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El refrito de un absurdo

¿Se acuerda usted de ese proyecto que se dio a conocer a finales de los 90 de instalar ventiladores, turbinas gigantes, en los cerros para mitigar la contaminación en la Ciudad de México?. 

 La propuesta original la hizo Heberto Castillo, quien planteó ante el Senado de la República la posibilidad de construir un sistema de ventiladores gigantescos en las partes altas de la urbe, para hacer circular el aire en el Valle de México y, con esto, ayudar a disminuir el problema ambiental de la zona.

Pese al prestigio con el que contaba Castillo, la propuesta de los ventiladores gigantes resultó bastante polémica; la sola idea resultaba descabellada para algunos, incluso después de que la Universidad de Pensilvania aceptara que el proyecto era viable.

Poco después, Alejandro Encinas quien en entonces era el secretario de Medio Ambiente capitalino en la administración de Cuauhtémoc Cárdenas, intentó retomar la propuesta.

Y aunque el proyecto planteaba que no le costarían al erario, pues iban a ser finsnciados por una empresa privada, poco tiempo después la idea se descartó cuando se comprobó que sería necesario quemar petróleo para conseguir que los ventiladores funcionaran, lo que haría que el ambiente se contaminara incluso más.

Y ahora, en el marco de la disputa por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, estos días pasados se volvió a conocer la propuesta de la utilización de superventiladores de alta potencia con servomecanismos con el objetivo de mitigar los periodos de contingencia ambiental en la capital mexicana.

La propuesta fue realizada por Víctor Hugo Gutiérrez Yáñez, quien busca llegar a la Asamblea Legislativa por Morena, y acompaña la política promovida por Claudia Sheinbaum, candidata a la jefatura de la CDMX por el mismo partido.

De acuerdo con datos dados a conocer por el propio Gutiérrez Yáñez, quien antes ya había militado en Movimiento Ciudadano y el PAN, el proyecto alcanzaría un costo aproximado de 800 millones de pesos y según sus palabras: “esto incluye la instalación de 40 a 50 nodos, dependiendo del estudio previo, y cada nodo cuenta con cuatro turbinas con aspas de 30 metros de diámetro cada una”.

El proyecto intentaría que con los denominados superventiladores se permitiera el cese de la trayectoria del leve viento que se genera durante las épocas de contingencia y, con el aire que produzcan, dispersar los contaminantes que se concentran.

Las turbinas serían movibles con la intención de que puedan generar aire en tres fases de manera automatizada. Tendrían una altura de 10 metros y serían colocadas cada 50 metros cuadrados por zona. El aire que se genere correría de abajo hacia arriba, lo que ayudaría a diseminar la contaminación.

Gutiérrez Yáñez asegura que  su propuesta se está trabajando con un grupo de expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y negó que sea un “refrito” de la lanzada en el pasado por el ingeniero Heberto Castillo.

Explicó que el proyecto de  Castillo era instalar ventiladores gigantes en las cimas de los cerros que rodean la ciudad. “Esto que se está proponiendo es totalmente innovador y, hasta hoy, no existe en ninguna otra parte del mundo”.

Hay obras en las que efectivamente han funcionado los ventiladores para combatir la contaminación, como por ejemplo en el Desnivel Mixcoac-Insurgentes, el cual cuenta con un sistema de detección y extracción de emisiones contaminantes. Pero es un túnel, no todo el Valle de México.

¿De qué tamaño tendría que ser un ventilador o turbina y de qué potencia para poder mover el aire de todo el Valle de México? ¿Cuánta electricidad o energéticos requerirían esos ventiladores? ¿Esos energéticos no contaminan?

¿Podría ser que la propuesta de Gutiérrez Yáñez no exista en ninguna otra parte del mundo, como el mismo dice, al asegurar que es un proyecto innovador, porque no es viable?

En fin, son campañas y propuestas escucharemos de todo tipo.

Un problema no resuelto

Activistas de Greenpeace se manifestaron el pasado martes frente a las oficinas de la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) para exigir respuesta a la demanda que presentó un grupo de cinco niños y una niña para que las normas de calidad del aire se ajusten a estándares más estrictos como los que propone la Organización Mundial de la Salud.

Con el mensaje “Cofepris juega con el aire que respiro”, la organización acompañó a los niños demandantes que el 1 de noviembre hicieron una primera petición a la institución, pero al no obtener respuesta, iniciaron una demanda de amparo por violaciones a sus derechos a la vida, a la salud y a un medio ambiente sano.

 

“La crisis de calidad del aire en México nos afecta a todos y todas, pero la niñez es uno de los grupos de población más vulnerables, ya que al tener pulmones más pequeños y respirar más  rápido, su exposición a los contaminantes es mayor y, al estar en plena fase de desarrollo, se incrementa el riesgo de que padezca enfermedades asociadas a la contaminación atmosférica, tales como de vías respiratorias, asma o cáncer a corto y largo plazos”, señaló Paloma Neumann.

La Ciudad de México es la entidad que presenta un mayor impacto en la calidad del aire, a pesar de que se ha implementado el Programa de Acción Climática, en 2017 se emitieron 12 contingencias ambientales. Con ese plan se busca realizar acciones para disminuir los riesgos ambientales y sociales derivados del cambio climático.