Asesinos por naturaleza
El viernes pasado se convirtió en un día de pesadilla por los ataques terroristas que se dieron de manera casi simultánea en Francia, Kuwait y Túnez, dejando decenas de personas muertas, principamente en en el último país, donde fallecieron 39, y otras 36 quedaron heridas.
En Túnez el atacante entró en el hotel Imperial Marahba, en la ciudad turística de Sousa, caminando por la playa, vestido con shorts, y un AK47 dentro de una sombrilla. Allí comenzó a disparar a mansalva contra turistas. El agresor fue identificado como Seifuddín Yacoubi. Tenía 23 años y estudiaba una maestría. El atentado se produjo poco más de tres meses después del sangriento ataque contra el museo del Bardo, donde fallecieron más de 20 personas, también turistas, el 18 de marzo.
En Kuwait un terrorista del Estado Islámico se inmoló en una mezquita chiita, durante las oraciones del viernes: murieron al menos 25 personas y más de 200 quedaron heridas.
En Francia, en un ataque yihadista, un coche embistió contra las vallas de una fábrica de gases industriales, lo que provocó una fuerte explosión que dejó dos heridos. Antes el atacante, que trabajaba en la fábrica, había decapitado a su jefe, el encargado de la planta. Todavía, momentos previos al atentado, tuvo tiempo de tomarse una selfie con los restos de su víctima.
Decenas de soldados burundeses de la Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM) murieron tambíen tras un ataque a su base militar, perpetrado por terroristas del grupo Al Shabab. Los terroristas consiguieron entrar en las instalaciones militares tras hacer explotar vehículos-bomba e inmolarse en las puertas de la base.
Al Shabab es un grupo radical islamista, originario de Somalia, que ha pasado a ser una de las organizaciones extremistas más activas en África, donde operan otros grupos terroristas, como Boko Haram, Al Qaeda en el Magreb y Ansar Dine.
Al Shabab también ha sido responsabilizado del ataque, en abril pasado, contra el campus de la Universidad Garissa, en el noreste de Kenia, que dejó 147 estudiantes muertos; así como del atentado en Uganda, cuando se jugaba en Sudáfrica la final de la Copa Mundial de Futbol de 2010, cobrando por lo menos 76 víctimas mortales.
¿Pero por qué se han intensificado los ataques terroristas en estos últimos días? El 10 de junio de 2014, militantes de Estado Islámico (EI) invadieron la ciudad iraquí de Mosul, tras lo cual su líder, Abu Bakr al-Baghdadi, proclamó el Califato del Estado Islámico el 29 de junio, el primer día del Ramadán del año pasado, y llamó a sus seguidores en todo el mundo a “tomar las armas”.
El Ramadán es una tradición musulmana que debe celebrarse todos los años durante el noveno mes del calendario lunar. Ramadán deriva de la raíz de la palabra árabe ramida o ramada, que significa: quemar o chamuscar.
Algunos definen al Ramadán como “el mes de la sumisión y acercamiento a Dios, de la lucha contra los deseos y pasiones”, llamada por el mismo Mahoma “la gran guerra”, del cumplimiento de las plegarias rituales y “paciencia frente a las adversidades de la vida”. Ese acto de contricción individual, de acercamiento a Mahoma, ha sido transformado por estos grupos en un frenesí de violencia. No luchan contra sus propias pasiones, las detonan contra los que consideran sus enemigos, sean o no musulmanes.
Desde la toma de Mosul, el Estado Islámico creció en tamaño, tanto territorial como de sus filas; ha matado a miles de civiles, decapitado a decenas de periodistas e “infieles”; ha logrado difundir su agenda en ataques terroristas en Arabia Saudita, Túnez, Libia, Afganistán y Pakistán y ha reforzado alianzas con grupos terroristas islámicos en varios países. Túnez se ha convertido en un objetivo preferencial, porque el suyo es un gobierno mucho más tolerante y abierto. Eso lo convierte en un enemigo preferencial para el EI. Y por eso quieren acabar con el turismo, fruto de esa mayor tolerancia y la principal fuente de ingresos del país.
Hoy en los países que pudieran ser objeto de ataques terroristas se han elevado las medidas de seguridad. Pero el riesgo de nuevos atentados sigue latente. Como decía Umberto Eco: “ El fin del terrorismo no solamente es matar ciegamente, sino lanzar un mensaje para desestabilizar al enemigo.” Y los ataques terroristas, particularmente en los países árabes, están logrando su objetivo.
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