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“Crecí rodeado por Pemex, y ahora llego aquí por el destino”: Un Café Con José Antonio González Anaya

Hace casi un mes José Antonio González Anaya fue nombrado director general de Petróleos Mexicanos (Pemex), un cargo que se suma a una trayectoria en la cual figuran cargos en instituciones como el Banco Mundial, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y el Instituto Mexicano del Seguro Social. En esta entrevista muy personal comparte anécdotas de su infancia en Coatzacoalcos Veracruz, cuando acompañaba a su padre, un contratista de Pemex, a lo que llamaban campo. “Era muy divertido veíamos cómo se construían las tuberías o plantas”, recuerda. Además habla de la pasión que siente por trabajar al frente de la empresa productiva del Estado a la que llegó por dictado del “destino”, dice.

Bibiana Belsasso: Naces en Coatzacoalcos, platícame de esos primeros años en esta ciudad petrolera, paradójicamente, en el tema que estás ahora, ¿cómo fueron esas épocas?

González Anaya: Muy divertidos. La casa de mis papás está ahí todavía y regresamos seguido, dos o tres veces al año, siempre en Navidad, pero también nos escapamos en el verano y en otros momentos. Tengo los mejores recuerdos de Coatzacoalcos. Pero a la vez, siempre recuerdo haber estado rodeado de Petróleos Mexicanos (Pemex).

 

Belsasso: Precisamente, naces en Coatzacoalcos porque tu papá trabajaba ahí, ¿no?

 

González Anaya: No trabajaba en Pemex, pero era contratista. Mi abuelo sí trabajó en Pemex: él fue de los primeros empleados. En los años 30, cuando se nacionalizó la empresa, fue de los primeros trabajadores.

 

Belsasso: ¿Qué hacía tu abuelo?

 

González Anaya: Era ingeniero agrónomo y trabajaba en Pemex. No me acuerdo bien qué hacía, sí me acuerdo que cuando venía con nosotros iba a las plantas y esas cosas.

 

Belsasso: ¿Y lo acompañabas de chiquito?

 

González Anaya: A él, menos, a mi papá, muchísimo. Nosotros decíamos vamos al campo, era divertido porque ibas y estaban construyendo alguna tubería, alguna planta y estabas jugando literalmente en la selva.

 

Belsasso: Y también es otro mundo. ¿Te tocaba ir a alguna plataforma de pequeño?

 

González Anaya: Nunca. Algunos de mis amigos en verano se iban a ir a trabajar a las plataformas, porque se decía que pagaban bien y trabajas quince días —todavía funciona así— y los otros quince, no, porque es un trabajo intenso. Pero no me fui, la final no se pudo organizar.

 

Belsasso: Son quince días muy pesados en altamar.

 

González Anaya: Sí, lo son. He regresado y la intensidad en las plataformas es súper interesante.

 

Belsasso: ¿La primaria la haces en Coatzacoalcos?

 

González Anaya: La primaria y la secundaria las hago en Coatzacoalcos y los primeros años de la prepa, luego me voy a estudiar a Estados Unidos y ahí me quedé muchísimo tiempo.

 

Belsasso: ¿Nunca pisas la Ciudad de México te vas directamente de Coatzacoalcos, a qué parte de Estados Unidos?

 

González Anaya: Me fui a Carolina del Norte a una preparatoria, un internado y de ahí a Boston al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) a estudiar la carrera.

 

Belsasso: Estuviste prácticamente más de la mitad de tu vida en EU formándote académicamente.

 

González Anaya: Antes así era, ya se empieza a nivelar. Pero sí, pasé los cuatro años de la carrera en Boston, cinco años del doctorado, cuatro años del Banco Mundial y tres años de profesor en Stanford, así que fueron muchos.

 

Belsasso: ¿Y a la prepa te vas a una especie de escuela militar?

 

González Anaya: Era un internado, no era militar, pero era un internado.

 

Belsasso: ¿Qué recuerdos tienes de ahí?

 

González Anaya: Primero extrañas tu casa, pero después tienes realmente una vida muy especial, todo está muy organizado, tienes clases en la mañana, haces deportes en la tarde, estudias en la noche. Sí, fue realmente una gran experiencia.

 

Belsasso: Es esta educación de EU que finalmente te dice y te enfoca para lo que eres bueno, ¿qué te decían allá?, ¿en qué especialidad se centraron?

 

González Anaya: Pues, mira, resultó que era bueno para los números. La idea era que yo, en esos años, me fuera a aprender inglés y luego regresar a México, pero hay un examen estandarizado que todo el mundo hace en Estados Unidos, el SAT, el cual tiene una parte de matemáticas, que ahora le llaman analítica y una parte de inglés. En la parte de matemáticas sí era bueno en esas épocas.

 

Belsasso: Y con ese SAT te consigues una beca en Boston, lo que acaba siendo buenísimo.

 

González Anaya: De ahí salió, a la hora que salieron los scores, si acabé entrando al MIT, que es un lugar intenso.

 

Belsasso: ¿Y qué te dicen en tu casa?, porque seguramente tus papás nunca se imaginaron que te fueras tanto tiempo: ‘¿sabes qué?, se va fuera y ya prácticamente no va a regresar hasta muchos años después’.

 

González Anaya: Al principio no había tanto entusiasmo, pero, después sí hubo. La verdad es que sí es una experiencia increíble, estudiar en una universidad donde se hace esa cantidad de investigación, ese nivel de rigurosidad e intensidad, fue fantástico.

 

Belsasso: Pero platícame, cuando haces estos exámenes allá, estas aplicaciones a las distintas universidades de Estados Unidos, con un score, que me imagino es altísimo ¿qué universidades te aceptan?, ¿cómo fue?, ¿qué cartas empiezas a recibir? y ¿cómo te defines hacia dónde te vas?

 

González Anaya: Siempre quise ser ingeniero —es una cosa extraña— entonces el MIT es la cuasi catedral de la ingeniería en Estados Unidos y algunos dirían que en el mundo. Cuando entré —la verdad es que estaba yo muy ilusionado de poderme ir y resultó— en el MIT “te fuerzan” a que tienes que tomar una clase de humanidades al semestre, para mantenerte balanceado.

 

Lo irónico es que la Economía se considera una humanidad y empecé a tomar clases de economía, decidí que me gustaba y estudié las dos carreras y acabé siendo economista e ingeniero.

 

Belsasso: ¿Llegas a Harvard a hacer el doctorado?

 

González Anaya: Después de hacer la carrera, trabajo aquí en México un par de años y de ahí me voy a Harvard a hacer el doctorado ya en economía.

 

Belsasso: ¿Y a Stanford a dar clases?

 

González Anaya: Eso vino mucho después, terminando el doctorado me fui al Banco Mundial, trabajé para varios países de Sudamérica, Bolivia, Paraguay, Perú, Panamá, y después salió esta oferta para irme a Stanford que fue fantástica también. Hacer academia fue muy padre, además fue un contraste total de la Costa Este —el frío, los inviernos— a Stanford que son 23 grados todo el año y soleado.

 

Belsasso: Me decías que estos años —estuviste casi nueve años en Boston— fueron hermosos, pero también muy duros, precisamente por el clima, además es una ciudad mucho más chica, de estudiantes, de ahí te vas a Washington donde se te abre otro panorama y estás muy cerca de Nueva York, de poder hacer muchas otras cosas.

 

González Anaya: La verdad es que fue también una gran experiencia trabajar en el Banco Mundial, en Washington, mucha gente se va a trabajar ahí como primer empleo, cosa que yo no sabía. Entonces, en Boston había muchos estudiantes y sientes que todos son de tu edad, de ahí te vas a Washington y hay muchos estudiantes, que están en su primer trabajo, entonces era un ambiente muy divertido.

 

Belsasso: Y tus raíces mexicanas te jalan y conoces, bueno, ya conocías, pero le propones matrimonio a Gabriela, mexicana, y se va contigo a Washington.

 

González Anaya: Es correcto y de ahí nos vamos juntos a Stanford, ella estudia la maestría y yo doy clases. Luego me regreso aquí a México con Agustín Carstens, que me invita a que sea su coordinador de Asesores en Hacienda y trabajé ahí 10 años y conocí a un montón de gente con la cual he hecho una enorme amistad y aquí seguimos batallando, notoriamente Pepe Meade.

 

Belsasso: Bueno, Gabriela es hermana de una economista también y una mujer brillante, Ana Paula Gerard. Tu relación con ellos también es cercana, ¿no?

 

González Anaya: Es correcto, también tengo una relación cercana con ellos.

 

Belsasso: ¿Gabriela también es economista?

 

González Anaya: No, ella es abogada, trabajó en Secretaría de Comercio y Fomento Industrial (Secofi). Lo que hoy es Economía antes era Secofi, en la negociación del Tratado de Libre Comercio.

 

Belsasso: ¿Y cómo la convences que vaya contigo a Washington?

 

González Anaya: Esa es una historia larga, que entraremos en otro momento.

 

Belsasso: Platícanos, sintetízanos.

 

González Anaya: Ahora sí que, fue un proceso de negociación casi como el del TLC.

 

Belsasso: ¿Se rehusaba?

 

González Anaya: No. La verdad es que bastante bien, los dos estábamos interesados en vivir juntos y demás.

 

Belsasso: ¿Y tienes cuántos hijos ya?

 

González Anaya: Tenemos tres hijos, un niño, una niña y un niño. Todavía están chicos, el más grande está en la secundaria y los demás están en la primaria.

 

Belsasso: ¿Y te acompañan, a veces, para ver lo que estás haciendo?, porque me imagino que tienes poco tiempo para la familia.

 

González Anaya: Pues, mira, tengo una anécdota, cuando me cambié del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para acá, el más chiquito me dijo: ‘No entiendo, papá, antes había hospitales, curabas gente, curabas niños y ahora nada más tienes gasolinerías’. Y no me atreví a decirle que las gasolinerías no son de Pemex, pero, bueno, él con eso se quedó. Así es que sí.

 

Belsasso: ¿Y has llevado un poco a tus hijos para que conozcan lo que haces?, porque finalmente es bien importante: ‘Mi papá no está en todo el día, porque trabaja muchísimo’, pero también es importante ver lo que estás haciendo y lo que estás haciendo por el país.

 

González Anaya: Sí, así es, sí han venido aquí a la oficina. En el IMSS sí pudimos hacer varias cosas, aquí no he tenido tiempo, he estado concentrado en el programa, éste, de ajuste, pero cuando salgamos, ahora sí que, como decía yo de chico, al campo, me acompañarán.

 

Belsasso: Seguramente seguirán tus pasos, porque muchas veces dices: ‘Es tal, porque es hijo de tal’, lo que pasa es que desde chiquito escuchas en las sobremesas lo que hacen tus papás, lo que hicieron tus abuelos y eso te acaba llamando. Y tú llevas ya tres generaciones trabajando en temas relacionados con el petróleo, prácticamente, en cosas muy similares.

 

González Anaya: Sin duda. Bueno, yo no había trabajado en nada que tuviera que ver con Pemex, en toda mi vida hasta ahorita, entonces, sí fue el destino.

 

Belsasso: ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

 

González Anaya: Jugar tenis y andar en la bicicleta, esos son mis hobbies. Y andar leyendo, eso también.

 

Belsasso: Pero haces bici de fondo, ¿no?

 

González Anaya: Sí y de ruta.

 

Belsasso: ¿Y distancias de dónde a dónde recorres?

 

González Anaya: Depende cómo ande de condición, pero hay una excursión notoria que se oye muy sofisticada, pero que no lo es tanto, hay una Ruta México-Acapulco en tres días, que realmente fue muy divertida, muy divertida, suena mucho más difícil de lo que es, es en tres días, entonces se divide y está muy bien organizado.

 

Belsasso: Sí, pero, el Tour de Francia, ¿cuánto dura?, ¡un chorro!

 

González Anaya: Pero eso es otra cosa.

 

Belsasso: Ya para profesionales.

 

González Anaya: Sí, jugar tenis, no es un juego, es una religión. Jugaba desde chico, jugué para el equipo de la Universidad.

 

Belsasso: Además dicen que hacer bici de fondo te hace pensar, que es una manera de relajarte y concentrarte también, porque tienes que saber exactamente cómo ir. Y el tenis también, es un deporte de niveles de concentración muy altos.

 

González Anaya: Sin duda, sin duda. No puedes estar pensando en estas cosas, a veces, te pones a pensar en otras cosas y no lo haces bien. Así que tienes que tratar de concentrarte y eso ayuda.

 

Belsasso: Me dices que te gusta leer, ¿a qué horas lees cosas de diversión?

 

González Anaya: A ratitos, en las vacaciones y en los aviones.

 

Belsasso: ¿Qué lees?

 

González Anaya: Soy bastante trivial, novelas y cosas de éstas.

 

Belsasso: ¿Cuál nos recomiendas?

 

González Anaya: Ahora sí que, hay muchas, pero, vas a decir que le estoy haciendo propaganda, pero leí la última novela de Aguilar Camín, la de Adiós a los padres, que me encantó. Obviamente lectura obligada, si alguien lee novela, está García Márquez; pero están los españoles, Carlos Ruíz Zafón, que también me gusta, en fin.

 

Belsasso: ¿El día más feliz de tu vida?

 

González Anaya: Ha habido muchos, difícil de escoger, pero relacionados con la familia, con los hijos.

 

Belsasso: ¿El más triste?

 

González Anaya: Uff, ha habido menos, hay que pensar.

 

Belsasso: Complétame esta frase, José Antonio González Anaya es…

 

González Anaya: Buena pregunta, no lo sé, todavía estamos buscando qué ser y qué hacer, pero lo hacemos con mucha pasión.