De encubridor de tortura a diputado
Una madre de dos hijos, uno de cuatro años y el otro de seis, llamémosla Ana, se encontraba en el centro de Ciudad Juárez comprando útiles escolares cuando fue detenida por la policía municipal, presuntamente por el delito de extorsión, sin ninguna prueba en su contra, junto con otros cuatro hombres, uno de ellos su ex pareja.
Les vendaron los ojos y los llevaron a un sótano donde había otras personas que estaban siendo torturadas para que se inculparan de diversos delitos.
Para lograr su cometido en el caso de Ana, los agentes le quitaron la venda de los ojos a su ex pareja, para que pudiera observar mientras ella era violada simultáneamente por cuatro policías.
Desde que inició el sistema acusatorio en Chihuahua se instauró un programa para prevenir que se utilizara la tortura para obtener confesiones. Y se implementó un programa de asistencia ciudadana mediante el cual se pudieran hacer denuncias ante la Comisión Estatal de los Derechos Humanos y en la propia fiscalía.
La madre de Ana acudió a presentar la denuncia ante Gustavo de la Rosa Hickerson, entonces visitador, quien no investigó la tortura y simplemente dijo que todas las mujeres decían lo mismo para no ir al reclusorio.
Para dejar constancia de la agresión sexual, la madre de la víctima pedía que se practicaran a su hija las pruebas correspondientes en ese momento. Eran fundamentales para documentar la presencia de semen y dar con los culpables. Pero él se negó.
De la Rosa no presentó ninguna queja por tortura mientras estuvo en el cargo.
Una petición hecha al área de transparencia y acceso a la información pública de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos en Chihuahua revela que se presentaron cuatro quejas en contra de Gustavo de la Rosa Hickerson: una por discriminación, otra por negligencia y malos tratos, y la tercera por prestar indebidamente el servicio público. La cuarta fue por dilación en la integración de los expedientes y se presentó ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Sin embargo, no existe ninguna queja por tortura que inculpe a policías estatales por el caso señalado. El funcionario tampoco promovió recomendación alguna contra ministeriales durante todo su encargo (2010-2013).
Por ello, la madre de la víctima acudió a las oficinas centrales de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos y ahí fue atendida por otra visitadora, Flor Cuevas. Al enterarse De la Rosa Hickerson que el expediente estaba a cargo de otro visitador, acudió a agredir a Cuevas para quitarle los documentos.
Al final, Ana pasó dos años en reclusión, después de la violación tumultuaria. Finalmente fue liberada porque no existía una sola prueba en su contra.
La mujer ya no quería continuar con las denuncias en contra de los que abusaron de ella, pero está consciente de que casos como éste suceden a menudo en Juárez y quiere contar su historia para impedir que ocurran nuevos incidentes.
No se tienen pruebas de la violación porque no se las quisieron practicar en su momento a la víctima, a pesar de la denuncia presentada. Aunado a ello, ya ha pasado mucho tiempo.
El médico legista determinó en ese entonces que no había lesión. Pero la Procuraduría General de la República le ha practicado todos los exámenes con los lineamientos del Protocolo de Estambul para determinar la tortura, por medio de pruebas psicológicas.
Hoy, Gustavo de la Rosa Hickerson, que ha encubierto casos de tortura, está a unas horas de ser postulado como diputado plurinominal por Morena. Mañana les contaré la historia de otra víctima, cuyos agresores también fueron encubiertos por quien podría ser uno de los diputados del partido de Andrés Manuel López Obrador en la próxima legislatura.
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