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El nuevo padre Maciel

El sacerdote Gerardo Silvestre, quien abusó de más de 100 niños en Oaxaca, fue sentenciado a 16 años de cárcel y al pago de 46 mil 169 pesos de multa, de 8 mil 800 pesos de daño y de 25 mil pesos para resarcir el daño moral.

 

A pesar de que muchas otras víctimas por miedo a las represalias no se habían atrevido a denunciarlo, algunas familias lo hicieron y finalmente fue perseguido por la justicia.

En un principio la Iglesia local intentó defenderlo y por eso fue trasladado a siete diócesis distintas y en una fue nombrado incluso decano. En todas siguió cometiendo abusos.

Estamos hablando de niños indígenas de escasos recursos en su mayoría. Pero además en comunidades donde el tema religioso es muy delicado porque al denunciar a un sacerdote los padres de familia sienten que están traicionando su fe.

Silvestre daba bebidas embriagantes a los menores de edad para después abusar de ellos. No los violaba una sola vez, los abusos eran sistemáticos y de ahí venían las amenazas para que los pequeños no abrieran la boca.

La realidad es que ninguna cantidad logra resarcir el daño que un pederasta pueda causar a un niño, pero sí reconforta el hecho de que este sujeto ya esté en prisión, resultan poquísimos los sacerdotes que son sentenciados por la vía judicial en el mundo.

Silvestre ha sido tan cruel como lo fue el padre Maciel, quien nunca recibió sentencia judicial.

En el caso de Maciel lo más grave es que el entonces Papa Juan Pablo II conocía las acusaciones y aun así le realizó un homenaje: una misa de acción de gracias a la que asistieron unas 4 mil personas a la Basílica de San Paolo Fuori le Mura.

Joseph Ratzinger no acudió a los festejos de Maciel, y dos días después abrió el caso en su contra. Un mes más tarde, en enero del 2005, y ya muy enfermo Juan Pablo II, Marcial Maciel dejó de dirigir a los Legionarios de Cristo con 64 años de edad. Un cargo que debió haber sido vitalicio.

Pero fue luego de que falleciera Juan Pablo II que Maciel Degollado fue “invitado” a “retirarse a una vida de oración y penitencia”. Nunca recibió sentencia judicial por las violaciones que cometió.

Otro caso famoso fue el de Josef Wesolowski, exnuncio del Vaticano en República Dominicana, quien fue acusado de abusar de menores y pagar por tener sexo con ellos durante su estancia en ese país del 2008 al 2013.

El nuncio fue destituido de su cargo para que iniciara la investigación. Se le quitaron todos los privilegios que tenía como sacerdote y se le redujo a estado laical. Al momento de las acusaciones, siendo nuncio, que es ser embajador del Vaticano, tenía fuero diplomático. Se le retiró.

Cuando se supo de su culpabilidad, estuvo preso en la santa sede el Vaticano, en una cárcel muy pequeña que se tiene para las personas que incurran en delitos graves. Murió sin tener sentencia.

El Papa Francisco ha dicho: “Un sacerdote que hace esto, traiciona el cuerpo del Señor, porque este sacerdote debe llevar a este niño, a esta niña, a este chico, a esta chica, hacia la santidad; y este chico y esta chica confían en él, y en lugar de llevarlos a la santidad, abusa de ellos. ¡Es gravísimo!” También ha comparado la violencia de un sacerdote a un niño o una niña con una misa negra. “Un verdadero sacrilegio.”

Lo cierto es que los procesos en contra de los religiosos pederastas se tienen que indagar y castigar por las autoridades civiles, como ha sido el caso del cura en Oaxaca.

La santa sede ha investigado 4 mil casos en el mundo y ha reconocido 400. El castigo tiene que ser en la Tierra, no en el cielo, y cada uno de estos abusadores debe pisar la cárcel.

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