Excomulgar a delincuentes
Hasta hace muy poco en la Iglesia católica quienes se divorciaban no podían comulgar. El Papa Francisco declaró que, en vez de marginar a aquellos que habían sufrido por un divorcio, lo mejor era acogerlos en la Iglesia con amor.
También ha hablado de los homosexuales y ha dicho que todos somos hijos de Dios.
Ha agilizado los trámites para aquellos que quieran anular su matrimonio lo puedan hacer con mayor rapidez. E incluso ha hablado de que si un sacerdote embaraza a una mujer que se haga responsable del hijo y deje el sacerdocio.
Ha sido muy enfático en que los curas pederastas sean castigados. Encarceló al exnuncio del Vaticano en República Dominicana, Jozeph Wesolowski, quien fue acusado de violar a varios menores de edad (falleció poco después). Otros pederastas han sido excomulgados.
Todo esto nos habla de un Papa moderno que está consciente de lo que los tiempos actuales requieren.
Ayer les decía en esta columna que una muy reconocida penalista me comentaba que sería muy afortunado, para disminuir la violencia, que el Papa Francisco hablara de excomulgar a aquellos que asesinen. Y es que casi todos los delincuentes son profundamente religiosos.
Es casi una constante que cuando son detenidos casi siempre traigan consigo una imagen de la virgen o un santo. Cuando se catean casas de seguridad, que han sido ocupadas para cometer algún delito como secuestro, también hay elementos religiosos.
Es muy aventurado sugerir que el Papa excomulgue a los malhechores que no están arrepentidos y continúan asesinando y lastimando tanto a la sociedad, pero sin duda disminuiría la violencia.
Busqué varios testimonios de expertos que hablan sobre la religiosidad y la fe.
Martín Barrón, maestro en ciencias penales con especialidad en criminología por el Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), dijo: “Algunos pensarían que por el ambiente de violencia en que se mueve la gente vinculada al tráfico de drogas no cabría un mundo de religiosidad, pero hay todo un mundo de creencias no sólo para lavar sus conciencias, sino incluso ya hasta para justificar como una acción divina sus actividades ilícitas.
“La vertiente mayoritaria sin duda, agrega, es la vinculada a la religión católica y ello lo podemos ver en las criptas de quienes mueren por esta actividad, los afiches que portan y sus actividades sociales en bautizos, bodas y sepelios”.
Elena Azaola, doctora en antropología social del Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), habla de la necesidad de los delincuentes de creer en fuerzas superiores que los protejan, los justifiquen ante ellos mismos y los hagan aceptables en su entorno inmediato, entre otros puntos. Hacen que no sólo los narcotraficantes, sino también una gran cantidad de otros transgresores de la ley, acuda, profese, rinda culto o se invente las más diversas y disímbolas religiones o santos.
José Luis Piñeyro, quien falleció el año pasado y fue investigador en temas de seguridad nacional, decía que cualquier organización, sea del tipo que sea, debe mantener cierto grado de cohesión, unidad que se logra a través de principios o simbolismos que van desde los políticos, religiosos, éticos u otros que son fundamentales para el mantenimiento y la reproducción del grupo, como sucede en el caso del narcotráfico o el crimen organizado.
“La cohesión del grupo bajo principios no sólo permite la unidad, sino también asegura la lealtad, la permanencia de los miembros, la legitimidad de las jerarquías y la fuerza ante cualquier rival o enemigo, como puede ser en el caso de los cárteles de la droga frente al Estado o los cuerpos de seguridad institucional, así como también frente a grupos rivales de narcotraficantes”.
Lo grave es que estos sujetos, una vez que cometen un delito, no llegan a tener conciencia del mal que hicieron porque piensan que serán perdonados con rezar o acudir a las misas. No se arrepienten y vuelven a matar. Es por eso que la sugerencia de que se haga sentir a estas personas que si continúan cometiendo delitos ya no podrán continuar comulgando, es algo que sin duda los hará pensar y recapacitar antes de incurrir en otros ilícitos.
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