Aguantan, hacen el amor y sufren, son mujeres
Escribió Bob Dylan en una de sus canciones más bellas, “Just like a woman”, que “ella aguanta como una mujer, ella hace el amor como una mujer y sufre como una mujer, pero se echa a llorar como una niña pequeña”.
Nadie sabe para quién escribió el reciente Nobel de Literatura esa canción, algunos dicen que para Joan Baez, con quien entonces tenía una relación compleja, otros que para una de las muchas musas de Andy Warhol que murió de una sobredosis de heroína, pero el estribillo de esa canción se ha quedado prendido en la cultura popular, como muy pocos, cuando se habla de las mujeres: ella aguanta, hace el amor y sufre como una mujer, pero llora como una niña pequeña.
Hoy es el Día Internacional de la Mujer y algunos lo celebrarán, otros lo ignorarán, algunas de nosotras se manifestarán pero la enorme mayoría estará atentas a su labor cotidiana, a ese esfuerzo doble o triple que muchas mujeres tienen que realizar día con día.
Hoy, el 29 por ciento de los hogares de México son mantenidos por una mujer, casi un tercio de ellos: en ocasiones porque están solas, en otras porque sus parejas no trabajan, pero tres de cada 10 hogares se sostienen económicamente sobre los hombros de una mujer. Los salarios de las mujeres son sistemáticamente más bajos que los de los hombres, aunque realicen el mismo trabajo.
La violencia se ceba especialmente en las mujeres: por ejemplo, en el Estado de México desaparece por lo menos una mujer por día, los feminicidios se han disparado, la inseguridad se ha extendido como una enfermedad.
Las mujeres tienen que trabajar más por un salario menor, pero además tienen que cuidarse ellas, sus hijos y sus familias de la violencia y los abusos.
No debería sorprendernos entonces que esa situación de discriminación vaya de la mano con una participación política que es mucho menor a la representación y el peso social que tenemos las mujeres.
En el gabinete presidencial hay sólo tres mujeres en Secretarías: Rosario Robles (cuya historia política es notable), Arely Gómez y María Cristina García Cepeda. Alejandra Lagunes asoma en el equipo de Los Pinos.
En el Congreso las nuevas leyes han permitido una participación mucho mayor de las mujeres en las listas pero no en las posiciones legislativas de mayor poder.
En los estados no hemos avanzado, hemos retrocedido: nuestra única gobernadora es Claudia Pavlovich.
En los partidos se ha retrocedido también: sólo uno de ellos tiene una mujer en su dirigencia, Alejandra Barrales en el PRD.
En el PRI acaba de dejar la secretaría general Carolina Monroy y llegó a esa posición Claudia Ruiz Massieu, mientras que en el PAN, Margarita Zavala puede convertirse en candidata presidencial y Josefina Vázquez Mota tiene muchas posibilidades de ser gobernadora del Estado de México.
En Morena, sólo Claudia Sheinbaum tiene un rol protagónico. Y prácticamente se acabó. Hace apenas cinco o seis años, los espacios, aunque eran pocos, son mucho mayores a los de hoy.
Más allá de la poesía de Dylan, lo cierto es que nuestras mujeres sufren, hacen el amor y aguantan cada vez más, pero tienen cada vez menos tiempo para llorar, mucho menos de la forma incontenible en que lo hace una niña.
Tenemos que trabajar, que cuidar y educar a nuestros hijos, participar en un mundo que nos ha dado cada vez más obligaciones que no se equiparan con los mismos derechos.
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