El mejor maestro mexicano
El mejor profesor de Alemania es mexicano. Fue premiado por la Unión de Universidades de Alemania, de entre 28 mil 500 académicos de ese país.
Raúl Rojas es investigador y ha hecho una gran labor en temas de informática y robótica. Diseñó un automóvil que se puede manejar automáticamente por computadora.
También trabajó en un proyecto que abría la posibilidad de conducir un vehículo con las ondas electromagnéticas del cerebro… y lo logró. Ahora, junto con su equipo, desarrolla una silla de ruedas que pueda funcionar y ser conducida por personas con discapacidad.
Los mexicanos tenemos grandes capacidades, y casos como el de Raúl Rojas, un hombre de clase media que creció en la colonia Doctores de la ciudad de México, debería haber muchos más. Sobre todo por el compromiso con su profesión, que tiene y muestra con sus alumnos.
Es cierto que las oportunidades para estudiar fuera del país son restringidas (relativamente: con buenos promedios el sistema de becas de muchos países es asombrosamente amplio); sin embargo, aquí, en México, tenemos instituciones maravillosas como la UNAM o el Politécnico desde las cuales muchos jóvenes, al igual que Raúl, han logrado reconocimientos importantes a nivel mundial.
Hoy en día universidades públicas, en particular el IPN, están enfrascadas en conflictos extraacadémicos, persiguiendo sólo las conveniencias de algunos grupos.
Pero más allá de los problemas educativos que tenemos en la actual coyuntura, acceder a una educación universitaria implica contar con una educación básica sólida en la cual el papel de los maestros es de lo más relevante.
Aunque tenemos muchos buenos profesores, también hay muchos otros que lo último que tienen es compromiso con sus alumnos.
El dato importante es que en gran parte del país, en particular donde la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación tiene fuerte presencia, la educación de los niños es cada vez más deficiente.
Uno de cada cuatro maestros cobra sin trabajar. La Secretaría de Educación Pública y los estados han pagado mensualmente 333 millones 387 mil pesos a 39 mil maestros que jamás se han presentado en la escuela donde, supuestamente, laboran.
De un millón 949 mil 105 maestros que pudieron ser integrados al censo de escuelas, maestros y alumnos de educación básica especial, levantado por la Secretaría de Educación Pública y el Inegi, se mostró que hay 298 mil plazas perdidas.
Hay 39 mil fantasmas de la educación y otros 31 mil están comisionados o de licencia que se suman a casi 115 mil, con plazas que se siguen pagando aunque sus titulares ya estén jubilados, retirados o fallecidos.
Más de 113 mil están ubicados en otros centros de trabajo, pero no se sabe dónde. Y hay al menos 138 mil personas que tienen tres o más plazas y cobran por cada una de ellas. Sé que entre éstas hay cifras contradictorias, pero lo que sucede es que apenas estamos descubriendo la profundidad de esa crisis.
Por supuesto, estos datos subirían dramáticamente si se hubiera censado a todos los maestros del país, pero más de 158 mil profesores, los que pertenecen a la Coordinadora, rechazaron el censo.
Si la educación en México no tuviera los conflictos que tiene por personajes que sólo buscan su beneficio, sin duda podríamos tener a muchos Raúl Rojas y la calidad de vida de los mexicanos sería mucho mayor.
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