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El riesgo de ser reclutado

En la actualidad son muchos casos de personas que caen bajo el dominio de grupos radicales peligrosos como ISIS. Una de ellas es Alex, cuya historia, que me impactó, leí en las páginas de The New York Times este fin de semana.

Alex, de 23 años, vive con sus abuelos en una zona rural del estado de Washington, estuvo muy cerca de ser reclutada por ISIS. La periodista Rukmini Callimachi habló con ella del proceso que la llevó a ser casi tomada por ISIS. Alex era una joven solitaria que había roto su última relación amorosa de forma triste y abrupta y se pasaba horas en casa descargando películas en Netflix y en las redes sociales.

Después de recibir la noticia del video de la decapitación de James Foley, la joven que daba clases los domingos en una iglesia y que trabajaba como niñera entre semana, comenzó la búsqueda de información sobre ISIS y pronto se encontró comunicándose prácticamente de manera constante con una red de simpatizantes y miembros de ese grupo.

En esa búsqueda platicaba con Faisal, un británico defensor y partidario del islamismo radical que le platicaba de las virtudes del Islam.

Alex comenzó a llevar una doble vida. Siguió enseñando en su iglesia, pero la radio de su camioneta ya no estaba sintonizada a la estación de éxitos de música cristiana que solía escuchar. En cambio, ella tarareaba los himnos de ISIS que descargaba en su iPhone y comenzó a soñar despierta sobre cómo podría ser la vida con los militantes.

“Me sentí como si estuviera traicionando a Dios y el cristianismo”, dijo Alex. “Pero también me sentí emocionada porque había hecho un montón de nuevos amigos”, expuso.

A pesar de que la ideología del Estado Islámico está explícitamente en desacuerdo con Occidente, el grupo hace un esfuerzo para reclutar a occidentales en sus filas. Desde enero de este año al menos 100 estadounidenses se cree que han viajado a unirse a los yihadistas en Siria e Irak, hay casi 4,000 occidentales que ya lo han hecho.

Se estima que existen cerca de 15 mil extranjeros procedentes de 90 países peleando en las filas del Estado Islámico en Irak y Siria. También hay mexicanos. Hace unos meses en esta columna escribía la historia de Abu Hudaifa al Meksiki (el mexicano en árabe), nombre de guerra de un combatiente de nacionalidad mexicana que se encuentra en Siria en el frente de batalla, del que sin embargo se sabe aún muy poco.

El grupo que contactó a Alex tiene por lo menos una decena de cuentas que es operada por personas que directamente se identificaron como miembros del Estado Islámico.

Pasan horas en línea tratando de convencer a jóvenes para que simpaticen con el Islam. Les envían dinero, regalos, libros sobre el Islam y chocolates Lindt, entre otras cosas. (Dicen que los chocolates son de esa marca por los atentados terroristas llevados a cabo por ISIS en el Café y Chocolatería Lindt de Australia.)

Los expertos dicen que estos grupos buscan personas solitarias para aislarlas más aún. Mubin Shaikh, quien pasó años reclutando seguidores para grupos extremistas antes de renunciar y colaborar con el gobierno canadiense, dice que el aislamiento es intencional. “Buscamos gente que está aislada”, dijo. “Y si no está ya aislada, nosotros conseguimos aislarla después”, recalcó.

El terapeuta de Alex explicó a The New York Times que su padecimiento del síndrome de alcoholismo fetal contribuye a que esta joven haya sido más propensa a la toma de decisiones de juicio menos acertado (su madre, que tenía problemas con la adicción, perdió la custodia de Alex cuando éste tenía 11 meses de edad. Pero la realidad es que tuvo mucha suerte al ser descubierta por sus abuelos quienes impidieron sus planes de unirse al grupo extremista.

Son muchas las personas que buscan una identidad. Hay distintos métodos que se utilizan para enganchar a personas a que participen en distintos grupos radicales desde el Estado Islámico hasta los narcotraficantes de nuestro país. Lo que sí es un común denominador es que la gente que tiene alguna carencia, ya sea económica o espiritual, es mucho más propensa a caer en las garras del crimen organizado.

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