Chapo , persecución y captura
A dos días de la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán del penal de El Altiplano, la agencia AP reportó que la DEA contaba con información sobre que desde hacía 16 meses se tenían “varios planes” para que el capo escapara de la prisión.
Era obvio que Guzmán Loera haría intentos por fugarse. La experiencia que tiene el Cártel de Sinaloa para realizar conductos de la más alta tecnología no es un tema nuevo para nadie. Desde 1993 se descubrieron túneles desde la frontera mexicana hacia Estados Unidos para introducir droga, en Douglas, Arizona, y también en la Mesa de Otay, en Tijuana. También por medio de túneles se fugaron dos personas cercanas al capo de un penal de Juárez.
En mayo del 2014 escribía en esta columna el informe de la DEA que publicó la revista The New Yorker en un extenso reportaje del periodista Patrick Radden, sobre la última captura de Guzmán Loera; vale la pena recordarlo.
Fueron miles de líneas telefónicas, correos electrónicos y mensajes de texto los que interceptó durante años la DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos, para poder seguirle el rastro al narcotraficante más buscado del mundo.
Para las autoridades norteamericanas Joaquín Guzmán Loera tenía una reputación de Zorro. Así le decían porque siempre escapaba. No había forma de capturarlo. Siempre sabía cuándo lo intentarían detener. Decían que El Chapo tenía infiltrados en casi todas las agencias de seguridad de México. En muchas ocasiones las autoridades mexicanas se quedaron muy cerca de detenerlo. En el 2004 llegó la Armada de México a un rancho en Sinaloa, donde se encontraba Guzmán, pero no lo detuvo, huyó por la montaña en un vehículo todo terreno.
Cuatro años más tarde Guzmán hizo una gran fiesta para celebrar su matrimonio con Emma Coronel, una jovencita, reina de belleza, con quien luego tuvo dos gemelas. Terminada la boda llegaron las autoridades mexicanas. Como siempre, había vuelto a escapar.
En el 2009, según el artículo del New Yorker, Dennis Blair, el exdirector de inteligencia de Barack Obama, se reunió con el entonces secretario de la Defensa, el general Galván Galván, para decirle que todo el mundo sabía dónde estaba Guzmán Loera y que lo detuvieran. Galván le contestó mediante un cable que después se divulgó en WikiLeaks, que en efecto se sabía que el capo se movía entre docenas de ranchos ubicados en la Sierra Madre Occidental, un lugar de muy difícil acceso y que era custodiado por más de 300 hombres. Si se intentaba llegar en helicóptero, éste era fácilmente detectado y El Chapo huía.
Después de tantos años de vivir en la montaña, dicen que Guzmán Loera empezó a cambiar sus hábitos. Se sentía confiado de que no lo atraparían. Su mujer, Emma Coronel, no estaba acostumbrada a la vida de montaña. Dicen que cada día le exigía más estar con las gemelitas que habían tenido. Por otra parte, a El Chapo le gustaba comer y vivir bien.
Era desconfiado al utilizar medios para comunicarse. Cuando tenía que revisar sus negocios de trasiego de droga, o arreglar asuntos con sus rivales, siempre lo hacía por medio de terceros. Algunos de sus trabajadores dicen que nunca tuvieron contacto directo con él, pero todos sabían lo que El Chapo quería que hicieran.
Todo lo contrario a cuando se trataba de asuntos personales. Tenía una BlackBerry canadiense. Se sentía tranquilo utilizándola porque la mayoría de los otros instrumentos de comunicación, como los teléfonos satelitales hechos en Estados Unidos, eran más fáciles de interceptar. Pero el contenido de la BBs ya estaba en manos de las autoridades americanas. Lo que sorprendió fue lo que decían los mensajes. Había estado casado tres veces y con todas sus exesposas seguía en contacto; tenía amantes y también prostitutas. Entre las notas que escribieron las autoridades dicen que El Chapo consumía viagra como si fuera dulce.
El operativo que se realizó en Los Cabos se dio por el contenido del teléfono BlackBerry en que Guzmán había quedado en verse con una prostituta. Al sentir que estaba interceptado, le dio ese teléfono a un subordinado, quien se metió al desierto, para que lo buscaran ahí, mientras él escapaba de regreso a la Sierra Madre.
Y así fue como se tuvieron datos contundentes para poder descubrir dónde se encontraba el hombre más buscado del mundo. Lo delataron las mujeres, no el trasiego de droga, ni los millones que cobraba.
En este mismo informe viene la declaración de cómo fue que El Chapo empezó a construir túneles desde hace más de 25 años, pero esa historia se las cuento mañana.
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