El colmo de la Cassez
El viernes pasado Florence Cassez presentó una demanda por daño moral en contra del ex presidente de México Felipe Calderón. Exige “una indemnización por 36 millones de dólares, de acuerdo a la capacidad económica y al daño sufrido”, porque, dice su abogado, José Patiño Hurtado, “a esta mujer la mataron en vida.” Por supuesto no habla de las víctimas a las que torturó Cassez.
No es la primera vez que la ciudadana francesa busca retribuciones económicas mediante demandas judiciales. Antes de ésta, presentada aquí, en México, ya había interpuesto otra ante la Fiscalía de París para que identificaran y condenaran a los responsables de su arresto.
¿Acaso no es consciente de que está en libertad porque el presidente Nicolás Sarkozy presionó al gobierno de México para que la trasladara a su país natal y pudiera purgar su pena en Francia, en el marco del Conve- nio de Carácter Voluntario sobre Traslado de Personas Condenadas adoptado en Estrasburgo, Francia?
Ella nunca fue absuelta del delito por el que estaba condenada a 60 años de prisión. Logró su libertad por fallas al procedimiento judicial que se le siguió. Efectivamente, hubo irregularidades en el proceso de detención de Cassez: el argumento de que se “montó” un operativo para difundir la nota en los medios: sin embargo, esta mujer está plenamente identificada por sus víctimas y cómplices. Su detención no fue ilegal.
La historia la hemos contado muchas veces:
A Cassez la detuvieron el 9 de diciembre del 2005, junto con su novio Israel Vallarta, y en el rancho en el que vivía fueron rescatados tres secuestrados; dos de ellos eran la señora Cristina Ríos Valladares y su hijo de entonces 11 años.
Cassez siempre se ha declarado inocente, pero las víctimas afirman que la francesa es responsable de inyectarles un anestésico, torturarlos y amenazarlos con cortarles una oreja o un dedo.
Cristina Ríos Valladares escribió una carta narrando su calvario en el rancho Las Chinitas. Dice que la francesa le sacó sangre a su hijo para enviársela al padre del menor y así presionarlo a que pagara el rescate.
Escribe que durante su secuestro escuchó la voz de Cassez iracunda porque Israel Vallarta, su novio y líder de la banda, la acosaba sexualmente y aquélla le decía que se desquitaría con ella.
Afirma que la francesa le dio un pinchazo en el dedo y mostró las marcas de los golpes que aún tenía dos meses después de haber sido rescatada. Además de las víctimas, cuatro presuntos integrantes de la banda de secuestradores del Zodiaco involucraron a Florence en varios secuestros que realizaron de manera conjunta.
Cassez en su declaración mintió al decir que se había separado de Israel Vallarta. No sólo participó en secuestros, sino que al alegar su inocencia no colaboró, siquiera, para desarticular esa banda de secuestradores. Incluso sus cómplices confiesan haber operado con ella.
La realidad es que la mujer acusada de secuestro hoy está libre porque el presidente Sarkozy intentaba recuperar sus índices de aprobación entre los franceses y este tema lo ayudó a subir puntos en las encuestas.
Y por eso puso en un hilo las relaciones bilaterales entre México y Francia. Es una pena que esta mujer, a quien se le comprobó que secuestró y torturó a varias víctimas, hoy esté en libertad. Pero sobre todo que intente denunciar a las autoridades que la detuvieron cuando ella es una secuestradora que está libre por motivos políticos.
Hace unos días escribía en esta columna que el caso de Cassez había servido para que otros secuestradores siguieran el mismo procedimiento legal. Es el caso de Nestora Salgado, la coordinadora de la Policía Comunitaria de Olinalá, Guerrero, de quien se dice que ha participado en al menos 48 secuestros, entre ellos el de cuatro adolescentes de 11, 13 años y dos de 17, y que habita desde hace año y medio en el penal de alta seguridad de Tepic, Nayarit. Está acusada de delincuencia organizada.
La demanda de Cassez contra el ex presidente Calderón y algunos de sus colaboradores más cercanos no va a proceder. Esta mujer nunca fue declarada inocente, no la exoneraron. La liberaron por fallas al debido proceso y, según la ley, aunque este asunto procediera, como ya han pasado dos años de su liberación, el presunto delito ha prescrito.
Es un insulto para los mexicanos que esta mujer que secuestró esté hoy en libertad, pero más grave aún es que, además, pretenda sacar una ventaja económica. Es un simple ejercicio de cinismo.
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