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Sólo falta Josefina

Las campañas para los comicios del 4 de junio en el Estado de México ya comenzaron, aunque el calendario electoral diga otra cosa.

El pasado fin de semana, Delfina Gómez, la candidata de Morena, echó la casa por la ventana con un mitin de miles de personas, centenares de autobuses, gente traída de todos los confines del Estado de México. Y junto a ella el verdadero artífice de esa campaña: Andrés Manuel López Obrador.

Al mismo tiempo, Alfredo del Mazo, encabezando la coalición PRI, Verde, Nueva Alianza, era designado candidato y se tomaba la foto de la unidad con todos los otros aspirantes del tricolor. Durante todo este mes, Alfredo y Delfina estarán trabajando para consolidar candidaturas y amarres.

Pero ninguno de ellos está arriba en las encuestas, por lo menos en las que conocimos hasta finales de enero.

Quien encabeza todos los sondeos es Josefina Vázquez Mota, pero su candidatura está bloqueada por un grupo minoritario de panistas que, en los hechos, parece trabajar más para el PRI que para su propio partido.

No es una novedad: el grupo que encabeza Ulises Ramírez viene manteniendo excelentes relaciones con los tres últimos gobiernos mexiquenses (el de Montiel, el de Peña Nieto y el de Eruviel Ávila) y las impugnaciones que ha mantenido contra el método de selección directa de Josefina, no tienen sustento político alguno más que retrasar la candidatura de la aspirante presidencial del 2012.

La estrategia de ese grupo es mantener las impugnaciones para que no haya candidata hasta el 3 de marzo, fecha límite para su registro.

La dirección nacional del PAN no puede permitirlo. Este grupo, junto con la corriente ADN del PRD, fueron los que impidieron también que existiera una alianza PAN-PRD en el estado. Salvo alguna excepción, todos los grupos y personajes políticos importantes del blanquiazul, dentro y fuera del estado, apoyan abiertamente a Vázquez Mota.

Dicen quienes están cerca de este proceso que esta misma semana el tema tiene que estar resuelto, aunque eso cueste separar a Ramírez y los suyos del partido

Hacen bien porque de otra forma un mes de desgaste podría acabar no sólo con los diez puntos de ventaja que tiene Josefina, sino incluso con las aspiraciones del PAN, que no puede, como está ocurriendo con el PRD, por una maniobra similar, terminar embarcado en una lucha interna donde ni siquiera quede claro que pueda obtener un candidato viable.

Se ha dicho que tanto el PAN como el PRD están demostrando en el Estado de México que no han sabido renovar cuadros y candidatos. Es verdad, pero lo es precisamente por la labor interna de esas dos corrientes, una blanquiazul, la otra perredista, que son las que han mantenido la hegemonía local de esos partidos durante años, con el resultado de no competir nunca con el oficialismo, más que en posiciones legislativas y municipales. Y en ambas han dejado también un mal sabor de boca.

Para el PRD, y para sus dirigentes, como Alejandra Barrales, lo ideal hubiera sido una alianza con el PAN. No hubo un nombre que la estimulara. Ahora el perredismo tendrá que ver cómo se coloca en una posición competititva o si ocurrirá como en Chihuahua, donde el bloqueo de la coalición provocó una alianza de facto en torno a Javier Corral.

Pero mantener la incertidumbre en el PAN sería casi criminal, un suicidio político cuando tienen un gran espacio por recorrer. El PRI y Morena ya lo saben, y cuanto más tarde el registro de Josefina, más tratarán de aprovecharlo.

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