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Bibi

No le gustaba que le dijeran Consuelo, ella era Bibi, para propios y extraños.

Era, por sobre todas las cosas, una fuerza de la naturaleza. ¿Quién le podía decir que no? Si se proponía algo lo hacía, al costo que fuera.

Estos dos últimos años estuvo mucho más débil, sobrellevando su enfermedad, pero incluso así siempre trató de hacer su santa voluntad.

La verdad es que no quiso hacer caso a los médicos ni a los consejos de sus hijos, hermanos y amigos: quería vivir su vida. Porque nadie se debe equivocar: mi mamá era una enamorada, una enamorada permanente y de casi todo e hizo todo lo que se le dio la gana.

Vivió como quiso y cuando quiso, y también así murió de la mano de sus hermanos, hijos y nietos.

Lo más importante para ella era la unión familiar. La relación que siempre tuvo con sus hermanos fue entrañable. La presumía. Decía que Lola, su mamá, era por lo que había luchado y ella siempre hizo lo mismo.

Reconstruyó familias, comenzando por la suya, o a veces, simplemente, se empeñaba en crearlas. Porque tenía una norma: había que hacerlo todo por amor y por el amor todo era posible.

Todos sabemos lo pasional que fue Bibi. Ella que defendía el amor y a los suyos, con uñas y dientes, pero cuando alguien se ganaba su desamor la perdía para siempre.

Sus hijos, sus nietos, sus hermanos y amigos fueron su razón de ser. Podía ser tierna y dulce, pero también una leona. Ella hacía suyos los objetivos de los suyos.

En la profundidad de sus ojos había huellas insondables, una profundidad que casi nadie alcanzaba.

Fue una mujer talentosísima. Pudo haber sido artista, actriz, escritora, decoradora, cheff a nivel profesional, pero ella siempre lo quiso hacer sólo para su familia y amigos.

Mi mamá redecoró casas, espacios, hizo fiestas de todo tipo, llevó niños al futbol. Su fascinación era hacer maquetas y trabajos escolares con sus nietos. Hizo disfraces y se los puso y a todos nos inventó mundos de fantasía.

Su trabajo era la vida, el día con día que con ella se convertía siempre, para bien o para mal, en una suerte de aventura de final indefinible.

Decía Mario Benedetti que “para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena conciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor”. Y vaya que mi mamá era querida.

Siempre decía que el amor con el amor se paga. Y por eso al final de sus días estuvo siempre rodeada de ese amor.

Cuando nació, su abuela Lola le escribió un poema: “Comienza el viaje, nietecita mía, ¡con qué amor y ternura yo quisiera iluminar tu senda cada día!”.

Eso hizo Bibi con muchos de nosotros: día con día iluminó nuestra senda. 

Se fue un domingo nublado 
y como le escribió a ella su abuela 
el día en que nació: “Que me conceda 
el cielo que al terminar la espera, 
en éxtasis divino a todos nos reúna 
en dicha eterna”

Por ley de vida, algún día nos volveremos a encontrar con ella. Bibi vivió y luchó por la alegría, yo les quiero pedir un favor… Que nunca la tristeza sea unida a su nombre.

Todo mi agradecimiento y cariño para todos ustedes que han estado presentes en este momento de mi vida.

bibibelsasso@hotmail.com 
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 @bibianabelsasso