El pánico nos invade
¿Recuerda usted cómo se sentía al llegar a un aeropuerto antes del 2001? Estoy segura de que me va a responder que mucho más sereno. Hoy después de los atentados en París cualquiera se siente vulnerable, no sólo en los aeropuertos y al volar en avión, sino en cualquier sitio de esparcimiento en muchas partes de Europa y Estados Unidos. Aunque el objetivo inmediato del terrorismo sean la muerte de personas y la destrucción de bienes materiales, el terrorismo por su naturaleza está dirigido a conseguir efectos psicológicos de largo alcance. Y estos hechos sin duda han logrado su propósito.
No había pasado ni una semana de los ataques terroristas en Francia cuando, el martes por la noche, dos aviones de Air France que viajaban desde Estados Unidos a París fueron desviados y aterrizaron de emergencia debido a amenazas de bomba recibidas.
El vuelo 55 había partido del aeropuerto Dulles de Washington y el 65 de Los Ángeles. Ambos salieron casi al mismo tiempo con destino al aeropuerto Charles de Gaulle, de París, y tras el despegue llegó la amenaza de bomba desde tierra.
El vuelo 55 fue desviado a Halifax, Canadá, y el 65 a Salt Lake City, Utah. Los pasajeros fueron desalojados y llevados a las terminales aéreas.
Las autoridades norteamericanas y la Policía Montada de Canadá realizaron las investigaciones correspondientes, pero no encontraron evidencias de explosivos en ninguna de las aeronaves.
Los pasajeros del vuelo 65 abordaron nuevamente su nave aproximadamente a las 23:30 horas y los del 55 pasaron la noche en territorio canadiense. No se sabe si la misma persona fue quien realizó las dos llamadas.
En los últimos años las amenazas de bomba en distintos sitios se han convertido en una práctica común.
Tan sólo en enero pasado, según informó el FBI a la cadena de televisión CNN, se recibieron 50 llamadas para alertar que había bombas en los aviones. Todas las amenazas se deben tomar en serio, así que muchos de estos vuelos fueron retrasados, cancelados o cambiados de ruta.
Para quienes buscan causar pánico, hacer una llamada no representa ninguna pérdida económica; sin embargo para las líneas aéreas, los aeropuertos y las instancias de seguridad constituye una derrama de dinero muy importante. Pero además generan terror en cientos de personas, que quizá es el principal objetivo de quien produce las falsas alarmas.
México no ha estado exento de recibir estas llamadas. En mayo de este año una alerta por amenaza de bomba en el vuelo 7416 de Air Berlin activó los protocolos de seguridad en el aeropuerto internacional de Cancún. El avión procedente de Alemania con rumbo a la ciudad de Nueva York hizo escala en este destino para una inspección. En marzo de 2012 ocurrió una situación similar, pero en esa ocasión se trató de una aeronave de American Airlines que había salido de Dallas, Texas.
El 15 de septiembre de este año se dio otra falsa alerta de que había una bomba en el vuelo 708 de Aeroméxico, que saldría esa noche del aeropuerto internacional de la Ciudad de México con destino a Bogotá, Colombia. El despegue fue retrasado para que elementos de la Policía Federal (PF) revisaran la unidad; cuando se determinó que había sido una falsa alarma, pudo partir.
En una situación de este tipo, en México interviene el Centro de Operaciones de Emergencia (COE), integrado por los elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), de la Secretaría de Marina (Semar), de la Policía Federal y del Centro de Investigación en Seguridad Nacional (Cisen), así como de la Procuraduría de Justicia del Estado y de la Dirección General de Aeronáutica Civil.
Lo que sucede es que es muy complejo detener a quien efectúe este tipo de llamada. La pueden hacer de cualquier parte del mundo. ¡Imagínese usted que la llamada, o un mensaje que se envió por las redes sociales, se hizo desde Siria o algún otro país lejano! Darle seguimiento es complicado además de que toma tiempo; ya ante una amenaza de bomba, no se puede esperar.
Habrá que analizar las medidas a tomar para detectar estos mensajes, porque hasta ahora los terroristas están logrando su objetivo: causar terror en muchísimas personas y pérdidas económicas a las empresas y los gobiernos.
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