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“Cuando decidí ser escritor sentí que debía vivir intensamente”: Un café con Xavier Velasco

Un niño solitario y raro, un adolescente interesante, un hombre rebelde, un amante de la escritura y de su mujer, indisciplinado en su vida pero disciplinado en su trabajo, así es como se define el escritor Xavier Velasco, quien con su novela Diablo Guardián ganó el reconocido Premio Alfaguara en 2003. En una entrevista muy personal, el autor de La edad de la punzada comparte que, desde que decidió serescritor sintió la obligación de vivir con intensidad, llevar una vida divertida y entretenida. Dice que no le gusta mirar al pasado, que prefiere jugar al futuro.

Bibiana Belsasso: Xavier, dicen que eras un niño terrible.

Xavier Velasco: Sí, era difícil, algo consentido y rebelde. Te habría dicho que no, si no hubiera escrito dos novelas autobiográficas, una de infancia y una de adolescencia, en las cuales hasta el momento no resuelvo cómo hicieron mis padres para aguantarme.

Belsasso: Precisamente dices, cuando empiezas a escribir La edad de la punzada: “al principio yo no sé cómo aguantaba a mis papás”. Platícame.

Velasco: Soy hijo de dos rebeldes, la frase favorita de mi madre era: “No ha nacido quien me mande”, y la tomé tal cual; mi frase favorita en toda mi adolescencia fue: “No me digan lo que tengo que hacer”, pero, finalmente es lo que tiene que pasar. Desde niño me divierto inventando historias, tu primer trabajo es inventarte a ti mismo, a contracorriente de todo lo que se supone deba ser, o de todo lo que te quieran imponer, ¿por qué?, porque no vas a experimentar en cabeza ajena, vas a hacerlo con lo único que tienes: tu vida. Creo que es un poco también, destino de narrador.

Es destino de narrador porque te tienes que inventar. Es muy fácil decir sueño con ser escritor, pero hacerlo significa una suerte de consagración, como entregarte totalmente a una forma de vida que te va a exigir toda tu vida, tus pensamientos, tu fuerza. En ese momento crees que te estas divirtiendo, que te estas riendo del mundo y que estás volando sin pagar, pero te va a llegar el precio. Y el precio para el muchachito descarriado es que si después se dedica a escribir, va a tener que hacer tarea el resto de su vida.

Belsasso: A Francisco Martín Moreno, también le fue pésimo en la escuela, reprobó varios años, me decía: “Es que yo estaba en la escuela imaginándome historias, la maestra haciendo tal cosa y lo último que hacía era poner atención en la clase”. ¿Eso les pasa a las mentes muy fantasiosas?

Velasco: Detestaba la escuela, nunca ponía atención ni dejaba de hablar. Mis calificaciones siempre decían “platica mucho en clase”. Eso se resolvió a medias cuando descubrí este jueguito de escribir y jugar solo, para esto no necesitabas cómplices, yo no tenía amigos, mi amigo se volvió el cuaderno donde escribía historias.

Belsasso: ¿Por qué no tenías amigos?

Velasco: Supongo que porque era raro, era uno de esos niños como “originalitos”, que le gustaba inventar cosas, eso en la infancia es muy mal visto, uno tiene que seguir las pequeñas modas que hay entre todos los niños, ves los programas que todos ven, le vas al equipo al que todos le van, pero si sales con que no te gusta el futbol y no ves tele o no ves los mismos programas que ellos ven, te vas convirtiendo en un animal raro, entonces no tienes amigos.

Belsasso: Tú decías, a mí de adolescente me encantaba David Bowie y mis amigos decían que qué estaba yo escuchando esas cosas, algo estoy haciendo bien para que a mis amigos adolescentes no les guste lo que me gusta a mí.

Velasco: Es que yo era muy curioso, tenía una brecha generacional con los amigos de mi misma edad, porque decían: “Bowie que es un bisexual”, yo respondía “lo voy a escuchar, no voy a dormir con él, cuál es el problema”. Uno sobre todo en la adolescencia anda en busca de cosas raras, esas rarezas que de niño te estigmatizan, después te hacen interesante.

Belsasso: ¿Qué te hacía interesante?

Velasco: Tenía coche, traía un fémur humano de palanca de velocidades, eso me hacía interesante, por supuesto, la gente que se subía al coche me preguntaba “¿es un fémur humano?”, traían cara de horror y yo cambiaba las velocidades con mi fémur.

Belsasso: ¿De dónde lo sacaste?

Velasco: Del Panteón de Dolores.

Belsasso: ¿Lo robaste?

Velasco: Como de niño íbamos a ver a mi abuela, aprendí dónde estaban los huesos, ahí me encontré un fémur, también una mandíbula, la traía atrás, la llamaba Mandy, el fémur se llamaba Ufemio. Lo que hacía eran ganas de llamar la atención, de ser reconocido, pero también de encontrarme, de sorprenderme y de hacer cosas que los demás no se atrevían a hacer, es parte de la diversión; también decía, algún día voy a escribir historias, tengo que vivir una vida entretenida, una vida divertida, si no, ¿qué historias voy a contar?, ¡qué aburrición! Siempre sentí que tenía la obligación de vivir una vida intensa.

Belsasso: Tu mamá también era intensísima, a los setenta y tantos andaba en moto a toda velocidad y te decía, esto sí me entretiene.

Velasco: Mi mamá tenía 78 o 79 años , venía con ella en la moto a 180 kilómetros por hora y me decía: “¡qué emocionante, hijo!” Mi padre decía seguro tú eres el payaso de la escuela, me chocaba que me lo dijera, hasta que un día me confesó que él también era y que por eso infería que yo lo era porque era obvio. Uno no puede negar su propia sangre, si a mí me educan dos personas muy intensas pues difícilmente voy a salir pazguato.

Belsasso: En tu primera novela, Diablo Guardián, en la cual dedicaste tres años a hacerla, dices que eres muy indisciplinado, que andas en mil cosas, pero necesitas disciplina para sentarte a escribir.

Velasco: Solamente dos cosas me han hecho disciplinado en esta vida, el amor, es decir, la mujer y la escritura, fuera de eso es muy difícil que me discipline. Para escribir tuve que luchar por aprender a encerrarme y trabajar todos los días en un mismo proyecto. Esto lo logras porque como buen narrador es uno obseso, puedo pasarme días, semanas, meses, años, siguiendo una misma obsesión si es bastante fuerte.

Belsasso: ¿Estabas enamorado de Violetta, la protagonista del libro Diablo Guardián?

Velasco: Sí, estás enamorado de un personaje pero trasgredes las mismas reglas del amor porque te conviertes en él, piensas como él, sientes como él; más que enamoramiento es una profunda empatía. Yo me vuelvo mis personajes.

Belsasso: ¿Quién inspiró a Violetta?

Velasco: Esa historia la cuento en la edición especial del libro. Es una rusa que conocí en la calle que trabajaba, en un lugar non sancto de la Ciudad de México, nos hicimos novios tres días más o menos, se llamaba Violetta precisamente, así con doble “t”. Cuando ella desapareció me di cuenta de que tenía dos opciones, seguirla y arruinar mi vida o sentarme a escribir su vida y enterarme entonces de quién era. Empecé por hacerla chilanga y lo demás está en el libro.

Belsasso: El primer acercamiento que tuve con tus libros fue un curso que tomé de sexualidad y como libro de cabecera te decían: “Tienes que leer La edad de la punzada, es la única manera en que vas a entender a un adolescente de una forma muy sencilla.

Velasco: Yo mismo no tengo la menor idea de cómo llevar la adolescencia, lo único que tengo es mi testimonio. Recuerdo que cuando estaba en la escuela —cuando veías al peor alumno del salón— te imaginabas que su vida debía ser terrible, te daban escalofríos; pero qué pasa cuando un buen día despiertas convertido en ese personaje, tú eres el peor alumno del salón y toda la gente se imagina eso, tu vida es terrible la siguiente hora. A partir de allí hay que sobrevivir, seguir con la vida y eso incluye ir a comprar revistas de mujeres sin ropa, enamorarse de la vecina, que tienes que vivir tu vida de adolescente de cualquier manera porque no vas a dejar de ser eso, te vas a convertir en un emblema de los inadaptados.

Belsasso: Pero como papá tampoco puedes coartar esa libertad porque entonces viene mucha rebeldía.

Velasco: Sí, el personaje, o sea yo, lo dice en la novela, que a los padres eventualmente se les acaban los castigos: ¿ya que van a hacer?, ¿te van a matar?, ¿te van a descuartizar?, ¿te van a correr de la casa?…pues no, un día llega tu papá muy ceremonioso y te dice: “Esta vez queremos darte un estímulo, no te vamos a castigar, ya puedes sacar la moto.” Tú imaginabas que tu vida iba a ser la cosa más terrible del mundo, pero es que tus padres tampoco saben qué hacer, así como tú dices yo no sé qué hacer con mi vida, no sé cómo pasar las materias, no sé cómo dejar de ser esta lacra que soy, ellos tampoco saben cómo ser buenos padres.

Belsasso: Esto es importantísimo, porque efectivamente te proyectas en tus hijos.

Velasco: Sí, pero es que ya no los puedes controlar cómo a los niños, es decir, a veces tengo discusiones, pláticas más que discusiones con mi padre, sobre, según él, quiénes fueron los malos amigos que me echaron a perder, le digo: “Papá es que no entiendes que yo soy el que ha echado a perder a mis amigos, ellos no me echaron a perder a mí”, y lo curioso es que me doy cuenta que mi padre busca quién me echó a perder, porque él no quiere pensar que el que me echó a perder fue él.

Belsasso: Pero también te ha dicho muchas veces que tú eres igualito a tu mamá.

Velasco: Sí, y también mi papá…mi amigo más malandro, el más relajiento, al que más admiraba en ese sentido, es mi propio padre. Él me contaba todas sus aventuras desde niño y yo sabía que había sido malandro de niño, que un tío se había portado muy mal y de alguna manera, pues sí, ves hacia allá y dices, es que yo no me sé portar bien.

Belsasso: Para todas las mamás, ¿qué tienes que hacer para que sí se porten bien los chavos?

Velasco: No tengo la menor idea, pero sí digo que tienes que dejarlos ser, porque mi madre, que era buena para controlar, conmigo no la armó, no controló mucho, le fue muy mal, se le estrelló muchas veces el helicóptero, se la pasó cambiándole las aspas, porque nunca funcionó como ella quería.

Belsasso: Xavier, para las mamás de adolescentes ¿qué hacer?, ser demasiado fuerte y controladora, no funciona, pero tampoco demasiado libre.

Velasco: Es muy difícil, lo que pasa es que aparte, esto de ser de una manera o ser de otra no lo empiezas en la adolescencia, es desde la infancia, si tú controlas desde muy pequeño a un niño, va a llegar un momento que se va a volver en contra de eso, tú no vas a poder cambiar en ese momento y decir, ahora voy a ser alivianado.

Belsasso: Ya no te la creen, hay que ser congruentes.

Velasco: Sí, yo no sé, es muy difícil, estoy seguro que de tener hijos los echaría a perder, tengo dos gigantes de los pirineos, ellos saben hacer su rollo, no me meto con ellos y entre menos lo hago mejor funciona la casa; no creo que así sea el problema de los hijos, no tengo la menor idea.

 

Belsasso: Pero dentro de todo has sido muy estable, estuviste 15 años trabajando en el suplemento Sábados del Unomásuno, has sido columnista desde hace muchísimos años, dentro de este caos has hecho cosas muy estables y muy bien hechas.

Velasco: Mira, te voy a decir algo, trato de ser estable en mi chamba, le tengo un enorme respeto a mi trabajo y ahí sí soy así, muy decente y puntual, no siempre con los artículos, como lo saben mis editores, pero sí soy extremadamente exigente conmigo.

Belsasso: ¿Y en el amor?

Velasco: Soy medio mandilón, me gusta serlo. Soy cariñoso, suelo ser muy fiel, de hecho, mi mujer es la que organiza buena parte de mi vida, la que me mantiene así, la que no me deja desbalagarme.

Belsasso: ¿Te gusta la fiesta?

Velasco: Me gusta la fiesta pero menos que antes. Escribí un libro de tugurios y creo que eso un poco ya me blindó, hizo que me aburriera algo, porque me pasé cuatro años de golfo como tarea semanal y me hartó un poco. Solamente con las chambas sí soy muy sistemático, horriblemente nerd, pero fuera de eso, no.

Belsasso: ¿Y eso desde cuándo?, ¿terminando la adolescencia?

Velasco: Era cuidadoso cuando tenía 17 o 18 años, escribía muy feo, pero era cuidadoso y después fui tomando en serio esta chamba. El primer trabajo que tuve fue escribir en un periódico, siempre respeté, especialmente publicar, esto de exhibirte, de enseñar el funcionamiento de tu cerebro en un papel, siempre me ha provocado mucho respeto, esta sensación de “¿estaré bien peinado?”, pero, no bien peinado yo, ¿estará bien peinado el artículo?

Belsasso: Has dicho que una vez que terminas una novela ya no la relees.

Velasco: ¿Para qué si ya sé de qué se trata?, no releo lo que escribo, a veces un pedacito, pero sería como tomarse en serio, yo no lo hago. No vuelvo a leer una novela que escribí, por la misma razón que no le vuelvo a hablar a una exnovia, ¿para qué?

Belsasso: ¿Nunca más?

Velasco: Claro que no, ¿para qué?, ¿de qué vamos a hablar?, ¿del clima?, ya se acabó la historia, a lo que sigue.

Belsasso: ¿Nunca volteas a ver el pasado?

Velasco: No veo para atrás, no me interesa la nostalgia, no me siento a escuchar discos viejos por nostalgia, no voy a ver a Pink Floyd, ¡no, por favor!, quiero que todo venga nuevo. La vida de por sí es corta como para remachar cosas del pasado, hay que llenarse de cosas nuevas, a mí no me gusta el pasado, prefiero jugar al futuro aunque esté mi ataúd.

Belsasso: ¿Le tienes miedo a la muerte?

Velasco: No, especialmente, no creo tenerle mucho miedo a la muerte. Fui paracaidista y motociclista, nunca me detuvo mucho la idea de que a lo mejor me iba a matar.

Belsasso: ¿Imaginas que hay vida después de la muerte?

Velasco: No tengo la menor idea de qué va a pasar cuando esté muerto, lo más probable es que no pasé nada, pero si algo de mí queda por ahí ya será problema de ese algo de mí y por lo pronto estoy aquí.

Belsasso: Imagínate que un adolescente agarrara tu fémur de palanca de velocidades.

Velasco: Me encantaría, me haría mucha gracia saber que lo hizo, por supuesto, voy a donar mis huesos a los adolescentes para que se diviertan.

Belsasso: Ahora preguntas cortas ¿cuál es tu libro favorito?

Velasco: El retrato de Dorian Grey y La guerra del fin del mundo.

Belsasso: ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

Velasco: Estar con mis perros, con mi mujer, caminar por la ciudad, y hacer algo tonto como volar un helicóptero de control remoto.

Belsasso: ¿Te gustan los videojuegos?

Velasco: Me gustan pero son improductivos, cuando uno ve cuánto cuesta una consola debe añadirle a eso la cantidad de dinero que va dejar de ganar o que va a perder por estar jugando, me sale muy caro, me duele el codo jugar mucho, si acaso en el teléfono, pero en la consola sólo que lleguen amigos y juguemos, pero así yo solo, no.

Belsasso: Pero tú dices que el dinero no te importa.

Velasco: Me encantaría decir que el dinero no me importa porque querría decir que me sobra, pero no, no me sobra, es más casi no conozco gente a la que el dinero no le importe, muchos dicen aristocráticamente —sobre todo quienes menos lo tienen de pronto— que no les importa el dinero, creo que a todos nos importa, pero hay otras cosas. Hay mucha gente que es tan miserable que lo único que tiene es dinero, me parece el estado más alto de pobreza.

Para mí primero está mi familia, mi trabajo, pero todo eso tiene que ver con dinero, sentarte a escribir una novela tiene un costo, no solamente porque dejas de hacer otras cosas, sino porque tienes que mantenerte. Escribí mi primera novela con dinero prestado por dos años, claro que es importante el dinero, pero el dinero es un medio, no es un fin.

Belsasso: ¿Cuál ha sido el día más feliz de tu vida?

Velasco: Cuando acabé Diablo Guardián, ese fue el día más feliz de mi vida.

Belsasso: ¿El más triste?

Velasco: Cuando se fue mi mamá.

Belsasso: Complétame esta frase Xavier Velasco es…

Velasco: Un fulano que escribe novelas.