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El impuesto de Trump y el populismo

La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó la reforma fiscal propuesta por el presidente Donald Trump que reduce la carga tributaria para las empresas y los principales contribuyentes, que caen del 35 por ciento hasta el 21 por ciento de sus utilidades.

 

Es la mayor reducción fiscal de la historia reciente de la Unión Americana, sólo comparable a la que realizó Ronald Reagan a inicios de la década de 1980, con la diferencia de que en aquel entonces su país estaba en medio de una profunda crisis económica y ahora se encuentra en un periodo de creciente prosperidad (que Trump heredó de Obama).

La reforma fiscal de Trump, basada en amplios recortes presupuestales, sobre todo en ayudas y beneficios sociales, entusiasmará a los mercados porque hará más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.
Su conclusión fiscal será la misma que la de Reagan: una crisis económica, fiscal y presupuestal.

Para México es y será todo un desafío. Nuestra propia política fiscal, como la de la mayoría de los países industrializados del mundo, tendrá que ser revisada bajo el nuevo paradigma estadounidense.

Muchos creen, incluyendo a las autoridades mexicanas, que esa revisión deberá realizarse con muchas precauciones, porque no queda claro hasta qué punto se darán las repercusiones de la reforma de Trump y su influencia en nuestros mercados.

Es verdad que ayer el dólar en México llegó a casi 20 pesos por unidad, pero también es verdad que la reforma puede provocar una crisis fiscal y de endeudamiento en la Unión Americana muy profundas, y que pueden exigir en el futuro mediato de amplias modificaciones para corregir sus insuficiencias.

Según la mayoría de los especialistas, esta reforma fiscal de Trump, que recorta los impuestos pero que no determina ninguna fuente de ingresos extra, puede ser muy dañina para la economía estadounidense, pasado el corto plazo de efervescencia de los mercados.
Y profundizará, además, el endeudamiento y el déficit de la Unión Americana, con graves consecuencias futuras.

En realidad, lo que hizo Trump con su reforma fiscal es una política absolutamente populista.

Redujo impuestos sin tener una vía fiscal para recuperarlos y tarde o temprano eso se reflejará en la economía. No se puede gastar más de lo que se tiene sin pagar las consecuencias.

Eso sirve tanto para Trump como para Hugo Chávez o Nicolás Maduro.
Y también para México: no se puede prometer una renta universal sin tener recursos para solventarla.

No se pueden prometer becas y apoyos para los que no trabajan ni estudian y para los que sí lo hacen; para los jóvenes y para los adultos mayores, para las mujeres y para los niños, sin un sustento presupuestal.

Se gana, por supuesto, en popularidad inmediata, pero se pierde en estabilidad y en certidumbre.

Lo que se gana en lo inmediato se pierde al paso de unos pocos meses, cuando las ocurrencias se confrontan con la realidad.

 

Propuestas riesgosas

La Cámara de Representantes aprobó ayer el texto final de la reforma fiscal impulsada por el presidente, Donald Trump (primera imagen), por 227 votos a favor y 203 en contra. Se espera que el Senado también la apruebe, y que pueda ser firmada por el presidente antes de final de año, y entrar en vigor en 2018.

“Sus resultados la convertirán en popular”, ha dicho el líder republicano en la Cámara de Representantes, Paul Ryan.

La reforma fiscal más importante de las últimas décadas recortará la recaudación por impuestos en mil 500 billones de dólares durante la próxima década, afectando prácticamente a cada contribuyente: impuestos y personas adineradas pagarán mucho menos dinero, la clase media y los que menos tienen pagarán algo menos de dinero, y la deuda pública del país se disparará.

Los demócratas consideran la iniciativa un regalo para las grandes corporaciones y los ciudadanos más adinerados, que ayuda poco o nada a los que menos tienen. Además, ponen en duda que los empresarios vayan a usar lo que se ahorran en impuestos para contratar a más trabajadoras o subir los salarios.

 

Al registrar el PAN, PRD y MC la plataforma de su alianza Por México al Frente (foto 2) ante el INE, estos partidos ofrecieron crear una renta básica universal que garantice a todos los ciudadanos un ingreso permanente “por el sólo hecho de ser mexicanos”, y que se nutrirá con fondos provenientes de la aplicación de un programa serio y a fondo de austeridad y de combate a la corrupción.