Asesinatos en nombre de Dios
En Nicaragua la historia de la violencia contra las mujeres alcanzó un nuevo coto cuando una joven fue violada tumultuariamente, quemada viva y arrojados sus restos a un barranco porque un grupo religioso aseguró, como en la Edad Media, que estaba embrujada.
En realidad era sólo una joven liberal en un pueblo controlado por fanáticos.
Esto ocurrió en la comunidad rural de El Cortezal, del municipio de Rosita, en la Región Autónoma Caribe Norte (RACN), en el noreste de Nicaragua.
Vilma Trujillo García, una joven de 25 años fue sometida a ese tormento por el grupo que le practicó un supuesto ritual de “purificación” bajo la dirección de Juan Gregorio Rocha Romero, pastor de la iglesia Asamblea de Dios.
Vilma empezó a sentirse mal y acudió con su nuevo pastor, un evangelista. Poco antes se había cambiado de la religión católica a este grupo. Su esposo y hermana la acompañaron, pensando que encontraría paz cuando en realidad se enfrentaron a su muerte. Vilma dejó huérfanos a sus dos bebés.
Para el ritual, Vilma, de 25 años, permaneció atada de pies y manos y fue sometida a ayuno y oración.
Al sexto día, el grupo ejecutó lo que uno de sus miembros anunció a través de una supuesta “revelación”: que el cuerpo de Trujillo “pasara por el fuego de prueba y se purificará su alma” y sacarle los demonios que llevaba dentro.
El grupo de fanáticos lo interpretó como encender una hoguera y lanzar a la muchacha sobre las lenguas de fuego.
Reynaldo Peralta, esposo de Vilma, ha declarado que su mujer fue despojada de la ropa, amarrada junto a la hoguera, y posteriormente empujada al fuego.
La Policía Nacional arrestó al pastor Rocha Romero y cuatro supuestos cómplices, quienes son señalados como responsables del crimen.
Platican la hermana de Vilma y su marido que los encerraron y no les permitieron salir a rescatarla. Ya con quemaduras en más del 60 por ciento de su cuerpo, la llevaron al hospital, pero falleció.
Un organismo defensor de los derechos de las mujeres en Nicaragua anunció que exigirá a la Justicia la pena máxima, de 30 años, para el pastor acusado de provocar la muerte de la mujer.
“Estamos exigiendo justicia y demandando a la iglesia (evangélica) que se pronuncie de la misma manera que lo hace para atacar los derechos de las mujeres”, dijo la activista de la Red de Mujeres contra la Violencia, Herenia Amaya Parrales.
Algo está muy mal. La gente está intentando buscar respuestas en religiones extremistas para poder creer en algo que lo alivie de sus males y se están topando con fanáticos como le ocurrió a Vilma en Nicaragua. Están regresando a la Edad Media hace 600 años.
No sólo en el Islam suceden feminicidios, se han documentado muchos casos de familias cristianas que cometen actos de barbarie.
América Latina es la región donde se presentan más asesinatos de mujeres por su género: 14 de los 25 países del mundo con las tasas más elevadas de feminicidio.
Alrededor de 60 mil mujeres son asesinadas al año en América Latina.
El Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas emitió informes que indican que estos asesinatos tienen lugar además en países no islámicos como Brasil, Ecuador, Estados Unidos, Reino Unido, India, Israel e Italia.
Esto ya sucedió pero hace más 600 años en la Edad Media. La Inquisición católica arrestó, juzgó y condenó a la hoguera a judíos, paganos, herejes y otras minorías religiosas.
En 1486 se publicó el Malleus maleficarum o Martillo de las brujas, un compendio de las fantasías sobre las reuniones de brujas, sacrificios humanos y ritos sacrílegos de la época, sirviendo de inspiración para persecuciones religiosas durante 300 años.
Las personas acusadas de brujería, en su mayoría mujeres, eran culpadas de todos los males de la sociedad.
Durante el siglo XV la Inquisición ejecutó a más herejes que brujas, y cuando los Estados feudales se organizaron como monarquías independientes del Papa, el poder punitivo se trasladó de la Inquisición a los jueces civiles de estas monarquías, quienes continuaron la persecución de supuestas brujas hasta el siglo XVIII.
Es incomprensible que sigamos viviendo estas ejecuciones, que al igual que en la Edad Media, la mayoría de estos asesinatos se dan en mujeres.
Y es que, como siempre sucede, la historia se repite y poco se aprende de las grandes tragedias que han sucedido a la humanidad.
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