El alto riesgo de ser médico
Estos días han sido particularmente violentos para algunos médicos. En Cuernavaca, Morelos, el cuerpo de un cirujano de 56 años fue encontrado la madrugada del lunes pasado con impactos de bala, amordazado y atado de pies y manos con cinta plateada. De acuerdo con fuentes policiacas, daba consultas y operaba en Tetecala, uno de los cinco municipios que forman parte del operativo federal de Tierra Caliente.
En Guadalajara, Pablo Javier Valero, de 66 años, fue baleado en repetidas ocasiones mientras subía a su coche. Fue trasladado al Centro Médico Nacional de Occidente y ahí murió.
El pasado 19 de junio cuatro jóvenes desaparecieron tras salir de Xolapa, Guerrero. Tres de ellos eran médicos y uno abogado. Ninguno tenía antecedentes penales, tampoco historial criminal. Viajaban en un auto Ibiza color gris, que posteriormente fue encontrado con un disparo.
Marvin Hernández, Raymundo Tepeque Cuevas, José Oswaldo Ortega Saucedo y Julio César Mejía Salgado eran compañeros de trabajo y amigos y se dirigían a Chilpancingo a realizar unos trámites.
Cinco días después de su desaparición, la policía reportó el hallazgo de sus cuerpos en una camioneta abandonada en Santa Bárbara en la Sierra de Chilpancingo.
La Fiscalía de Guerrero ha informado que eran Malvin, Raymundo, José y Julio César. Sus familiares desconfían de las autoridades estatales, así que ahora la Procuraduría General de la República repetirá las pruebas de ADN, para verificar si los cadáveres son de ellos.
El secretario de la Defensa, el general Cienfuegos, ha dicho que estos homicidios pudieran derivarse de la pugna entre cárteles de la droga, que, como en otros territorios, según dijo, se pelean por el control de las zonas. Santa Bárbara forma parte de los llamados pueblos santos de la sierra de Chilpancingo, donde las autoridades han reconocido la existencia de siembra de enervantes como amapola y mariguana.
El que la violencia en el país afecte a los galenos no es, sin embargo, tema nuevo. Por ejemplo, en mayo de 2014, más de dos mil personas marcharon en Cuernavaca para protestar contra los secuestros, extorsiones y homicidios cometidos contra aquéllos. Argumentaban qué habían sido plagiados más de 100, al igual que otra cantidad de enfermeras en esa entidad. En Morelos,más de 400 médicos han cambiado su residencia por temor a ser secuestrados por el crimen organizado.
En Guerrero decenas de trabajadores de la salud vestidos de blanco salieron, en días pasados, a las calles para exigir que se encuentre a los responsables de los asesinatos y han mostrado mantas y pancartas en las que escribieron consignas en contra de la falta de seguridad y el alto índice de casos de violencia que se han dado en contra de su gremio.
El día de hoy se espera otra gran movilización para exigir seguridad y que aparezcan con vida sus compañeros.
La Secretaría de Salud de Guerrero, sin embargo, anunció a sus trabajadores, a través de una circular, que habrá descuentos salariales a quienes suspendan labores para acudir a la marcha.
A pesar de las amenazas de sanciones, los médicos han dicho que sí se manifestarán.
Ahora bien, ¿cuál es la causa de estos secuestros? Algunas veces, obtener una recompensa económica; otras, para que puedan atender a criminales heridos.
En Colombia, durante los intensos años en los que la guerrilla y el narcotráfico operaban de manera paralela, ésta era una práctica muy común, pero desde hace unos años sucede con frecuencia también en México.
Aquí la gran mayoría de los casos se atribuye a que algunos trabajan en lugares de violencia extrema —aunque no nos podemos olvidar de que en algunos sitios, por ejemplo Guerrero, actúa una guerrilla bien estructurada.
El fenómeno no es nuevo, se originó en estados del norte, como Chihuahua y Tamaulipas, pero ahora se reproduce con cifras más altas en Baja California, Durango, Nuevo León, Sinaloa, Guerrero, Morelos y Michoacán: muchos médicos incluso están dejando de trabajar en ciertas plazas porque a sus consultorios y nosocomios llegan personas que los obligan a extraer balas a heridos, y los amenazan para que no presenten reportes penales.
Expertos afirman que del 2008 a la fecha los ataques y los asesinatos contra estos profesionistas, principalmente en Morelos y Guerrero, han aumentado en casi 200 por ciento. Es insólito que estén en riesgo hombres y mujeres que lo que buscan es brindar salud a las comunidades. No se puede permitir que sigan así expuestos ante la violencia que vivimos.
bibibelsasso@hotmail.com
Twitter: @bibianabelsasso