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A correr un Gran Premio cada día

Dicen que el mundo del tercer milenio será para quienes tengan la sabia virtud de valorar el tiempo, el espacio, la influencia; para quienes sepan utilizar la comunicación y sobre todo el conocimiento. Hoy La Razóncomienza su tercer milenio, publica su edición 2001 convencidos de que ése es el camino. Decía Arthur Miller: “un buen periódico es una nación hablándose a sí misma”. Pues todos los días nosotros queremos hablar con ustedes, construir una nación con base en la información, la opinión, el debate y la pluralidad, tan lejos de la falsa objetividad (que no es más que una forma de no asumir compromisos) como de cualquier intento de manipulación. Es un placer comenzar este tercer milenio de La Razón, gracias a sus propietarios, don Ramiro Garza Cantú y su familia; con su director, mi amigo Rubén Cortés, y con toda esta plantilla que ha convertido aLa Razón en un periódico de referencia en nuestro país.

No hay un espectáculo deportivo global semejante a la Fórmula Uno. Cada Gran Premio puede ser visto hasta por 500 millones de personas en todo el mundo (como un Super Bowl pero repetido veinte veces al año), Una justa en la que los índices de facturación sólo de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) superan al año los mil 200 millones de dólares y los derechos de televisión 500 millones; en la que participan cientos de miles de aficionados en cada Gran Premio organizado alrededor del planeta.

Es una competencia, además, en la que se terminan por poner a prueba los últimos avances en la tecnología que cada uno de nosotros estará utilizando dentro de algunos años, con equipos extraordinarios detrás de cada piloto, de cada escudería.

El Gran Premio de México disputado este domingo tuvo todo eso y mucho más. Fue un espectáculo extraordinario, organizado en forma notable por una conjunción de empresas privadas (CIE en primerísimo lugar) y los gobiernos federal y del DF, y con la participación, sólo en el remozado y bellísimo autódromo Hermanos Rodríguez, ayer, de casi 100 mil personas con boleto pagado. Fue un gran espectáculo, pero fue mucho más: la demostración de cómo se puede organizar este tipo de evento en forma ejemplar: no hubo un solo capítulo que desentonara, el entusiasmo de la gente fue solamente el reflejo de lo logrado en el autódromo y en todo el dispositivo que lo rodeó.

En términos de seguridad, ejecutada por la Secretaría de Seguridad Pública del DF, la llegada, la salida y el control interior de la multitud en el inmueble se efectuaron mediante el desplazamiento de unos 4 mil 800 elementos policiales, con una supervisión personal de sus mandos y varios helicópteros vigilando desde el aire todo el acontecer en la Magdalena Mixhuca. Pero lo importante no fue el número, sino el resultado. No vi en los días de competencia un solo conflicto serio, una situación fuera de lugar. Dentro del autódromo sólo hubo tres detenciones de carteristas el sábado, y el domingo ocho por revender boletos y unas 50 por obstrucción de la vía pública.

Pero, más allá de los datos, lo importante es comprobar cómo cuando los esfuerzos de la iniciativa privada, de los gobiernos y de la gente se conjugan con inteligencia, prácticamente todo es posible. Lo importante es comprobar cómo los esfuerzos comunes tienen repercusiones y pueden ser apreciados y disfrutados por todos.

Gocé enormemente del Gran Premio de ayer, pero no pude dejar de preguntarme ¿qué nos pasaría como país si cada día, en todos los ámbitos de la economía, la política y la educación organizáramos y corriéramos un Gran Premio? ¿Hasta dónde podríamos llegar como sociedad y nación? No dudo que podríamos estar, por lo menos, en el podio.

bibibelsasso@hotmail.com
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