Niñas embarazadas, lo que el Papa no dijo
Unas 16 millones de adolescentes de entre 15 y 19 años y aproximadamente 1 millón de menores de 15 años dan a luz cada año, la mayoría en naciones de ingresos bajos y medianos. Esto según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De las cifras que tiene la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México lidera en embarazos de mujeres de entre los 12 y los 19 años.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición la proporción de personas de 12 a 19 años de edad con una vida sexual activa pasó del 16 por ciento en el 2006 al 23 por ciento en el 2012. La edad de inicio de la actividad sexual de los jóvenes es a los 15.9 años.
El fin de semana se conmemoró en 70 países el Día Mundial de la Anticoncepción. Es muy importante para poder crear conciencia sobre la cantidad de niñas y adolescentes que están dando a luz y las consecuencias que ello conlleva.
Para empezar, las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa de muerte entre féminas de 15 a 19 años a nivel global. Cada año unas 3 millones de jóvenes se someten a abortos peligrosos.
Los bebés de las adolescentes muestran un porcentaje considerablemente superior de morir que los de mujeres de 20 a 24 años. Cuanto más joven sea la mamá, mayor el riesgo para la criatura. Además, los hijos de madres adolescentes tienen una mayor probabilidad de registrar bajo peso al nacer, con el consiguiente peligro de efectos a largo plazo.
El embarazo puede también tener repercusiones sociales y económicas negativas para las jóvenes, sus familias y sus comunidades. La gran mayoría de estas menores deja la escuela para poder conseguir trabajos, generalmente mal remunerados, para dar de comer a sus bebés. Esas jóvenes ya no tendrán la oportunidad de recibir educación y con ello obtener un mejor empleo.
Según datos de la ONU, hay condiciones que hacen a las jóvenes más vulnerables a quedar preñadas; por ejemplo, las niñas que viven en hogares de menores ingresos, con niveles educativos muy bajos y que habitan en zonas rurales. Pero también el no disponer de información para una vida sexual segura es una de las principales causas de embarazos no deseados.
A muchas, y en una sociedad bastante conservadora como la nuestra, les da pena pedir asesoría; o también tienen la idea de que los anticonceptivos son demasiado caros, y sí lo son, pero se pueden pedir de manera gratuita en los centros de salud. Aún más lamentable, esta cifra se incrementa por la cantidad de abusos sexuales que también se dan.
El papa Francisco se ha pronunciado sobre este tema. En enero de 2015 declaró: “Algunos piensan, disculpen si uso la palabra, que para ser buenos católicos tenemos que reproducirnos como conejos, pero no”. Añadió que la Iglesia promueve la “paternidad responsable”.
Pero asimismo repitió su prohibición contra los métodos anticonceptivos artificiales.
Los adolescentes no dejarán de tener relaciones sexuales; sería muy bueno que para disminuir los embarazos no deseados y, por supuesto, algunas enfermedades de transmisión sexual la Iglesia se pronunciara en otro sentido, pero éste es el debate de nunca acabar.
El gobierno mexicano empezó hace unos meses un programa llamado Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes, enfocado en reducir esta tasa en un 50 por ciento en los próximos 15 años.
Tanto las autoridades federales como las locales y los padres de familia estamos obligados a implementar las medidas de salud correspondientes para proteger a nuestros niños. Esto sin importar nuestras creencias religiosas.
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