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Cristo no quiere sicarios

La visita del Papa Francisco a Morelia fue de las más entusiastas, de las más populosas y también en la que mayor énfasis puso en condenar el crimen organizado y sus intentos de cooptar a jóvenes, en ocasiones, como ocurrió precisamente en Michoacán utilizando no sólo promesas de dinero fácil, mujeres y aventura, sino también un discurso religioso.

Hace ya algunos años fuimos con el programa Todo Personal a Morelia. Acababa de ser detenido El Cede, Rafael Cedeño, uno de los líderes de La Familia Michoacana.

Ahí nos sorprendimos, primero cuando vimos que esa organización criminal utilizaba centros de rehabilitación de adictos, supuestamente manejados por organizaciones religiosas, como centros de reclutamiento y en ocasiones como casas de seguridad.

A los “egresados” se les daban hasta diplomas de reconocimiento.Así fue como las autoridades se enteraron que las casas Gratitud eran en realidad centros de operación de La Familia. Con la caída de El Cede se comenzó a conocer también un libro escrito por Nazario Moreno, El Chayo, líder de esa organización y que era firmado con el seudónimo El Más Loco. Era un intento de sincretismo, casi imposible de la violencia con el cristianismo.

Ahí decían, por ejemplo, que la principal razón de ser de ese cártel era defender el territorio sagrado de Michoacán. Se conoció ese libro como el Código de Los Caballeros Templarios y luego publicó, Pensamientos, también como un ejemplo de sincretismo, narcotráfico y new age criminal.

Es imposible no encontrar en esas páginas párrafo alguno en los que no se hable del perdón, la humildad, la caballerosidad. Las menciones a Dios son tan numerosas, como las miles de víctimas mutiladas, torturadas, ejecutadas por órdenes del mismo Nazario Moreno y personajes como Servando Gómez, La Tuta.

Lo cierto es que esa forma perversa de cultura tuvo eco en Michoacán, y el territorio fue devastado por Los Caballeros Templarios. En buena medida esa infección fue expulsada de la sociedad michoacana: hubo que hacer de todo, desde mandar a la cárcel a gobernadores hasta recuperar el aparato productivo.

Pero la mejor muestra de que aún no se han generado todos los anticuerpos necesarios, es que entre los invitados a la misa del Papa Francisco estaba Rodrigo Vallejo, el hijo del exgobernador Fausto Vallejo, el joven al que apodan El Gerber, al que vimos tantas veces en los videos departiendo y compartiendo trago con La Tuta. ¿Quién lo invitó?

El Papa Francisco decidió que su encuentro y su discurso a los jóvenes fuera en Michoacán. Fue una buena decisión. Allí tenía la doble misión de evangelizar y de hablarle a los jóvenes de una realidad y unas opciones que los alejen definitivamente de los violentos y los falsos profetas.

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