“En Cuba hace casi 60 años que no votan los cubanos, aquí voto, aquí siento que participo”: Un Café Con Rubén Cortés
El director de La Razón, Rubén Cortés, se vale de su relación familiar, en especial con su padre para abordar los cambios que La Revolución cubana introdujo en la sociedad. A través de texto cargado de sentimientos y anécdotas cuenta desde cómo el Estado cubano pena a quienes matan una vaca hasta un “informe en el que yo paso revista a una Cuba que ya se fue, una Cuba que no existe, , una Cuba de principios de la Revolución”.
En entrevista, el periodista revela qué lo motivó a escribir estas páginas y comparte la melancolía de haber perdido a sus padres.
Bibiana Belsasso: El día de hoy me da muchísimo gusto hacer esta entrevista muy personal con un periodista que admiro y que además quiero mucho, que es mi amigo Rubén Cortes. ¡Qué gusto Rubén!
Rubén Cortés: ¿Cómo estás Bibiana? ¿Cómo te trata la vida?
Belsasso: A mí muy bien y ¿a ti? Aquí en este departamento, lleno de cuadros, de obras de arte, qué mejor manera de conocerte en lo personal que a través de este nuevo libro Un bolero para Arnaldo.
Cortés: Un bolero para Arnaldo, ¿ya lo leíste, verdad?
Belsasso: Ya lo leí, completito.
Cortés: Ah, muy bien, pues sí, es Un bolero para Arnaldo. Arnaldo era mi padre, un bolero es una música muy cubana, bueno, mexicana-cubana, como la quieras ver y nace de algo muy íntimo entre mi padre y yo.
Había una telenovela en Cuba –acuérdate que Cuba es un pueblo muy telenovelero–. En Cuba surge la telenovela, la primera telenovela de la historia es El Derecho de Nacer, aquí la conocemos mucho, es la de Albertico Limonta, entonces la escribe Félix B. Caignet, un cubano, y en Cuba es donde primero hay televisión en América Latina, televisión en blanco y negro, televisión en colores, y primero es radionovela y después telenovela.
Y, bueno, es la primera telenovela de la historia y eso hace que los cubanos seamos muy telenoveleros y veíamos una telenovela en Cuba, mi papá y yo, que se llamaba Un bolero para Eduardo. Era un personaje que nos encantaba, porque era surrealista en aquella Cuba, era un tipo que vivía solo en un departamento, tenía coche. No se supo nunca en la telenovela de qué vivía el tipo, ni nada, pero tenía coche, y decíamos: oye, ¡qué bueno ser como él, ¿no?!
Entonces, mi papá pues ya no podía ser como Eduardo y yo todavía era muy joven y decía: un día yo quiero ser como Eduardo, ¿no?
Belsasso: Pero, además de todo, esta novela es una manera en la que tú estás con tu padre y empiezan a platicar y empiezan a estar y los días que tú no podías ver la novela, tu papá te la contaba… me imagino que debe de haber sido tan buen narrador como tú.
Cortés: Claro, él me la contaba, al extremo que a mí me gustaba ya, yo la dejaba de ver y él me la contaba todos los días, entonces, sí, por ahí viene el título.
El libro también es un ajuste de cuentas, es un pase de lista. Yo creo que todos, en algún momento de nuestra vida, Bibiana, hacemos un informe, un checklist, un pase de lista, como le quieras llamar. Ahora le llaman en la literatura, autoficción, que es lo mismo que hacía Truman Capote con A sangre fría y todo, y le decían entonces, literatura de no ficción… las etiquetas para el negocio.
Pero, es un informe en el que yo paso revista a una Cuba que ya se fue, una Cuba que no existe, de ninguna manera existe, una Cuba de principios de la Revolución, en la que está caballada en dos sistemas: el sistema que se fue, el sistema capitalista, el sistema democrático, el sistema republicano; con el sistema que nace del sistema autoritario, el sistema dictatorial, el sistema clientelar, y un sistema, que bueno, será otro momento para analizarlo con sus pros y sus contras.
Entonces el libro narra esto, cómo los padres de esta familia, bueno, mi padre –un padre de cuatro hijos, tres hembras y yo– cómo defienden los valores morales anteriores a la Revolución. Los valores, pues, conservadores, que defendían una moralidad que la Revolución se encargó de cambiar.
Belsasso: quiero platicar de los primeros años, de lo que fueron tus primeros años en Cuba.
Hay una parte de libro que a mí la verdad me llega muchísimo porque dices: el régimen acabó con todo, tenía hasta un perro que era mi mascota, que me acompañaba a jugar pelota y el régimen lo envenenó con vidrios y yo me quedé con un pedacito de colita del perro, porque era mi adoración.
Cortés: Acá la tengo en el estudio, ¿eh?, tengo la cola del perro ahí.
Belsasso: Pero, ¿de veras, cómo fue ese momento de vivir en un régimen acabó con todo lo tuyo?
Cortés: Bueno, en Cuba ha habido cuatro revoluciones muy fuertes, cuando en otros países ha habido una, si acaso, o no ha habido. En Cuba ha habido cuatro en un lapso muy pequeño, históricamente, de 150 años y cada cual, más radical: la Revolución de 1868, la de 1895, 1930 y 1959, que es la que se convirtió en el sistema comunista actual y es la más radical de todas.
Bueno, entonces, la Revolución cambió, cambió un país por completo y había muchos perros callejeros en Cuba. Los perros transmiten enfermedades, pues la mejor manera de que no transmitan enfermedades es matándolos. Hay un dicho que dice: Muerto el perro se acabó la rabia.
Entonces había grandes campañas cíclicas, campañas –hay todavía– para matar a los perros callejeros para que no transmitieran enfermedades, pero finalmente eran tus perros. Finalmente era una época muy rural, todavía, en Cuba; en la que el perro, era un perro callejero, pero era tuyo, un perro que andaba en la calle, pero que iba a dormir a tu casa. Era tu perro, pero andaba libre.
Entonces se comió esas postas (eran unas postas de vidrio molido) y era horrible porque veías a tu perro cómo se inflaba, se inflaba como un globo y se moría. Belsasso: Hay momentos muy duros que marcas, por ejemplo, tú padre que era ganadero en Cuba.
Cortés: Bueno, tenía una vaca. Acuérdate que las vacas no son propiedad de nadie en Cuba.
Belsasso: Pero, el día que se te muere la vaca tienes que regresarla al Estado.
Cortés: Claro, porque las vacas no son propiedad de nadie, digamos que el Estado te la usufructúa, tú tienes una vaca, pero el Estado es dueño de todas las vacas, de todos los caballos en Cuba y entonces, tú lo que haces es que aprovechas la leche. El Estado te deja que aproveches la leche, pero la vaca es del gobierno, tienes que inscribirla. Hay una inscripción de nacimiento de la vaca y una del ternero.
Cuando a ti se te muere la vaca, tienes que ir a informar que se te murió la vaca y demostrar que está ahí. Entonces, mi papá, ¡ojalá que hubiese sido ganadero!, no, tenía una vaca, siempre tuvimos una vaca en la casa, a lo sumo, dos.
Y así era, cuento en el libro, cómo es en Cuba, incluso matar una vaca. A una vaca la matas tú solo y es cárcel normal, diez años, quince; pero la matas con otro y es banda organizada y son treinta años de cárcel.
Belsasso: Sí, porque te estás robando la carne del Estado.
Cortés: Claro, es del Estado.
El libro lo cuenta. La Revolución es muy radical, la Revolución, incluso, le quita de facto la patria potestad a los padres de los hijos, de facto, no por ley. Sí, de facto, porque cuando el niño tiene cinco, seis años ya se va a un internado.
Belsasso: En esta parte del libro, tú empiezas a explicar que esto genera ―que los niños se vayan a los internados― en parte, una promiscuidad y se pierden muchos valores que antes existían en Cuba.
Cortés: Claro, que son los valores que los padres de esta familia defienden, son los valores anteriores a la Revolución, que eran valores como que la niña se debía casar en su momento, que las relaciones amorosas debían tener una edad normal para ello, tenías que tener un novio primero en tu casa, llevabas al novio con permiso… Eso se perdió, la Revolución lo quita, ¿por qué?, porque cuando el niño va creciendo, a los cinco, seis años ya pasa a un internado.
Entonces, tú, como padre, pierdes de vista a tu hijo, porque lo ves una vez a la semana, lo ves el sábado. Ese día llega a la casa, deja sus cosas y se va con los amigos en la noche a una fiesta o algo, entonces pierdes el contacto con tus hijos. La estructura familiar se quiebra y estos hijos, hasta los 18 años, que terminan la prepa, después van para la Universidad.
Belsasso: Pero, ¿en qué momento se le ocurrió a Castro hacer esto?, ¡porque es el Estado robándote hasta tus propios hijos!
Cortés: Claro.
¿Qué pasa?, ¿qué provocó esto?, que entonces en Cuba, ahora, no hay, Bibiana, nada que una a los cubanos, solamente lo único que une a los cubanos es a la fuerza, es el sistema, es el Partido Comunista, el partido único, porque no hay una Iglesia que una a los cubanos, la Iglesia es tolerada y…ahora. Pero la Iglesia es una institución, que, bueno, en América Latina siempre ha unido a los ciudadanos, ¿no?
La Virgen de Guadalupe nos une aquí a nosotros, o sea, hay muchas cosas que nos unen… la comida. En Cuba no hay nada que una a los cubanos y la familia siempre es el núcleo esencial de una sociedad.
Belsasso: Incluso lo que tú decías, a ver si nos explicas, para la gente que nos está viendo, es que hasta antes de la Revolución tú podías ver los rasgos de las familias y eran muy parecidos y que con tanto mestizaje se acabaron perdiendo.
Cortés: Ah, claro, no soy antropólogo, pero finalmente como periodista soy un observador de la realidad, de la sociedad, y Cuba, pues tiene eso. Cuba era un país que altamente aceptaba migrantes, era un país de inmigrantes, mejor dicho, por eso la composición racial de los cubanos es tan diversa.
Cuba es una isla muy mestiza, ¿por qué?, porque a partir de que Cuba se convierte en la azucarera del mundo, después de que lo dejó de ser Haití, después de la Revolución Negra haitiana, Cuba alcanza una prosperidad, a través del azúcar, inconmensurable.
Cuba fue uno de los países más prósperos del mundo y, entonces, vienen las grandes legiones de inmigrantes judíos, árabes, yucatecos, y los esclavos africanos, una mezcla de razas hasta el año 59.
En el año 59, Cuba se empieza a convertir en un país emisor de emigrantes, al extremo de que viven tres millones de cubanos fuera. Entonces, la mezcla en Cuba, ya es una mezcla entre los cubanos, finalmente los rasgos raciales de aquella época, de nosotros, nietos, hijos de españoles, teníamos unos rasgos característicos… ahora hay otros rasgos raciales.
Cuba sigue siendo muy mestiza, y esa es la riqueza de Cuba, ¿no?, la música, la cultura; pero, la pigmentación, digamos, de la piel, los rasgos han cambiado mucho en estos 60 años, porque además vienen de este tipo de promiscuidad en estas escuelas, en las que no hay control ninguno, incluso la prensa oficial se ha quejado, le llaman emulaciones eróticas, digamos, al sexo en grupo, es una libertad, no hay padres, no hay maestros, lo mismos maestros tienen casi la misma edad que los estudiantes y pues, se ha provocado que haya una nueva raza cubana.
Antes, los cubanos en el mundo eran estas imágenes que salen en las cajas de tabacos Romeo y Julieta, un tipo rubio; un tipo, quizás, mulato como Cecilia Valdés, el personaje emblemático de la literatura cubana, y ahora es otro tipo de cubano. Digo, sin ser antropólogo, pues, le paso un ojo a esa parte de la realidad cubana actual.
Belsasso: A ver, para cerrar esta parte en Cuba, falleció tu madre cuando eras muy chico, ¿no?
Cortés: Sí, bueno, para los estándares de vida actuales, sí, porque mi madre muere con apenas 59 años, yo tenía… tengo 51, ¿cuántos tenía yo en el 98?…bueno, tenía yo, ¿qué?, pocos comparados con ahora, y viene un rollo freudiano también ahí, porque cuando muere tu madre, inevitablemente, sientes que se corta un cordón umbilical entre tú y ella. Yo además, lo cuento en el libro, soy muy cercano a mis padres, a mis hermanas. Somos una familia muy, muy funcional, yo creo que muy aburrida de tan funcional que somos.
Entonces, se corta un cordón umbilical y yo me siento muy solo. Ya yo vivía en México y todo, pero me empiezo a sentir muy solo, por suerte, encontré una mujer ideal para casarme, me casé en seguida.
Belsasso: ¿La mamá de Santino?
Cortés: La mamá de Santino. Yo creo que, incluso, por eso digo que es un rollo freudiano, porque uno empieza a buscar la terneza que tenías con tu madre en otra mujer, claro, te gusta y todo, pero, yo creo, no soy freudiano, pero sí creo que tuvo la razón Freud en esos siete años de su vida que pasó estudiando esto. Después muere mi padre, años después, en el 2012, una diferencia de 15 años y cuando muere mi padre viene otro rollo freudiano.
Belsasso: Pero, tu padre nunca tiene una pareja en esos años, ¡tus hermanas le espantaron a todas, Rubén!
Cortés: No, no, no… no hay mujeres más machistas que las cubanas, hicieron un perímetro de seguridad ahí.
Belsasso: Claro, mira que suerte que hoy vivan en Miami, porque si no Rubén no podría salir con nadie aquí, o ¿qué?
Cortés: Tuviera a mis hermanas cuidándome, ahí, ¿no? (Risa).
Entonces, sí, cuando muere el viejo me siento abandonado, me siento abandonado porque viene otra vez este asunto freudiano de que muere la civilización del padre y entonces tú ya estás por tu cuenta.
Belsasso: Y en ese rollo, muere tu padre, sacas a tus hermanas de Cuba.
Cortés: Claro, es lo mismo, hay una cadena, yo digo que un llamado de los genes, en la que ellas también se empiezan a sentir solas en la Isla, dicen: ¿aquí, qué hacemos? ¡Y se van!
Belsasso: Por supuesto.
Hay algo en el libro que me llamó muchísimo la atención, he de confesar que al principio me costó trabajo leerlo, porque está muy cubano. Cortés: Está en cubano el libro, al principio.
Belsasso: Pero, si empiezas a leer todo el libro, al final ya te vas de volada y es muy fácil y yo creo, no sé si lo hiciste consciente, o no, pero es una forma de hacer la transición de cómo empezaste en un mundo muy humilde, te labraste a base de mucho trabajo en Cuba, hablabas muy cubano y hoy acabas siendo un hombre muy exitoso, director de un diario importante en México, y tu lenguaje, tu manera de escribir, tu manera de transmitir, es completamente diferente.
Cortés: No hay mejor ficción, se ha dicho mucho, que no hay mejor ficción que la realidad. A esto que yo escribo le llaman autoficción, es una manera de escribir autorreferencial. Si tú escribes sobre la realidad, pues, ella misma va haciendo todo esto que tú viste en el libro, bueno, es inconsciente, pero lo va haciendo de una manera natural.
Yo he evolucionado, yo digo que es evolucionar, me he convertido en más ceremonioso que efusivo, que es ser más mexicano que cubano, ¿no? La patria es la colita del perro que tengo guardada.
Belsasso: ¿Hoy te sietes más mexicano que cubano?
Cortés: Sí, yo soy mexicano, yo me siento más mexicano que cubano, me gusta ser mexicano, me gusta la manera de ser de nosotros los mexicanos, me gusta nuestra corrección, me gusta nuestra…somos comedidos, somos cuidadosos, somos ceremoniosos, me gusta, me gusta.
Y, yo escogí México, la verdad que yo como cubano de los tres millones de compatriotas que viven en Estados Unidos, pues, yo podría haber hecho una carrera, es más fácil hacer una carrera en Estados Unidos que en México, para mí, como periodista.
Belsasso: Sí, por supuesto, para los cubanos en Estados Unidos es más fácil, aquí, en México, es mucho más complicado. Empiezas de redactor, ¿cómo haces esta escalada?
Cortés: Sí, yo era corresponsal de prensa latina en México, vengo me enamoro de México, fui corresponsal en otros lugares de América Latina, me enamoro de México como de una mujer y digo como Onassis con Jackie Kennedy, digo: ésta es mi última nave y aquí me quedo.
Yo escogí México para vivir, me enamoré de México, de sus cuatro estaciones,de lo marcadas que son las estaciones en México –el otoño mexicano, dorado, así a las seis de la tarde que entra la luz por la ventana– ese tipo de cosas. Me enamoré de México y me enamoré de la manera de ser de los mexicanos, por eso me hice mexicano, es muy difícil, a mí, si no me oyes hablar, (a veces que se me va el acento cubano) pero si me ves escribir nada más, pues, yo soy muy mexicano.
Cuando me hicieron el examen, éste que hacen para naturalizarte, la chica de la Secretaría de Relaciones Exteriores, me dijo: ya, ya, me da pena que sepas más de México que yo. O sea, uno tiene que predicar con el ejemplo, no hay mejor manera de predicar que con el ejemplo propio y yo me he hecho un mexicano, sé mucho de México y cada día estudio más de México.
Y sí, el libro cuenta eso, yo creo que son mis votos como mexicano, yo cuento en el libro que cuando gana Calderón en el 2006, yo digo que uno de esos 250 mil votos con los que ganó de diferencia Calderón, sobre López Obrador, uno de esos, es mío, no hay quien me lo quite de la cabeza, me siento útil en la sociedad, voto.
En Cuba hace casi 60 años que no votan los cubanos, aquí voto, aquí siento que participo, aquí me siento que aunque no gusten mis artículos, a veces a alguien en Twitter, pero yo creo que ese canal de ida y vuelta, de esa transmisión, yo creo que participo en algo en una sociedad, que colaboro, y eso me lo ha dado México. México me hizo una mejor persona.
Belsasso: Con éste, con Un bolero para Arnaldo, entierras a tu padre, entierras a Arnaldo y entierras a Cuba.
Cortés: Sí, yo digo que cierro un ciclo, es eso, cierro un ciclo, abro otro, no sé qué va a pasar con este otro ciclo, pero, sí, no tengo añoranza de Cuba, no tengo nostalgia de Cuba, yo digo que toda la Cuba que quiero, ya la tuve y la que quiero, pues, además, tengo un poquito conmigo, ¿no?, ésa es la que necesito, no tengo esa…como comida cubana, no, no; mi cubanía está en otro lugar, yo creo que está muy adentro, en un lugar inaccesible dentro de mí, y lo que está conmigo, lo que va conmigo a donde quiera que voy, yo soy mexicano.
Belsasso: A ver, Rubén Cortes, preguntas cortas, respuestas cortas. ¿Tu libro favorito?
Cortés: Mi libro favorito es, se conoció mucho hace un tiempo, es este de Sándor Márai, El último encuentro, me gusta mucho.
Belsasso: Hay una obra de teatro que montó, hace poco, el maestro Quintanilla.
Cortés: Claro, ¿ah, el maestro Quintanilla la montó? El último encuentro y es un libro reciente, un libro que leí hace, ¿qué?, en el 2006, lo leí y es un libro muy bonito, un libro que bien con todas estas historias de las personas que se van de casa, ¿no? Porque Sándor Márai, también se va de casa, huye del comunismo húngaro y bueno, muere en San Diego, se suicida dos o tres días antes de que caiga el comunismo en Hungría.
Belsasso: Y se suicida sin saber que iba a llegar al éxito, por eso nunca hay que suicidarnos, capaz que cuando muramos, ya al día siguiente alcanzamos en el éxito. (Risa)
Cortés: Claro, sí. Huye de Hungría por el comunismo y se suicida tres días antes de que caiga el comunismo. Un libro que me gusta mucho de dos amigos que se encuentran después de 42 años, hacen un ajuste de cuentas, yo creo que los emigrados siempre tratamos de hacer ajustes de cuentas, ¿no?
Belsasso: ¡Por una mujer!
Cortés: Claro. Es mi libro favorito, mi libro mexicano favorito es Batallas en el desierto de José Emilio Pacheco, vivía aquí en frente, pero mi libro favorito es El último encuentro.
Belsasso: ¿La música?
Cortés: Música cubana, me gusta la música cubana, me gusta el son cubano, no lo bailo, soy un cubano atípico, no tengo ritmo para bailar, pero me gusta el son cubano.
Belsasso: ¿La comida?
Cortés: Me gustan mucho los chicharrones en salsa verde, es mi comida favorita.
Belsasso: ¿El día más triste en la vida de Rubén Cortes?
Cortés: Mira, el día más triste en la vida fue un día que vi a mi hermana de en medio, Coqui, bañando a mi mamá, en los últimos días de su vida, mi mamá, yo acababa de llegar de México y la estaban bañando en la casa, allá en Cuba, había dos baños, uno delante y uno más atrás y la estaba bañando en el baño de adelante, bueno, nos hemos criado en Cuba, siempre de una manera…la familia fue muy…no había intimidad ni secretos en la familia, todavía nos vemos y nos bañamos juntos mis hermanas y yo, todos, los sobrinos, los hijos, todos, y vi a mi hermana bañando a mi mamá en los últimos días que el cáncer la devoraba y era tan delgadita, flaquita, era una vela apagándose, ¿no? Ese es el día más triste de mi vida.
Belsasso: ¿El día más feliz de tu vida?
Cortés: Y el día más feliz de mi vida, cuando nació Santino, cuando lo vi nacer, aquí te dejan, en Cuba, no, no puedes ver cómo nace tu hijo, aquí sí, y vi cuando nació, me sentí feliz porque tú nunca terminas de ser una persona completa hasta que no te ves en los ojos de un hijo tuyo y ese fue el día más feliz de mi vida.
Belsasso: Rubén, complétame esta frase, Rubén Cortes es…
Cortés: Trabajador, yo soy trabajador.
Belsasso: Muchas gracias
Cortés: Gracias a ti, Bibiana.