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A 5 días, otro muerto

 

La elección del próximo domingo ha estado marcada, en algunas regiones del país, por violencia de distintos tipos. La que ejercen grupos como la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación es cotidiana, constante; rebasa todos los límites, pasa del bloqueo callejero a la quema de instalaciones y oficinas y al secuestro de personas.

Al quedar esa violencia siempre en la impunidad, como viene ocurriendo desde hace ya demasiado tiempo, alimenta otra: la del asesinato del contrincante, del rival, ya sea por razones políticas, como criminales, hasta personales. Por eso se suceden los homicidios con apariencia política: porque se cree que quedarán impunes, que no tendrán costos.

Ayer fue asesinado en sus oficinas en Valle de Chalco el candidato del PRD a diputado federal en el distrito 32 del Estado de México, Miguel Ángel Luna Munguía. Mientras el abanderado a presidente municipal quedó herido. Los primeros reportes dicen que tres hombres entraron a las oficinas del candidato y le dispararon varias veces. No se sabe por qué, ni cuál ha sido la causa, pero a pocos días de las elecciones se le atribuyen, no puede ser de otra manera, objetivos políticos.

Éste no es el único asesinato relacionado con las contiendas del próximo 7 de junio. Se han dado más de 30 homicidios a candidatos, coordinadores de campaña, operadores políticos de distintos partidos, en los últimos meses.

Las razones pueden o no ser políticas. En todo el cinturón suburbano, en el oriente de la Ciudad de México, la inseguridad es un flagelo. Allí operan desde bandas de secuestradores, que allí tienen las casas de seguridad para su protección o para retener a sus víctimas, hasta talleres para desmantelar coches robados. Desde ahí se planean extorsiones y robos de vehículos y operan intensamente el narcotráfico y la trata de personas.

El pasado 27 de mayo se puso en marcha un segundo cerco contra la inseguridad en la zona limítrofe de la Ciudad de México en la delegación Tláhuac y sus límites con Chalco en el Estado de México. Es un operativo conjunto entre autoridades capitalinas, federales y mexiquenses en el que participan más de 100 elementos de seguridad y 31 vehículos dedicados exclusivamente a tratar de frenar el ingreso de grupos criminales a la capital y retomar el control de esta zona. Ha habido avances, pero son ínfimos.

Lo que sucede es que resulta imposible que exista tanta presencia criminal sin la colaboración de autoridades locales, desde presidentes municipales hasta policías. Como en otros lugares marginados del país, llámense Iguala o Chilapa, la corrupción es el común denominador que alimenta y explica la violencia. Y la impunidad, sea del signo que sea esa violencia, es la que permite que se extienda cada día más en la vida social y política del país. A cinco días de las elecciones.

bibibelsasso@hotmail.com 
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