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El escultor que nos hace volar: Un Café con Jorge Marín

Para el escultor Jorge Marín cuya obra se exhibe en espacios públicos del país y en el extranjero para sembrar dudas a los transeúntes, era cotidiano ver en su casa a modelos desnudas que su padre dibujaba y también la lectura de libros sobre la escultura clásica griega y del Renacimiento Italiano. Así surgió su interés por esta profesión. En una charla muy personal, el autor de la emblemática escultura monumental Alas de México, que forma parte del paisaje del Paseo de la Reforma, afirma que trata de fomentar que entre sus obras y los espectadores se dé un diálogo “íntimo y personal” y confiesa que le teme a la humanidad, por eso esculpe figuras de personas.

Bibiana Belsasso: Mi querido Jorge, ¿cómo fue tu infancia con 10 hermanos?

Jorge Marín: Muy divertida, pero conflictiva también. Hay mucha diversión al tener 10 compañeros de juego, pero también tienes 10 rivales: cada hijo compite por el amor de sus papás. Aquello era un caldo de cultivo muy interesante, de los 10 hermanos, tres nos hemos dedicado a la escultura.

Belsasso: Tenías un papá arquitecto y le fascinaba el arte. Me imagino que eso lo palparon desde chiquititos.

Marín: Sin duda. Mi papá era una persona con mucho aprecio por la cultura y por el intelecto; mientras que mi mamá que era una mujer ama de casa, era una combinación interesante, teníamos dos polos que daban como resultado una cantidad de información, a veces contradictoria, por supuesto, pero eso es lo que te forma.

Belsasso: ¿Qué pasa cuando vienes de dos educaciones distintas?

Marín: Aprendes a reflexionar, a cuestionarte, no toda la información es única y está lista para digerirse: Cuando tengo diferente información me gusta, porque te enseña a pensar de una forma más objetiva, a cuestionarte más las cosas. Supongo que ese pensamiento reflexivo se me fomentó.

Belsasso: Y también a elegir, ¿no? Tienes una madre muy conservadora que iba a misa, que estaba al cuidado de los hijos, y un papá que a su vez tenía una biblioteca, libros de arte por los cuales tú te fascinabas, ¡qué historia tan bonita!

Marín: Sí, amigos artistas y modelos circulaban por la casa. Alguna vez me tocó ver a mi papá trabajando con una modelo desnuda, entonces era ¡Wow!

Belsasso: ¿Qué pensaste? Yo también quiero ser artista.

Marín: ¿Qué hace una mujer desnuda?, me pregunté. Me llamó mucho la atención. Realmente estaban trabajando, fue bien interesante porque por un lado se manejaba de una forma —por la época y por la ciudad, yo era de provincia — el mito del desnudo y ver un desnudo en mi casa algo natural; era otra vez ese contrapunto de qué es y qué no es.

Belsasso: Pero además de todo vivías en un lugar en Michoacán donde la gente es mucho más conservadora.

Marín: Muchísimo, muy conservadora.

Belsasso: ¿Y no se escandalizaron tus amiguitos de que hubiera una mujer desnuda en la casa?

Marín: Sí, por supuesto, o ver de repente, las pinturas de mi papá si pasabas por su estudio, porque pintaba también. Era un escándalo ver un desnudo en un libro de arte, las esculturas con los desnudos clásicos eran una situación incómoda, yo lo percibía con mi mamá; mi papá lo manejaba de una manera mucho más natural. Ése era el caldo de cultivo en donde yo iba formándome y haciéndome de un criterio propio.

Belsasso: Y los tres hombres que decidieron seguir esta carrera artística, ¿cómo empiezan?, desde chiquitos jugaban con arcillas, plastilinas; pero, ¿cómo defines voy a dedicarme a esto de forma profesional?

Marín: No, eso fue mucho más adelante y yo no sé si hay un punto de quiebre donde uno dice ‘quiero hacer esto en la vida o no’. Soy una persona muy analítica y por lo tanto me cuestiono todo, me he manejado mucho en la ambigüedad porque me gusta todo. Es bien difícil decir, ahora soy escultor y hago esculturas y punto final. Siempre he estado muy metido en la pintura, la fotografía me encanta, la lectura, también. Hay un montón de cosas que quisiera hacer y que no puedo por falta de tiempo y eso mismo me ha hecho ir eclécticamente probando todo. No sé, es más, si decirme escultor exclusivamente, pero es algo que disfruto inmensamente y parte de lo que me gusta hacer, de lo mejor que me pudo pasar en la vida. Tratando de dejar tiempos para otras cosas, descubrí que clavarte con una sola actividad en la vida puede ser medio estéril, medio incompleto.

Belsasso: Esto permite que puedas hacer una cosa u otra. Imagino que no eres muy azotado, ¿cómo vives los cambios?

Marín: Pues no, fíjate que lo trato de entender como la naturaleza de la vida, es inevitable cambiar, desde luego da mucha seguridad tener las cosas estables; pero la seguridad es un tema utópico, el mundo cambia, tú también y todo va a un ritmo acelerado, hay que entender que esto es una parte inevitable de la vida, el cambio, es más, hay que aprenderlo a disfrutar.

Belsasso: En algún momento leí que te causó mucho conflicto que en alguno de tus primeros trabajos te corrieran, eso marcó gran parte de lo que hoy eres.

Marín: Sí, a veces uno aprende a gritos y sombrerazos y ése fue mi caso, me tuvieron que correr de un trabajo para que aceptara que no iba por ahí el camino, qué pena que no sea desde la autorreflexión sino que a veces la vida te orilla a tomar decisiones.

Belsasso: Pero eso lo dices ahora, en ese momento ¿cómo lo vivías?

Marín: Me azotaba, me quería morir de vergüenza, de tristeza, de depresión, pero, por suerte no lo hice, no me morí y dije: ‘Va, si me están corriendo por algo será’; me di cuenta que no era bueno para eso. Primero fue sincerarme conmigo mismo.

Belsasso: Jorge has declarado muchas veces que te gusta que tus obras dejen muchas más preguntas que respuestas…

Marín: Soy analítico por naturaleza, más que llegar a respuestas concretas, que es la fantasía de toda la gente, creo que lo importante es aprender a cuestionarte y a enriquecerte de un cuestionamiento. Más que sacar conclusiones, hay que entender y aprender a base de la reflexión y del diálogo, no para hechos concretos, sino como parte del enriquecimiento de tu vida. En ese sentido es que fomento mucho que con mi obra se dé el diálogo muy íntimo y personal entre quien la ve y la obra. Se genera esta suerte de espejo donde tú mismo vas a acabar reflexionando sobre temas muy tuyos: tus miedos, tus deseos, tus fantasías, tus alegrías, en fin.

Belsasso: Por ejemplo, cuando estás creando, ¿qué te cuestionas?

Marín: Más que pensamientos concretos, son emociones, pueden estar ahí mis miedos, de repente, hay miedo.

Belsasso: ¿Quáles son?

Marín: Es una lista muy larga. El miedo a la gente. Tal vez por eso hago seres humanos, porque le tengo miedo a la humanidad, entonces, ¿qué hago?, la proyecto.

Belsasso: ¿Por qué?

Marín: Son historias muy personales, cada quien tiene su porqué.

Belsasso: ¿Y cuál es tu porqué?

Marín: Me parece que puede ser el miedo a no ser querido o a no ser aceptado; más que querido o no ser aceptado, ése es un miedo muy personal, te lo confieso. Ése es un miedo muy particular de mi persona que se refleja siempre en la obra, pero, digo, todos estos temas, mito de los artistas son divertidos pero secundarios; lo que importa es, por ejemplo que tú como espectadora digas qué ves aquí, ¿te da miedo o te da alegría o te da emoción?, debe de haber algo.

Belsasso: Te conecta, te hace pensar.Cuando veo tus esculturas, tus creaciones parece que están pensando y analizando.

Marín: Claro. He hecho una encuesta en Internet de lo que a cada gente le produce una obra. Hemos tenido resultados tan opuestos que no los puedes creer, de ver ángeles o de ver demonios. Dices ¡Wow!

Belsasso: Además de todo hay una frase en inglés, con la que yo comulgo totalmente, que dice: “Perception is reality “ (La percepción es la realidad). Lo que tú ves en algún lugar, es tu realidad, más no quiere decir que sea la realidad universal.

Marín: Exactamente. Por eso pienso, ¿por qué forzar a la gente a ver algo en el tema del arte que es tan subjetivo?, ¿por qué forzarlos a ver una historia concreta? Es mucho más rico darte la posibilidad de verte a ti mismo a través del arte, eso te va a enriquecer.

Belsasso: Jorge, ¿cómo empiezas a trabajar al hacer una escultura?

Marín: Las ideas están en la cabeza todo el tiempo revoloteando, entonces, empiezo a hacer bocetos de plastilina y hacer formas chicas para poder manejar bien el material, hago una selección de lo que me gustó. Con base en eso se hace una estructura más grande de metal, que se va forrando con plastilina, la voy modelando, detallando hasta donde quiera llegar y sobre la marcha va cambiando un poco. Siempre la escultura tiene algo propio desde el principio, que siento que no me permite hacer algo que quería y me lleva por otro camino y eso me gusta, sentir que tiene su propia personalidad desde el inicio. No es un proyecto tan puntual como para que no cambie nada, entonces llega hasta donde tenga que llegar mi modelado. De ahí ya viene la parte técnica que es, el vaciado de la pieza a través de moldes de silicón, luego se hace una copia en cera, se funde en un horno y el resultado final, es el bronce.

Belsasso: Me imagino que eres muy analítico con el cuerpo humano porque vemos tu obra y es impresionante cómo le salta cada vena, cada músculo, ¿estudiaste anatomía?

Marín: No, todo es a través de la observación de la gente; me encanta ver la gente en dos facetas básicamente: el cuerpo y la fisonomía, las caras me encantan.A veces paso de imprudente porque soy muy observador.

Belsasso: Te dicen, ¿qué me ves?

Marín: Sí, pero esto es de los disfrutes máximos de la vida. Eso se va quedando, me retroalimenta cuando empiezo o estoy trabajando una figura, voy proyectando todo lo que veo de la gente en general.

Belsasso: ¿Tienes horas para trabajar?, ¿que te despiertes a tal hora, labores a cierta hora?, ¿cómo le haces?

Marín: Sí, sí lo hago, trabajo en las mañanas, es fundamental para mí en este horario, lo disfruto enormemente; en la mañana pienso, escribo, trabajo en la escultura.

Belsasso: ¿Qué escribes?

Marín: Alguna observación sobre mi trabajo o el de otros artistas, algún texto que me piden para alguna publicación de arte, puedo hacer alguna fotografía. En la mañana también hago ejercicio, todo pasa en la mañana, quisiera que las 24 horas fueran de día.

Belsasso: Muchas veces cuando empezaba a escribir —pensaba y me decían— es que te tiene que llegar la inspiración, y no, tienes que ser muy disciplinado para poder trabajar.

Marín: Sí, completamente, lo que sí hago es procurar tener una hora para trabajar, que llegue la inspiración es una de las posibilidades, es estar en la mañana laborando.

Belsasso: Al día de hoy eres exitosísimo, tienes una exposición en Asia, platícame de ésta, y del tema de las alas que tienes en el DF, que van a llegar a 8 ciudades del mundo.

Marín: Sí, justamente el tema de Asia se relaciona con este proyecto del que hablas. En Asia son dos cosas las que hacemos, una, en el Museo Long en Shanghái, se va a exhibir en una muestra temporal, la escultura de las Alas de México, se van para allá durante una temporada para que los chinos las puedan ver y se puedan retratar, por otro lado, una de las ciudades que se eligió para donar esta escultura fue Singapur.

Belsasso: ¿Pero, se quedan ya fijas?

Marín: Se quedan fijas. Las de China van a estar viajando y ésas van a seguir una ruta de itinerancia, pero en Singapur, es una donación compartida, la Ciudad de México y yo, como artista; también la iniciativa privada está participando, la intención es dejarla permanente en el aeropuerto de Shanhái, me encanta porque qué mejor lugar para una pieza interactiva, en todo el mundo el tema central de los aeropuertos es el vuelo y además éste es un vuelo muy mexicano, porque es un símbolo, hoy por hoy, de la Ciudad de México y de México como país.

Belsasso: Sí, es muy importante, de alguna forma estas llevando lo que es México —la parte linda— a la gente que ve las noticias, que ve crimen organizado, balaceras, les enseñas que no, que este país es libertad, que es arte poniendo esculturas en otros lugares.

Marín: Sí, y en Asia hay un interés enorme por México, es la parte que más me ha gustado de trabajar ahí, es un interés muy honesto y muy real. El país tiene un imán tremendo con el tema de la cultura. Hay muchos tabúes, preguntan mucho sobre lo que es México en el arte y en la cultura, me emociona muchísimo poder llevar una parte de lo que es, hoy por hoy, en el tema figurativo que es lo que yo trabajo. Me emociona poder llevar un símbolo de México y compartirlo con los asiáticos que tanto quieren saber qué está pasando y cómo es México.

Belsasso: Las alas significan libertad, ¿por eso las haces, qué otro significado le das?

Marín: Otro significado que me gusta es pensar que cada uno tiene una victoria que celebrar, puede ser algo muy personal. Las verdaderas victorias de cada quien son que tú te sabes hacedor de algo bueno y hay que celebrártelo. Es muy bonito saber que hiciste algo bueno en la vida y celebrártelo, para eso están esas alas, para que la gente vaya y se celebre, no tiene que haber ganado una batalla o ser el premio Nobel de la Paz, es celebrarte que ayudaste a alguien, que te emocionó algo, que sentiste algo bonito.

Belsasso: Ahora preguntas cortas, respuestas cortas. ¿Qué te gusta leer?

Marín: Estoy leyendo un libro de Isabel Allende, El Amante Japonés, me está gustando, es novela con un corte bastante clásico.

Belsasso: ¿A qué otros artistas admiras?

Marín: Hay muchísimos no sé por dónde empezar. Gustav Vigeland fue un escultor noruego maravilloso; me gusta Fernando Botero; te estoy mencionando primero los más cercanos, aunque evidentemente tengo una influencia clásica enorme. Si hablo de cultura clásica, me gustan los fenicios, persas, griegos y romanos; Europa medieval; me gusta la escultura prehispánica mexicana, especialmente la cerámica, en fin, no me acabaría mis influencias nunca, si te las digo.

Belsasso: ¿Cuando eras menor veías alguna imagen y decías esto me está inspirando, tengo que hacer algo similar?

Marín: Sí, lo primero fue por influencia de mi papá, tenía a la mano libros de arquitectura clásica griega, eso me emocionaba, los órdenes clásicos han quedado en mi vida como marcados a fuego.

Belsasso: Por ahí me dicen que le robabas los libros a tu papá para empezar a calcar y se ponía furioso.

Marín: Pues claro, imagínate cómo no, porque es echar a perder un libro, sí se dio cuenta y me regañó alguna vez, pero, digo, qué bueno que no pasó a más porque fue una experiencia determinante para mí, me ayudó muchísimo tener un fundamento clásico para lo que hago hoy.

Belsasso: ¿Estudiaste muchísimo arte?

Marín: Sí, siempre me gustó la Historia del Arte y la estudié por supuesto. Estudié Restauración de Arte también, fueron cinco años bastante pesados. Eso fue interesante porque el contacto directo con la obra de otros artistas, de otros tiempos, además, tiene algo mágico, no sé, energético, muy raro, el poder tocar una obra, que es lo que nunca puedes hacer en un museo, yo la pude tocar, la pude revisar, no sé, siento que me irradiaban los artistas de otras épocas, de otros momentos, para finalmente hacer lo mío…Un montón de cosas estudié.

Belsasso: Regresando a las preguntas cortas, ¿cuál ha sido el día más triste de tu vida?

Marín: ¡Qué pregunta tan extraña! Yo creo que lo olvidé, deben de haber días tristes, pero los olvidé, es una defensa natural de la cabeza. Creo que he vivido cosas horribles y las he olvidado, sin duda.

Belsasso: ¿El día más feliz de tu vida?

Marín: Ésos no se olvidan, son a cada rato. Trato de experimentar la felicidad.

Belsasso: ¿Alguno que te acuerdes?

Marín: Acabo de llegar ayer de Yucatán y me tocó ver una tormenta espectacular, era de una plenitud la experiencia, porque el cielo se caía a pedazos, olía a lluvia, sentía la temperatura, el cambio de presión, era una situación muy plena, muy bonita.

Belsasso: Complétame esta frase, Jorge Marín es…

Marín: Es porque es.