El Señor de los Túneles
Amado Carrillo, uno de los narcotraficantes más importantes de los noventa, era conocido como El Señor de los Cielos porque contaba con toda una flotilla de aviones para el trasiego de la droga. En ese entonces tenía un joven colaborador, el hoy prófugo Joaquín Guzmán Loera, quien se inició en el mundo delictivo vendiendo autopartes robadas.
Al igual que su mentor, hoy a El Chapo se le podría conocer como El Señor de los Túneles. Tan sólo la DEA informa que tiene conocimiento de más de 90 conductos que han sido utilizados para el trasiego de la droga a Estados Unidos por parte del Cártel de Sinaloa. Las autoridades estiman que por cada túnel que se descubre hay otros dos en construcción.
En los primeros años de su carrera, antes de su detención de 1993, y obviamente de su fuga en el 2001 de Puente Grande, El Chapo fue quien impulsó hacer túneles para cruzar la frontera de México a Estados Unidos para el trasiego de la droga, gente y armas.
Hace 25 años contrató al arquitecto Felipe de Jesús Corona Verbera para que le hiciera un túnel donde al frente tenían un supermercado en Guadalajara como pantalla y, en la parte de atrás, un zoológico. Al ver el resultado, Guzmán Loera le comisionó al arquitecto construir un túnel de una casa en Agua Prieta, Sonora, del lado mexicano, a una bodega en Douglas, Arizona, del otro lado de la frontera, para el trasiego de la droga.
Felipe de Jesús Corona fue detenido, pero unos ingenieros fueron contratados y han perfeccionado la construcción de túneles clandestinos. Para hacerlos se necesita gente preparada. Esto va desde la mecánica de los suelos, nociones de minería, sistemas de extracción de aire e iluminación, entre otras cosas. Pero además las nuevas tecnologías permiten saber vía geolocalizadores la ubicación exacta de salida de los conductos, lo cual es fundamental para este tipo de escape.
Siempre se ha sabido que este grupo delictivo ha utilizado túneles y además lo han confesado colaboradores cercanos. Cuando se llevó a cabo la recaptura de Guzmán Loera, en febrero del 2014, se detuvo a varios de sus más cercanos colaboradores. Según un artículo publicado en la revista The New Yorker, poco antes de la aprehensión de El Chapo, fue capturado un sicario en una carretera cerca de Culiacán. Le incautaron el teléfono y lo mandaron a analizar. Con esta información la Marina y la DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos, empezaron a realizar un mapeo de las llamadas y contactos de ese celular. El detenido, Mario Hidalgo Argüello, resultó ser El Nariz, hombre de toda la confianza de El Chapo, y su asistente personal.
Al ser detenido El Nariz, declaró que El Chapo dormía en distintas casas de Culiacán, de una de las cuales se fugaría por penúltima vez antes de su escape triunfal del pasado sábado del penal de El Altiplano. Los túneles, decía, eran de alta tecnología.
Estamos hablando de que estos conductos se construyen desde hace muchos años y se han realizado decenas. Es inconcebible que no se haya puesto especial atención a este tema. Después de la segunda fuga de un penal de máxima seguridad, la recaptura de El Chapo es prácticamente imposible.
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