna negociación se gana todo o se pierde todo, simplemente hay que llegar a acuerdos. Y, ¿el día más triste de su vida?
Arias: El día que perdí a mis padres.
Belsasso: Compléteme esta frase, el doctor Oscar Arias es…
Arias: Un hombre de paz, que lucha por la paz en el mundo y que cree que, muchos de los conflictos que existen en el mundo se pueden terminar al lado de una mesa y no en los campos de batalla, como lamentablemente ha sucedido en los últimos años en Irak y en Afganistán, y hoy en Siria. La verdad es que el acudir al uso de la fuerza militar tiene que ser el último recurso, antes tenemos que intentar con la diplomacia terminar con los conflictos en el mundo de hoy. Por eso es que creo que es, quizás, no ejemplo de valentía sino de cobardía, comenzar a disparar sin antes intentar una negociación para terminar con los conflictos militares en el mundo de hoy.