Entrevista a Alejandro Solalinde
Alejandro Solalinde es un sacerdote católico quien desde hace 11 años ha trabajado en el apoyo y la defensoría de los migrantes.
Su labor le ha valido reconocimientos como el Premio Paz y Democracia y el Pagés Llergo de Democracia y Derechos Humanos, pero también lo ha hecho víctima de amenazas de muerte.
BB: Padre, usted me ha dicho que viene de una familia muy humilde, pero con muchos valores…
PS: Fue una familia funcional…, pobre; mi papá era maestro de barrio, titulado, y mi mamá se crió en un rancho, estudió me parece que hasta la secundaria, que en aquel entonces era ya una proeza para una mujer; tuvieron 5 hijos. Somos 4 hombres y 1 mujer. Yo era la oveja negra de la familia.
BB: ¿Qué hacía? No me lo imagino de oveja negra…
PS: Muchas travesuras, un niño demasiado inquieto… Me crié en el barrio de Santa Julia, en la colonia Anáhuac. Había pandillas, que no son como las de ahora porque no se drogaban, pero había muchos pleitos y nos agarrábamos a pedradas con lodo, a mano limpia o como fuera, y a mi familia siempre le iban a dar la queja de todo lo que yo hacía… me corrieron de un colegio católico, ya no me aguantaban las pobres monjitas, y luego de otro; pero todo cambió, digamos, en la secundaria…
BB: ¿En qué momento decide que quiere dedicarse a la vida de oración y de fe?
PS: Dios me llamó, yo tenía una novia a la que quería mucho, Yolanda, y soñábamos, como todos los novios… estuvimos 3 años juntos y cuando entré a arquitectura, el primer año en la UNAM, empecé a sentir el llamado del Señor y tuve que decidir…
BB: Y se mete al seminario, ya estaba muy convencido de lo que quería hacer…
PS: Sí, nunca dudé, desde que yo me fui al seminario nunca he dudado de mi vocación ni de ser católico. Estoy inconforme con muchas cosas porque en el aspecto humano la Iglesia católica se desvió hacia el poder y el dinero, pero yo la amo, no voy a irme nunca y sí voy a luchar por que la Iglesia se reforme, que se haga el tipo de Iglesia que Cristo quiere.
BB: Que es un poco lo que mucha gente dice: “yo soy absolutamente creyente, pero hay cosas con la Iglesia con las que no coincido”. Han vivido en la opulencia, vas al Vaticano y es la cosa más hermosa que hay, pero no deja de ser un inmueble de millones y millones y millones de dólares cuando hay mucha gente muy pobre…
PS: El Estado del Vaticano en sí es un emporio de poder, pero la Basílica y el Palacio Vaticano y todo eso son la prueba más grande de lo que una institución religiosa ha podido construir en el mundo, yo pienso que nunca ha existido nada igual al Vaticano, nunca…, y es una prueba de que debemos cambiar, porque eso no es la Iglesia que Cristo quiere…
BB: ¿Qué fue lo que más le costó trabajo una vez que entra al seminario?
PS: El no poder vivir lo que el Vaticano me había enseñado, el Concilio Ecuménico Vaticano Segundo y el padre Camilo Maccise y tantos obispos proféticos y superiores magníficos, que me orientaron hacia otro tipo de Iglesia y a ser yo mismo y a luchar por lo que yo creía que era justo y obedecer y ser fiel a mi conciencia, eso fue lo más duro: enfrentar a las mismas autoridades que no me permitían ser ni yo mismo ni ser fiel al ministerio, al magisterio de la Iglesia, y vivir como Jesucristo, simplemente una Iglesia feudalizada, estructurada jerárquicamente como en pirámide, no se puede seguir la vida del Evangelio itinerante, pobre, abajo, como de Jesús.
BB: Lo que se necesita es tener a los sacerdotes en la calle, ayudando y apoyando a la gente porque hay muchísima necesidad en México y el resto del mundo…
PS: Sí, a mí me cambió mucho que de los 10 años que estuve en la formación, 7 estuve en el seminario, con religiosos, con diocesanos, con un instituto secular, pero 3 años dije: “ya afuera, tengo que buscar otra formación”, y empecé a estar más bien con los laicos, a estudiar, a trabajar con la gente más pobre, y me cambió la visión, porque ahora entiendo, miro a la Iglesia desde abajo.
BB: Tuvo que haber un momento, una historia de un migrante que le haya transformado…
PS: Sí, fue un momento muy importante cuando yo había cumplido 60 años de edad, 30 de párraco… De repente paso por un lugar en Ixtepec, Oaxaca, y me encuentro con cientos y cientos de migrantes sucios, con hambre, con sed, sobre un tren. Yo dije: “¿quién los cuida?”, y pregunté al padre Villa, “¿ya viste cuántos migrantes hay?”. Y dice: “uy, eso no es nada”, con una indiferencia. Y le dije: “padre, pero son tus ovejitas, están a una cuadra de tu parroquia” y no me contestó. Yo, ya no pude estar en paz… Y fui con el obispo y dije: “quiero que me dé permiso de estar con los migrantes de tiempo completo, dedicarles mi vida”. Obviamente él regateó, porque la estructura pedía estar en una parroquia donde pudiera celebrar misa tras misa; pero las dos cosas son complementarias, la parroquia y la acción itinerante misionera, como Jesús…
BB: Bueno, también está el tema de estar en misa celebrando, que llegue mucho más dinero a la Iglesia, y estar en la calle no te genera dinero para la Iglesia…
PS: Efectivamente, yo no genero dinero, a mí no me mantiene la Iglesia, no me da un peso… Mi familia es muy linda, me ha ayudado mi hermano Raúl… Él siempre se ha preocupado, es como un segundo padre, cada mes me ayuda y yo uso eso mismo. Puedo compartirlo con otras personas, mis necesidades son mínimas y no me falta. Tengo muchas casas, muchos carros, viajes, muchos amigos y no pago predial de nada, porque yo no tengo que preocuparme ni por las casas ni por la gasolina ni por nada. Es lo más maravilloso: tener todo y no tener que ser dueño de nada…
BB: Oiga, ¿y no se ha enojado la Iglesia?
PS: La Iglesia es usted, la Iglesia soy yo también. ¡Ah!, la jerarquía a veces ha desconfiado un poco porque ve el contraste y yo cuestiono muchas cosas de la Iglesia. Yo quiero mucho a mis obispos, pero creo que no es el estilo de vida que Cristo quiere. No basta una vida decente, se necesita una vida como la de Jesús y se puede serlo, se puede cambiar el estilo pero tiene que formar de otra manera a los sacerdotes, a los obispos, para ser itinerantes como Jesús…
BB: Usted ha sido confesor de muchísimas personas, esto implica muchísima responsabilidad con toda la información…
PS: Uh, si le contara… Se acercan mujeres que me dicen cosas muy importantes, mujeres cuyos hombres son del crimen organizado, esposas de funcionarios, esposas de elementos de corporaciones policiacas, y me cuentan tantas cosas; por eso no me puedo callar, me dan información privilegiada. Obviamente la gente jamás sabrá ni quién me lo dice ni qué me dice. A mí me pueden matar, nunca voy a revelar una fuente, es como lo de Ayotzinapa…
BB: El primero que declaró que habían incinerado a los jóvenes fue usted…
PS: Tengo que hablarlo, no puedo callarlo, y con el riesgo que sea, la gente lo tiene que saber, no es necesaria la fuente…
BB: Se han detectado muchas fosas clandestinas en Veracruz, ¿me está diciendo que van a aparecer más?
PS: Sí, tienen que aparecer muchísimas en Chiapas, en Oaxaca, en Tabasco, Veracruz; Tamaulipas ya empezaron a salir algunas, en Coahuila también… Hace años yo dije que México era un cementerio de migrantes y un fosario; ahora pienso que cuando haya otro tipo de gobierno vamos a empezar a decir en dónde pueden estar esas fosas.
BB: Me imagino que le duele…
PS: Claro, porque cada una de esas fosas es una familia que se incomunicó, una muerte angustiosa, tal vez tortura, que fueron los últimos momentos terribles de esa persona, y ni siquiera saber su identidad.
BB: Sí, es una tragedia. Padre, ¿cuál ha sido el día más triste de su vida?
PS: Cuando tuve que dejar la Mixteca Alta. Estuve 10 años con gente en una pobreza extrema, en un ambiente físico aniquilado; destruidas su ecología, su flora, su fauna, pero con un espíritu grande. Ellos me evangelizaron, los amé, los respeté. Ellos me quisieron mucho y el día que yo salí sufrí bastante; ése fue uno de los días más tristes de mi vida. Los lloré una semana, un mes, no sé cuánto… porque había sido gente muy noble; los pobres me evangelizaron, me enseñaron muchas cosas…
BB: ¿Y el día más feliz?
PS: De los días más felices fue, aparte de mi ordenación sacerdotal, cuando vi que un grupo de migrantes, en lugar de ir en las vías con todos los peligros del mundo, eran escoltados por la coordinación de dos gobernadores, el de Chiapas y el de Oaxaca, y los llevaban como reyes; Migración les daba cosas y así, en un convoy de personas de verdad muy importantes, pareciera que fuera un mandatario, un jefe de Estado el que iba ahí. Lloré de emoción y fue uno de los días más felices de mi vida, cuando les reconocieron su dignidad.
BB: Compléteme esta frase: el padre Alejandro Solalinde es…
PS: Un misionero del reino de Dios, un rebelde… Lo más duro fue enfrentar a las autoridades
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