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Ataques terroristas a la democracia

 
Para María Scherer
Un abrazo muy solidario por
el fallecimiento de tu papá

Al grito de “Alá es grande” ayer se cometió un gravísimo ataque terrorista en Francia. Hombres vestidos de negro y con el rostro cubierto irrumpieron en la redacción del semanario satírico y progresista Charlie Hebdo, asesinaron a tiros a 12 personas y dejaron heridas a otras 11, que hoy se debaten entre la vida y la muerte.

La publicación recibía amenazas desde el 2006 cuando publicó caricaturas de Mahoma.

Hace meses que el gobierno francés había lanzado alertas antiterroristas. Esperaba ya que se pudiera dar un ataque. En diciembre pasado un hombre originario de Burundi entró a una comisaría y gritó: “Alá es grande”, mientras clavaba un cuchillo a un policía. Otro agente disparó al agresor, y lo abatió.

Y esta semana se concretó la amenaza cuando los atacantes penetraron en la sede de la revista. Sin duda, por la manera en que actuaron, los agresores contaban con un entrenamiento e instrucciones precisas, como en muchos de los atentados que hemos visto en los últimos años. Llama la atención, sin embargo, que lo hayan hecho entrando en contacto con las víctimas. Por lo general se inmolan o utilizan explosivos.

La gran mayoría de eventos terroristas de los últimos años ha sido atribuida a Al-Qaeda o a grupos yihadistas, comenzando por el derribamiento de las Torres Gemelas en Nueva York o los atentados de Madrid, Londres y Bali.

Francia es el país europeo que más combatientes aporta a las filas del Estado Islámico. Se calcula que son al menos mil 400. Y las autoridades estiman que han regresado más de 300, lo cual hace que ese país esté en riesgo permanente.

Pero no sólo Francia, sino muchos países del mundo están en alerta y ya han sufrido graves ataques que jamás se podrán olvidar. Los atentados del 11 de septiembre en Nueva York dejaron dos mil 978 muertes y más de seis mil heridos. Las causas principales de esta agresión fueron represalias contra el gobierno de Estados Unidos por dar apoyo militar a Israel, y la agresión estadounidense a Irak.

Poco después en Beslán, en Osetia del Norte, Rusia, hubo otro atentado donde murieron 334 personas, de las cuales 171 eran niños, y quedaron heridas casi 790 personas. Esa vez la agresión se dio por la desocupación rusa de Chechenia.

En 2007 hubo otro ataque en el que se utilizaron coches bomba que acabaron con la vida de 796 personas e hirieron a más de mil 500. Se cree que Al Qaeda orquestó el atentado.

Lo que es un hecho es que este grupo realizó el ataque del 11 de marzo del 2004 en la estación de tren de Atocha, en Madrid, donde emplearon mochilas bomba y hubo mil 858 heridos y casi 200 muertos. En Londres, nuevamente Al Qaeda puso mochilas con bombas en el metro y un autobús.

Cómo olvidar el secuestro en el teatro de Moscú, Rusia, donde entraron poco más de 40 terroristas y retuvieron a 850 rehenes. Exigían la retirada rusa de Chechenia y el fin de la guerra. En el 2011, en Noruega, otro grupo terrorista detonó una bomba que dejó heridas a más de 100 personas.

En Bombay otro grupo terrorista puso bombas en lugares estratégicos que mataron a 188 personas, muchas de ellas extranjeras.

Afortunadamente con todo el salvajismo que hemos visto entre los grupos criminales en México, como el caso de los normalistas de Ayotzinapa o la manera en que Los Zetas incendiaron el Casino Royale en Monterrey, aún no hemos tenido actos terroristas de este tipo. Lo cierto es que con la violencia que hemos vivido en México no se puede descartar que, en terreno fértil, un ataque de este tipo se pueda dar. No en el nombre de Dios, pero sí por una lucha criminal.

 

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