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El negocio de Kate

“Yo tendré súper todo para que no vayas a tener ningún detalle, que me sentiría muy mal. Ten fe, estarás a gusto. Te cuidaré más que a mis ojos”, le escribió Joaquín El Chapo Guzmán a Kate del Castillo, a lo que ella respondió: “Me mueve demasiado que me digas que me cuidas. Jamás nadie me ha cuidado. ¡Gracias!”. Éstas fueron las palabras llenas de cariño que intercambiaron la actriz y el capo antes de su encuentro en la sierra de Cosalá, en Sinaloa.

 

Ésa, como muchas otras frases que intercambiaron Kate y El Chapo, no está en el documental que acaba de difundir Netflix sobre el encuentro de la actriz con el narcotraficante y que cuenta con intervenciones de Epigmenio Ibarra (que lo produce), y de varios analistas muy cercanos a este último y a Morena.

El tema central del documental es la queja de Kate sobre la supuesta  persecución que sufrió de parte del gobierno mexicano, algo de su vida sexual con el actor Sean Penn, al que acusa de traicionarla por haber sacado un artículo en Rolling Stone en lugar de filmar la película con la vida de El Chapo que esperaba realizar y, de paso, promocionar su tequila de nombre Honor, que aparece hasta en la sopa. 

Casi al comienzo del documental la actriz dice: “En México no se puede hablar de política ni religión”. Me imagino que en Los Ángeles no tiene tiempo de leer la prensa mexicana. Epigmenio agrega que Kate es perseguida no por reunirse e intercambiar información con el narcotraficante más buscado del mundo, sino “porque es mujer y es bonita en un país de machos”.

Kate asegura que en Televisa, donde trabajó durante años y tuvo una relación sentimental seria con alguno de sus principales ejecutivos, “sexualizan y objetivizan a las actrices”, y que por eso se tuvo que ir a Los Ángeles (como si eso no existiera también en Hollywood, o ¿habrá que recordar el caso de Harvey Weinstein?) en donde, con muchas dificultades, como ella misma dice, ha buscado integrarse.

A lo largo de todo el documental ella, Epigmenio, el inefable John Ackerman y otros, aseguran que los narcotraficantes han hecho más por el pueblo mexicano que el propio gobierno. Obvian el dato, para ellos seguramente prescindible, de que cientos de miles de personas que han sido asesinadas por el crimen organizado, comenzando por ese hombre cariñoso y tranquilo que es el coprotagonista del documental, El Chapo Guzmán.

El problema del documental no es que aborde un mensaje controvertido o radical. Lo grave es que está concebido como un instrumento de propaganda política, siguiendo la línea de la telenovela (llamarla serie es demasiado) Ingobernable, también protagonizada por Del Castillo y producida por Ibarra, en la que la esposa del presidente de México termina convertida en una suerte de guerrillera del cártel de Tepito buscando a los 43 de Iguala.

En el documental todos aseguran que El Chapo se convirtió en narcotraficante por la pobreza. Se olvidan que Guzmán Loera eligió esa vida desde casi niño, que también se dedica a eso buena parte de su familia, que no es en absoluto un Robin Hood mexicano, sino un delincuente terrible que, como cualquier otro narcotraficante poderoso, no duda en liquidar a cualquiera de sus amigos o enemigos con tal de defender sus intereses o negocios.

Es irresponsable hacerle creer a la gente que van a salir de la pobreza si se involucran en el crimen organizado.

Sanjuana Martinez asegura que reunirse con criminales genera adrenalina. No sé que le produce la adrenalina a la periodista, pero lo cierto es que una cosa es reunirse como periodista con un delincuente para buscar información, y otra muy diferente para hacer negocios. Y hacer una película es un negocio. Tan bien lo sabían Sean Penn y los dos productores que lo acompañaban, que llevaban cartas como enviados de Rolling Stone, mismas que no tuvieron el detalle de hacer extensivas a Kate, lo que ella misma reconoce que le causó los problemas legales que sufre.

Del Castillo y Penn se involucran sexualmente, no sentimentalmente, dijo Kate en la televisión estadounidense, porque “todo era un negocio”. Por cierto, él es un muy buen actor, pero también un personaje con ideas políticas muy confusas, que vive en Hollywood, admira a Hugo Chávez, Evo Morales, Fidel Castro y Nicolás  Maduro. Por eso también le fascinaba buscar a El Chapo.

Dice Kate que a ella no la siguieron porque si no hubieran detenido a El Chapo ese mismo día. En realidad, tanto Del Castillo como Penn estaban siendo vigilados desde que salieron de Los Ángeles, pero hubiera sido un despropósito realizar un operativo sin planificación cuando ellos iban a encontrarse con El Chapo. El operativo se realizó días después. Ahí resultó herido Guzmán Loera, pero se salvó porque huyó escudándose en un menor. Por cierto, en el documental Kate y otros dicen que en ese operativo hubo una matanza de niños y mujeres, lo cual es absolutamente falso.

A la actriz finalmente le preocupa la persecución que sufre del gobierno mexicano (en realidad toda la persecución se limita a tratar de averiguar si hizo o no negocios con el jefe del narcotráfico más importante del mundo), pero asombra que no le preocupen los narcotraficantes con quienes se junta, ni tampoco que éstos vayan a creer que por su culpa El Chapo se pudra en una cárcel de máxima seguridad en Nueva York por el resto de su vida. Por algo será.

 

Criminal, no héroe

En una reciente entrevista para AP, Kate del Castillo habla del estreno del documental El día que conocí al Chapo, en Netflix, una serie de tres capítulos que presenta su versión de los acontecimientos que rodearon su encuentro de 2015 con Joaquín Guzmán Loera.

 

La actriz recordó que la reunión con el líder del Cártel de Sinaloa fue con la intención de hacer una película sobre su vida. Llevó a dos productores de cine y al actor Sean Penn, quien luego escribió un artículo para la revista Rolling Stone sobre el encuentro.

Del Castillo y Penn han dado versiones contradictorias de lo ocurrido. Ella ha insinuado que cree que Penn avisó a las autoridades de la reunión, que por último llevó a la captura de Guzmán.

 

Penn advirtió a la plataforma de películas y series Netflix que “tendrá sangre en sus manos” si la difusión de la serie le causa algún daño. Asimismo, describe los esfuerzos de Del Castillo como “nada más que un relato barato estilo (un diario amarillista) hilado por una persona fantasiosa, cuya sed de fama es tan chabacana como transparente”. La mexicana, a su vez, describió al histrión como un hombre “verbal y psicológicamente abusivo”.

Sobre el capo, ella asegura: “Sin duda él no es ningún héroe. Eso es todo lo que puedo decir. Pienso que todos tenemos el bien y el mal dentro de nosotros, pero no podemos olvidar quién es él. Él es un criminal… Lo vi y fue un caballero. Fue muy amable conmigo, con nosotros. Yo quiero mostrar, si llego a hacer la película, la historia de su vida, lo que pasa adentro de esa mente”.