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“No pedí favores, empecé como archivista”: Un Café Con Carolina Monroy del Mazo

Carolina Monroy del Mazo nació en Atlacomulco. Y no tardó mucho en manifestársele la vocación: de niña jugaba a ser presidenta municipal —lo sería del municipio de Metepec en el trienio 2012-2015— y empezaba a encauzar su vida por los rumbos de la política profesional. Inició de lleno a los 18 años y siguió un camino que hoy la tiene en la Secretaría General del PRI. Asegura que para ascender nunca buscó favores de parientes que ocuparon altos puestos en el gobierno mexiquense, prefirió empezar desde asistente y pasar por jefaturas, direcciones, secretarías…; “quizá por eso fue que me llevé tantos años, pero creo que eso era lo correcto”, afirma en esta charla.

Bibiana Belsasso: Naces en Atlacomulco, la cuna de la política mexiquense.

Monroy del Mazo: Mi padre es de Atlacomulco, mi mamá es de Acambay, un municipio al norte del Estado de México, un poquito más arriba en la colindancia con Querétaro. Fui muy feliz, tuve una infancia creo que envidiable porque era una época de mucha seguridad, de mucha tranquilidad, un pueblo muy chiquito en el que todo el mundo se conocía, donde la mayoría éramos familia de cariño, decimos nosotros, o de sangre.

 

Viví en Atlacomulco hasta los 14 o 15 años. Estudié allá la secundaria. Una etapa de mi vida también la viví con mi abuelo en Acambay, cuando murió mi abuela, Carolina, de quien llevo el nombre. Es una época que recuerdo con un cariño enorme.

 

Belsasso: ¿Te vas a vivir con el abuelo para que no se quede solo?

 

Monroy del Mazo: Sí, tenía nueve años cuando me mandan a vivir con mi abuelito. La verdad es que lo disfruté mucho, fue otro padre para mí. Fue una época increíble.

 

Belsasso: ¿Cuánto tiempo viviste con tu abuelo?

 

Monroy del Mazo: Tres años, creo, iba y venía a Atlacomulco todos los días. Me mandaba mi abuelo en un taxi, me acuerdo perfecto. Llegaba a la casa de mi abuelo a las siete de la mañana, me iba a la escuela, salía y ya estaba el taxi afuera y me regresaba a casa de mi abuelo. Eran 20 kilómetros de distancia entre Atlacomulco y Acambay.

 

Belsasso: ¿Y tus papás?

 

Monroy del Mazo: Los veía los fines de semana. Ellos llegaban sin falta a saludar a mi abuelo. Mi mamá era la única mujer de la familia, entonces era muy apegada a sus papás, y yo los esperaba con mucho gusto a ellos y a mis hermanas. Recuerdo que cuando mi papá decidió que me regresara con ellos a Atlacomulco, le dijo a mi mamá: ‘Ya te fijaste cómo nos trata, como visitas, ya es la hora de llevarnos a esta niña de regreso’.

 

Belsasso: Para el abuelo debió de haber sido durísimo.

 

Monroy del Mazo: Y para mí también, porque lo quise mucho. Fue un formador para mí. Mi abuelo tenía una tienda de abarrotes en el centro del municipio y para mí era una cosa increíble estar en la tienda. Me gustaba mucho ayudarle. Los fines de semana había una presencia de comercio importante en la región, era el día de plaza.Todo esto fue mi vida, lo disfruté mucho. Me formó, me mostró muchas cosas del mundo real, de la vida real y me siento muy afortunada por eso.

 

Belsasso: Cuando regresas con tus padres, ¿cómo fueron esos años?

 

Monroy del Mazo: Fue difícil. Fue quizá un año, año y medio más, porque regreso a la casa con mis hermanas y era una extraña para ellas.

 

Belsasso: En plena adolescencia aparte de todo, ¿no?

 

Monroy del Mazo: Sí, debo de haber tenido unos 13 años, 12 años. Soy la mayor de tres, una de mis hermanas falleció muy jovencita, en un accidente. En este caso, regresa la hermana mayor a su casa, a la casa de sus papás, y sí fue difícil, seguramente para ellas, mis hermanas, y para mí, éramos un poco extrañas.

 

Fue muy poco el tiempo porque a los 14 años me voy a vivir a Toluca, en Atlacomulco en ese tiempo no había preparatoria y migro entonces a la ciudad de Toluca para estudiar allá. Estudié en la escuela preparatoria Ignacio Ramírez.

 

Belsasso: ¿Y ahí con quién vives?

 

Monroy del Mazo: En la casa de una de las hermanas más jóvenes de mi papá, con mi tía Lupita, ahí estuve un año. Mis papás se fueron también a vivir a Toluca.

 

Belsasso: Te hace ser una mujer muy independiente desde chiquita, ¿no?

 

Monroy del Mazo: Sí, a esa edad conocí Toluca. Venía de un pueblo muy chiquito, aprendí a moverme en camiones, a resolver las cosas como se presentaran y sí, la verdad es que me volví independiente, muy independiente. Mis papás por ahí de agosto, septiembre, llegan a vivir a Toluca con mis hermanas. Mi papá falleció a los seis meses de eso.

 

Belsasso: ¿Tu abuelo todavía vivía?

 

Monroy del Mazo: Murió al año de eso también.

 

Belsasso: Quedaste sin tus dos figuras paternas de golpe.

 

Monroy del Mazo: Sí. Fue una historia complicada, muy difícil, mi papá murió cuando yo tenía 15 años, mi abuelo cuando tenía 16, mi hermana cuando tenía 17 y ha sido un proceso muy difícil, pero también son momentos que te hacen madurar. No me habría gustado madurar ni crecer de esa manera, pero son circunstancias, ésa fue la mía, y lo que me llevó a trabajar desde muy joven.

 

Belsasso: Pero también tuviste un tío que fue gobernador, ahí, toda la familia del Mazo que tiene una fuerza política desde hace muchísimos años. Me imagino que empezabas a ver, a escuchar temas de política y desde chiquita te empezaban a gustar.

 

Monroy del Mazo: Tanto mi familia materna como la paterna han participado en política. Me siento muy orgullosa de todos ellos. Ciertamente esto es una vocación y nací con ella, desde muy niña, jugando con mis hermanas, decía que era presidenta municipal.

 

Belsasso: Lo mismo, el padre policía, generalmente tiene hijos policías. Los hijos ven lo que hacen los papás.

 

Monroy del Mazo: Mi papá jamás participó en política, fue un hombre de pocos estudios, un hombre muy trabajador que se dedicó toda su vida a la agricultura, al campo, a la cría de animales. Mi mamá, una mujer de su tiempo, dedicada al hogar, una muy buena madre, pero nada que ver con política. Eran mis tíos, el entorno, la familia. Tuve siempre muchas ganas de participar. Me imaginé, quise y decidí que participaría en política.

 

Belsasso: ¿A quién fue la primera persona a la que acudiste, de tu familia, para decirle ‘yo quiero ser política’?

 

Monroy del Mazo: A mi abuelo y no sabes cómo se rió. Al tiempo entendí por qué, en ese tiempo era casi exótico.

 

Belsasso: ¿Tu abuelo tuvo algún cargo político?

 

Monroy del Mazo: Ninguno.

 

Belsasso: ¿Y a algún personaje político de tu familia le dijiste, ‘quiero entrar en la política?’

 

Monroy del Mazo: A ninguno. Esto lo platicaba con mi papá, con mi abuelo, cuando era muy chiquitilla, y se reían mucho conmigo. Decían ‘no, no, las mujeres no se dedican a estas cosas’, y yo decía, ‘es que yo sí, yo sí lo haré’.

 

Belsasso: ¿Cuál fue tu primer cargo político?

 

Monroy del Mazo: Tengo una carrera muy larga en mi estado. Inicié a los 18 años en los cargos más sencillos, más modestos de la administración pública.

 

Belsasso: ¿Mientras estudiabas?

 

Monroy del Mazo: Sí, claro.

 

Belsasso: ¿Qué estabas estudiando?

 

Monroy del Mazo: Estudiaba Derecho y trabajaba al mismo tiempo. Empecé a trabajar a los 16 años. Laboré como empleada en una tienda de cremas y perfumes del Valle de Toluca, fui archivista en una agencia de coches. De ahí entré al gobierno del Estado de México, a los 18 años, no podía entrar antes, necesitaba ser mayor de edad.

 

Jamás toqué la puerta de un pariente, nunca fui a ver a alguno de mis tíos o algún familiar para que me ayudara a acceder al servicio público, quizá por eso fue que me llevé tantos años, pero creo que eso era lo correcto. Inicié como analista, que es alguien que realiza varios servicios en la oficina, desde sacar copias fotostáticas hasta escribir documentos en una máquina.

 

Belsasso: Pasaron los años y ahora tu primo es Presidente de la República y Carolina Monroy, diputada y secretaria general del PRI.

 

Monroy del Mazo: Ésa es una circunstancia que en realidad se vuelve un honor, pero me tardé 16 años en ser directora general del primer organismo que pude dirigir y fue un proceso gradual. Hice la carrera del servicio público en mi estado, completa, desde un cargo tan modesto y sencillo como analista, pasando por jefaturas de oficina, de departamento, subdirecciones, dirección de área, dirección general, subsecretaria y secretaria. El último cargo que tuve en el gobierno del estado fue el de secretaria de Desarrollo Económico, fue un proceso formativo para mí muy importante.

 

Belsasso: Platicábamos el otro día que te gusta muchísimo el arte, porque estábamos en mi casa y veías los cuadros: ‘Este cuadro es de tal pintor y este de otro’, dominabas el tema del arte, y como presidenta municipal empezaste a hacer cosas también para embellecer Metepec que fortalecieron mucho a la sociedad. Me gustaría que me platicaras.

 

Monroy del Mazo: Desde jovencita tuve ahí un tema dual en cuanto a inclinaciones personales. Por un lado la política, esta inquietud que me sigue motivando todos los días, pero al mismo tiempo un enorme deseo de tocar instrumentos, me gusta mucho la música, y pinto.

 

Belsasso: ¿Qué instrumentos tocas?

 

Monroy del Mazo: Tocaba el órgano, de dos teclados y pedales. El primer instrumento que aprendí fue la mandolina. La flauta la tocamos todo el mundo en la escuela, pero principalmente el órgano.

 

Belsasso: Dicen que la gente que toca algún instrumento, que puede hacer una melodía, tiene una estructura de mente muy clara porque empieza con un problema, lo desarrolla y cierra en un tiempo. ¿Así eres tú de concreta para tus cosas?

 

Monroy del Mazo: Ahora que lo dices, sí. Busco ser siempre muy pragmática, encontrar siempre el cómo sí y encontrarlo rápido; porque creo que los problemas no se administran, se resuelven.

 

Belsasso: Me contabas que también escribías.

 

Monroy del Mazo: También escribo un poco de poesía lírica, que jamás nadie va a conocer, porque es parte de mis secretos personales. Es un poco hablar de mí y me gusta mucho escribir. Dibujo y pinto, manejo algunas técnicas, aunque no he tenido el tiempo de desarrollarlo.

 

Belsasso: ¿Pero, cómo le haces para que te dé tiempo?, porque tienes tres hijos ya más grandes.

 

Monroy del Mazo: No, no me da tiempo, por eso es que no lo he podido desarrollar como a mí me gustaría, pero siempre me he debatido en esto, en el tema del arte, en el de la política, y cómo es que se encuentran y complementan.

 

Belsasso: Eso está muy bien, porque estás desarrollando las dos partes del cerebro, me encanta.

 

Monroy del Mazo: Estoy convencida de que en el arte y la cultura —fui directora de Cultura en mi estad— no se trata de andar generando ejecutantes y virtuosos extraordinarios por todos los sitios, se trata de desarrollar el sentido humano, la sensibilidad que te permite ser una persona feliz y que hace feliz a los demás. El ser humano hoy necesita reconstruirse.

 

Belsasso: Por ejemplo, me decía Armando Manzanero en una entrevista: ‘El que tenga un instrumento en la mano, difícilmente va a agarrar un arma’; tú me decías lo mismo: ‘El que sea artista —tú platicas de estos “árboles de la vida” maravillosos que les enseñaron a hacer a los artesanos— difícilmente si tiene esta parte sensible desarrollada, va a querer delinquir’.

 

Monroy del Mazo: Creo en el arte, en la cultura, como promotores y formadores de esencia humana.

 

Belsasso: A ver, platícame la historia del Puente.

 

Monroy del Mazo: ¡Ay, es lo máximo! Construimos cuatro casas de cultura, había sólo una. Hoy dejamos cinco casas de cultura funcionando: están completamente llenas de niños, de jóvenes, de personas adultas. Están llenas por completo y esto te da idea de que había un vacío y una necesidad. Fue un servicio que hoy está siendo apreciado por los vecinos y a mí me da muchísimo gusto que así sea.

 

Este puente que dices, entre otras cosas, en el municipio construimos lo que llamamos el jardín lineal, un corredor de aproximadamente 20 metros de ancho, tres kilómetros y medio de largo y precisamente remata en un puente que es el acceso principal al pueblo mágico, a la zona originaria de este extraordinario municipio, pensando en la idea de generar una obra colectiva que nos una y reúna a los ciudadanos, a los vecinos de Metepec, a los originarios, a los que llegamos de otros sitios a vivir, de pronto pensé que podía ser el lugar ese puente.

 

Hicimos una convocatoria abierta a colonias, pueblos, barrios, a todo el mundo para que donara cada quien lo que quisiera, un plato, un jarro, alguna pieza de barro, desde luego, hecha en Metepec.

 

Así fue que logramos reunir poco más de ocho mil piezas, compramos por cuenta del ayuntamiento, quizá, tres, cuatro mil más, hubo una aportación muy importante de los maestros alfareros, de los talleres artesanales, ellos donaron una gran cantidad de piezas. Fue entonces que forramos nuestro puente de cazuelas. Hoy es El Puente de la Cazuelas, que te da la bienvenida y que también te despide, cuando llegas y sales de Metepec.

 

Belsasso: Porque esto habla mucho de ti y de la manera de poder juntar a la gente y también de esta parte femenina. ¿Cómo le hacías para trabajar desde jovencita con tres hijos?, ahora ya están grandes, ya cada quien agarró su camino, ¿pero, de chiquitos?

 

Monroy del Mazo: Me acompañaron siempre y tuve la fortuna de que los espacios de trabajo que tuve en aquellos tiempos me permitían convivir muy bien con el tema de la maternidad. Te pongo ejemplos: trabajé durante seis años en el DIF del Estado de México, mis hijos por la mañana iban a la escuela, pero, por la tarde iba yo mucho a los albergues de la institución. Estaban conmigo en los albergues, tenían amigos, jugaban y podíamos estar, ellos divirtiéndose, distrayéndose y su mamá trabajando.

 

Fui directora de Cultura en el Estado de México. Mi oficina estaba en el Centro Cultural Mexiquense, un lugar precioso, extraordinario, con museos, con jardines, entonces esto me permitía llevarme a mis hijos a los talleres de arte de los museos, a las actividades que se organizaban ahí en época de vacaciones, vaya, compaginaba muy bien.

 

Belsasso: También, de alguna forma, el que seas una mujer trabajadora, les da cierta educación y cierta estructura a tus hijos.

 

Monroy del Mazo: Desde luego.

 

Belsasso: Vemos que un hijo tuyo también está siguiendo tus pasos, que ya va a ser regidor.

 

Monroy del Mazo: Sí, sí y que se ha formado su propia carrera y que me da mucho gusto que le vaya bien, porque es un muchacho sencillo, sensato, muy comprometido con la gente, la quiere verdaderamente y esto es lo que a mí me emociona mucho.

 

Belsasso: Una de tus hijas se acaba de casar hace poquito.

 

Monroy del Mazo: Sí, el año pasado, y mi hija mayor, Verónica, se casó hace cuatro años, ya es mamá, tengo una nieta preciosa.

 

Belsasso: ¡Ya eres abuela!

 

Monroy del Mazo: Sí, de Valeria, soy la abuela de Valeria, una criatura hermosa que está por cumplir ocho meses. No sé si se me nota que se me ilumina la cara cuando hablo de ellos y cuando hablo de mi nieta, quienes son la razón de mi vida. Mis hijos son lo que más quiero.

 

Belsasso: Por supuesto que sí.

 

Monroy del Mazo: Y mi segunda hija, Carolina, que se casó en noviembre del año pasado, acaba de cumplir un año de casada. Ella no tiene hijos. Y mi hijo más pequeño, Ernesto, de 24 años, él es el soltero de la familia, espero que así siga mucho tiempo, está a punto de terminar su carrera, cosa que me da mucha tranquilidad.

 

Mis dos hijas también estudiaron su profesión cada una, antes de casarse. Mi hija mayor es ingeniero industrial; mi segunda hija, Caro, estudió Administración de la Hospitalidad, habla cuatro idiomas, vaya, me siento muy honrada y muy feliz.

 

Belsasso: Sí te da una tranquilidad decir: ‘Ya saqué adelante a estos chavos, ya son hombres y mujeres de bien y ahora me dedico totalmente a mi carrera y a mí’.

 

Monroy del Mazo: Fíjate que no te podría decir eso, porque no te estaría diciendo la verdad. Creo que los hijos siempre te necesitan, de diferente manera, tú necesitas de tus hijos; yo necesito de su compañía, que me abracen, de la sonrisa de mi nieta para estar bien y para poder trabajar contenta y en paz, sin ellos no podría y, desde luego, con mucha tranquilidad para hacer mi trabajo. No tengo horarios de entrada, de salida, ya no me corre prisa por llegar a cuidar al niño con fiebre, o con gripa, o con lo que sea. Me siento muy orgullosa de mis hijos, me dan una paz y una tranquilidad que no te imaginas.

 

Belsasso: ¿Te da tiempo de leer?, ¿qué te gusta leer?

 

Monroy del Mazo: Me gusta mucho leer, pero en este momento tengo muy poco tiempo. ¿A qué hora?

 

Belsasso: Con las iniciativas y más.

 

Monroy del Mazo: Aprovecho mucho los trayectos, sigo viviendo en Metepec.

 

Belsasso: ¿A poco puedes leer en el coche? A mí se me hace imposible.

 

Monroy del Mazo: Sí, ya me acostumbré, además en carretera. Imagínate tú, hago trayectos entre la ida y la venida, pueden ser cuatro, cinco horas, es casi una jornada de trabajo.

 

Belsasso: Sí, es muchísimo. ¿Has pensado poner algún departamento acá?

 

Monroy del Mazo: Posiblemente lo haga, pero mi tierra es mi tierra. Me siento también muy contenta en mi casa, no es fácil ir y venir diariamente, pero también allá están mis hijos. Disfruto mucho visitar Metepec, recorrerlo el fin de semana, es la tierra por adopción que tanto quiero y me siento muy a gusto allá.

 

Belsasso: ¿Qué tipo de música te gusta?

 

Monroy del Mazo: Me gusta mucho el mariachi, me gusta mucho la música vernácula, soy admiradora de María de Lourdes, de Rocío Durcal, de Lucha Villa, de Lola Beltrán. Ése es un pendiente que tengo en mi vida, algún día aprenderé a cantar.

 

Belsasso: A ver, ¿el día más feliz de tu vida?

 

Monroy del Mazo: El día que nacieron mis hijos.

 

Belsasso: ¿El más triste?

 

Monroy del Mazo: El día que murió mi padre.

 

Belsasso: Complétame esta frase, Carolina Monroy es…

 

Monroy del Mazo: Una mujer que trabaja, que se esfuerza, una mujer honrada que quiere servirle a las mujeres.