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“Al inicio me resistía a una candidatura, espero hacer bien mi trabajo”: Un café con Carmen Salinas

Con 61 años de carrera, la actriz de cine, televisión y teatro, este año decidió participar en la política como candidata a una diputación plurinominal federal por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) para impulsar la actuación, el canto y la música en las escuelas, así como “representar al medio artísticos porque hay muchos compañeros que no tienen trabajo”. En entrevista Carmen Salinas comparte que, a pesar de las carencias que vivió de niña en Torreón, su tierra natal, fue feliz. Cuenta, además, que desde que estudiaba la primaria se dedicaba al canto: los viernes en el Palacio de los Deportes participaba en las Noches de Arte y Fortuna, para ganar cien pesos, dinero que daba a su madre para pagar la renta.

 

Bibiana Belsasso: ¿Cómo fue su infancia en Torreón?

Carmen Salinas: Fue muy linda, la añoro mucho a pesar de muchas privaciones que existieron por causas ajenas a mi voluntad. Fue bonita porque los juegos de los niños de antes eran muy sanos. Yo nací en la colonia Falcón y Allende, en una casa que era de mi tía María, ahí nacimos casi todos los hermanos.

Belsasso: ¿Cuántos hermanos son?

Salinas: Eramos ocho, han muerto dos de mis hermanas mayores y también dos medias hermanas, hijas de mi papá, que adoraba, me llevaba muy bien con ellas, Lucita y Elvirita. Estercita y Finita que eran mis hermanas de padre y madre, murieron las dos en el 2004. Vivíamos en una vecindad que daba para la calle Leona Vicario número 27 Norte, entre Allende y Abasolo, era de un señor que se apellidaba Camarillo. Era muy agradable porque el fondo daba para la calle y para la vecindad que tenía muchos callejones, era muy bonita. Daba la oportunidad de jugar a las escondidas y ocultarte en un callejón o en otro; te podías llevar muy bien con los vecinos que te daban un taquito de frijoles cuando había tanta privación, te sabía a caviar, te sabía muy rico.

Belsasso: ¡Incluso más rico!

Salinas: Viví muy feliz.

Belsasso: ¿Qué hacía su mamá para darles de comer?

Salinas: Hacía repostería y gelatinitas. A mis hermanos los enseñó a trabajar desde chiquitos, les hacía bolsitas de palomitas, terminaban la escuela y se iban a la calle a vender.

Belsasso: ¿Y su papá en qué trabajaba?

Salinas: Mi padre era corredor de bienes raíces, pero de pronto ya no lo volví a ver, desapareció de la casa.

Belsasso: ¿A los cuántos años deja de ver a su papá, doña Carmen?

Salinas: Tendría como unos siete u ocho años. Yo le preguntaba a mi mami ’¿y mi papá dónde está?’ —Se fue de viaje— ’¿a dónde?’ —muy lejos, muy lejos— ’¿y cuándo va a venir?’ – no sé. Yo andaba preguntando porque eso mi mamá no nos lo platicaba. Nunca nunca habló mal de él, nada más decía que estaba ausente, que se fue de viaje.

Belsasso: Eso a mí se me hace importantísimo porque muchas veces cuando hay divorcios, hablan muy mal del otro cónyuge con los niños.

Salinas: Utilizan a los niños para chantajear al marido, mi mamá no volvió a hablar de mi papá; sin embargo, la escuché en muchas ocasiones sollozar a media noche, creo que lloraba su ausencia.

Belsasso: ¿Y ella sola los saca adelante?

Salinas: Sí, ella sola nos saca adelante, pero hubo un momento en que tuvimos una junta todos y nos dijo: ’Ya no puedo seguir sosteniendo los estudios de todos, tenemos que echar un volado para ver quién sigue en la escuela’. Elenita y yo, que éramos las más chiquitas le dijimos, pues que terminen los hermanos mejor, nosotras terminamos la primaria.

Belsasso: Siempre acaban escogiendo a los hombres.

Salinas: No, fue una sugerencia mía, fíjate que no fue de mi mamá, ella quería echar un “águila o sol” para ver quién seguía estudiando. Empecé cantando primero en la escuela, estudiamos toda la primaria en la Alfonso Rodríguez, una escuela entrañable, que recordamos con mucho cariño. Ahí también estudiaron Rosina y Socorro Navarro, que fueron unas espléndidas cantantes, y las hermanitas Hernández. A mí me querían mucho las maestras y mis compañeras, nos llevábamos muy bien.

Belsasso: ¿Luego se dedica a ver cómo sobrevivir y empieza a cantar?

Salinas: No, cantaba mucho en la escuela. Me invitaban los padrecitos a la iglesia del Perpetuo Socorro, a la del Carmen y a la de Guadalupe, me encantaba. Cuando íbamos a una fiesta con mis amiguitas, yo les decía, ustedes empiecen: ’que cante Carmen, que cante Carmen’, todas me apoyaban, ’¡Carmelita, Carmelita!’ y me paraba a cantar. Cuando iba a los aficionados siempre ganaba, eran las Noches de Arte y Fortuna, los viernes en el Palacio de los Deportes, el premio era de 100 pesos. Mi mamá pagaba 25 pesos de renta, debía varios meses y le empecé a dar lo que ganaba y hasta pagaba por adelantado para no preocuparse.

Belsasso: Es que usted tiene, como se dice, esa “inteligencia de calle”, que los libros o la escuela no te la da y que se necesita para salir adelante.

Salinas: En 1952 estaba en un programa en la XET de Monterrey porque mi hermana Finita me llevó a vivir allá y a pedir trabajo. Tendría como 12 años y ya participaba en el programa Charlando con Usted, que producía y conducía Alicia Martínez, también estaba el señor don Juan Cejudo, padre del hombre que fue mi mejor amigo, casi como mi hermano.

Belsasso: ¿Cuántos años tenía?

Salinas: Como 12 años. Me acuerdo que en esa ocasión me pusieron a hacer imitaciones, de las primeras que hice fue la de Lydia Mendoza, una cantante de norteñas. Luego de Toña La Negra, de Libertad Lamarque, de María Victoria, todas me las adivinaron y dieron los pases para los cines de la localidad. En 1953, me contratan para trabajar en la coronación de la reina de la Feria del Algodón, en la Plaza de Toros Torreón, ahí vuelvo a ver a mi papá, le habían preguntado si conocía a una chamaca que se llamaba Carmen Salinas, a él le gustaba mucho guardar las formas y preguntó: ’¿por qué?’ —porque no sabes qué hermoso canta esa niña — él me buscó y me puso a cantar, ya ni lo reconocía. Como mi mamá nunca nos había hablado mal de él pensé que había regresado del viaje. ’Mamá, ya regresó mi papá del viaje, ¿no ha venido a verla?’, —no hija, quién sabe qué estará pasando, no sé — veía que evitaba hablarme de él, ya no le insistí.

Belsasso: ¿Llega a la Ciudad de México a trabajar a Canal 4?

Salinas: Debuto el 28 de octubre de 1953 en el Cine Ópera.

Belsasso: ¿Empieza a recorrer varios cines cantando e imitando?

Salinas: Así es.

Belsasso: ¿Su primera gran película?

Salinas: La Vida inútil de Pito Pérez, con Ignacio López Tarso, pero mi primer trabajo como actriz fue en el 64 con Ernesto Alonso con la telenovela La Vecindad.

Belsasso: Don Ernesto Alonso fue muy cercano a usted, ¿no?

Salinas: Como un padre, él me dio varias telenovelas, La Razón de vivir, Sublime redención, La frontera, El chofer, La sonrisa del diablo, que fue con Maricruz Olivier.

Belsasso: De todas esas, ¿cuál fue la que más trabajo le costó?

Salinas: Creo que la primera, porque no había estudiado nunca actuación y sola empecé a montar mis diálogos y mis textos. Me dieron mis guiones y dije: ¿esto qué es? —Es para que te aprendas lo que vas a decir, eres Cuca, la sobrina de la portera—.

Belsasso: ¿Quién fue su gran maestro en ese momento?

Salinas: Ernesto Alonso.

Belsasso: ¿Con qué otros grandes le tocó trabajar?

Salinas: La primera película en el 69, fue con Ignacio López Tarso.

Belsasso: Platicaba con él en una entrevista y me decía que había trabajado con María Félix y que había sido una experiencia divina, usted, ¿qué experiencia así me podría platicar?

Salinas: Trabajé con María Félix en cabaret, allá en Rosarito Beach, Baja California, me contrató Fanny Schatz, la representante de ella, para ir a abrirle un show. Ella siempre fue una persona muy especial, antes de subir al avión estaban los fotógrafos, se me ocurre ponerle la mano en la cintura y me dijo que le quitara la mano que no fuera a ensuciarle la ropa.

Belsasso: Eso estuvo muy feo.

Salinas: Así era ella y así se murió, le quité la mano y ya no hubo ninguna bronca, nos tomaron la foto.

Belsasso: ¿Cuántas películas ha hecho?

Salinas: Como 113.

Belsasso: Su hijo adorado fallece muy joven.

Salinas: Con un hijo o hija que muere, se mueren muchas cosas, se te va la vida, se te va el deseo del sexo, se te va el deseo de tener una pareja, tu vida se torna triste. A mí se me muere mi hijo de 37 años, me dejó sumida en una tristeza eterna, aunque me ría, aunque me veas, aunque platique y todo, un hijo es un hijo.

Belsasso: Sí, es la pena más fuerte.

Salinas: Enterré todas las imitaciones, ya no quise volver a hacerlas.

Belsasso: ¿Cómo la convencen para que regrese a la actuación?

Salinas: Me convence María Rojo, mi hermana. Con el Chatito Cejudo, me invitan a leer un ensayo deCada quien su vida, porque ya había actuado en esa obra, dirigida por Fernando Wagner, uno de los grandes directores de teatro de México.

El Chato me dice: ’María Rojo quiere que vayas al Salón México y le montes a una chavita, el papel que hacías de la Pepsi-Cola. —Ay, no Chato, qué flojera, yo no voy— ’Sí, ándale, ayúdale’. Pero era una mentira, me pusieron a una chamaca para que yo me la creyera y ella no lo hacía bien. Todo lo tenían súper preparado, le agradezco mucho a María, a Margarita Isabel, a Héctor Bonilla, y a Arturo Alegro, después entra Ernesto Gómez Cruz, mi hermano adorado, todos me ruegan que haga la Pepsi-Cola y acepto. El Chato les pide que yo cante la canción de “Cada quien su vida”, me llevo todos los premios como la Mejor Actriz de finales del 94, que es cuando muere mi hijo.

Belsasso: Oiga doña Carmen, a María Rojo también le da gusto por la política.

Salinas: Yo creo que sí, ya sé para dónde vas, empiezan por mi vida y terminan hablando de política.

Belsasso: ¿No quiere hablar de política?

Salinas: Te contestaré dos o tres cosas, pero entraste por el lado de María Rojo y ésta no es una entrevista de ella.

Belsasso: ¿La Cámara baja sí necesita una representante del medio artístico?

Salinas: No sé, me invitó César Camacho a participar, yo me resistía a hacerlo, pero ya estoy metida en esto y espero en Dios hacer bien la comisión que me den.

Belsasso: ¿Doña Carmen, qué le gustaría ver en este México, para todos los reporteros que tanto le preocupan?

Salinas: No me gustaría ver solamente para los reporteros o mis compañeros los artistas, desde hace años ha existido la pobreza, el rico y el pobre. Mi papá era priista, mi papá cuando tenía cinco o seis años nos llevaba a Elenita y a mí a las oficinas del PRI en Torreón, fui creciendo viendo el PRI, después conocí el PAN y luego conocí el PRD, pero me mantuve al margen. A mí me ha preocupado de toda la vida que una mujer sea golpeada, que un niño sea violentado, que sea explotado, me asusta la trata de blancas. Desde que tengo uso de razón he conocido lo que es la pobreza, pero cuando la gente quiere salir adelante, sale si le dan los elementos. ¿Cómo fue que a mí me dieron los elementos?: cantando, sabía cantar, imitar, iba a los aficionados, ganaba y le llevaba a mi mamá para que pudiera pagar la renta y darnos de comer.

Belsasso: ¿Qué se necesita para llegar a ser alguien?

Salinas: Ser trabajador, tener ganas, no esperar que te lo den todo peladito y en la boca. Uno tiene que poner de su parte para poder ser alguien en la vida. “Es que no estudié”, “es que soy pobrecito”, no mi vida, también se puede estudiar, tengo un sobrino que estudió leyes, tenía muchas faltas de ortografía, y yo le decía ponte a leer, aunque sea el periódico, y ahora es abogado. Yo admiro a mi madre porque con ocho hijos hacía gelatinitas y pastelitos y los vendía, llegaba muy contenta porque había podido sacar para darnos de comer. Yo he visto este programa que tiene Rosario Robles, es muy bonito porque le están dando elementos a los indígenas para que trabajen. Me encantó que se fueran a la montaña de Guerrero a hacerle sus casitas a la gente que vivía en unas casitas de cartón o de lámina.

Belsasso: Es muy lindo.

Salinas: Me da un gusto cuando veo a los niños que devoran su guisadito, su sopita y sus frijolitos.

Belsasso: No es gratis, el trabajo también es de la comunidad.

Salinas: Y a parte les pagan a las que hacen la comida.

Belsasso: Por supuesto , esa es una manera de reactivar la comunidad.

Salinas: Lo que yo quiero también es que apoyen a todas esas señoras indígenas que hacen bordados preciosos en Oaxaca, en Guerrero, en Chiapas, en el Estado de México, que la gente no sea mala, que no les regateen, si dicen que te lo venden a cien pesos, págales los cien pesos, no que les quieren dar cincuenta y los aceptan por necesidad, que les paguen lo justo porque en esos bordados están sus ojos, su vista, su espalda y sus manos.

Belsasso: Ahora, preguntas cortas, ¿cuál ha sido el día más feliz de su vida?

Salinas: Cuando nació mi hijo Pedrito.

Belsasso: Le iba a preguntar cuál fue el día más triste de su vida, pero me queda claro.

Salinas: Cuando él se me fue y cuando nació mi hija, que nació de ocho meses, llegué a la maternidad y no estaba el mugre doctor, entonces me atendió una enfermera y venía con unos guantes un pasante de medicina, voy a ver cómo quedó – no, no vengas a ver cómo quedó, tráeme el extractor de flemas, se me está asfixiando esta niña. En una ventana vi una Virgen de San Juan y le dije, Virgen salva a mi bebé, te prometo ponerle tu nombre, y la enfermera le metió la sonda y fue cuando soltó el llanto. Se me murió un niño de siete meses, lo aborté en mi departamento, corté el cordón umbilical, se me murió aquí en los brazos.

Belsasso: ¿Qué le gusta leer?

Salinas: Estoy leyendo La fiesta del chivo, de Vargas Llosa, ¡qué impresionante! Tengo el de la chica que ganó el Premio Nobel, Malala, cuando termine voy aventarme ese libro, me gusta leer.

Belsasso: Y de música, ¿qué le gusta?

Salinas: Me gusta toda, hijita, lo mismo puedo escuchar música clásica que a Los Tigres del Norte, la música cuando sabes apreciarla, te gusta toda y sientes amor por la música. Mi hijo fue un gran músico.

Belsasso: Compléteme esta frase, Carmen Salinas es…

Salinas: Tu amiga.