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Venta de mujeres en México

El día de ayer comentábamos en este espacio cómo el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) había regulado el comercio de esclavas sexuales y las tarifas, según la edad, de cada una de ellas. Algo similar, pero con distintas formas, ocurre aquí, en México.

Hoy comparto con ustedes el reportaje que más me ha impactado. En el 2002 visité la zona triqui y ésta es la historia de la venta de mujeres en nuestro país.

Se necesitan entre dos mil y ocho mil pesos. Sucede en las comunidades de los distritos de Putla, Juxtlahuaca y Tlaxiaco, en el estado de Oaxaca. Estos lugares son habitados por los triquis, una etnia indígena, la más pobre y marginada de la entidad. Se trata de una “isla cultural”, pues se encuentra enclavada en la Mixteca oaxaqueña.

Ahí muchas veces las familias no tienen ni lo indispensable para subsistir y se ven obligadas a vender a sus propias hijas. Como en la mayoría de los sitios indígenas, los triquis se rigen por usos y costumbres y comerciar con los hijos no implica delito para ellos. Ellos dicen que sus hijas son dadas en matrimonio.

Las niñas no se le venden a cualquiera, existe una tradición en la cual el interesado platica con un señor de edad avanzada que es elegido por la comunidad por representar la sabiduría (embajador). Éste, a su vez, consulta al padre de la muchacha para hacer el trato.

Luego platican con una mujer que lee las cartas para pronosticar el futuro de la pareja. Si el resultado es bueno se cierra el trato. Nunca se toma en cuenta la opinión de la futura esposa y la mayoría de las menores a las que casan tiene entre 11 y 14 años.

Una vez negociado el asunto se espera a que sea miércoles por la noche; con antorchas y bebida en mano, el hombre va acompañado de su familia a pedir la mano de la niña. Se da entonces una plática con el padre y la madre, pero a la prometida no se le permite cruzar palabra alguna con el que será su marido.

Cuando cuestionamos a una niña de 15 años que estaba por contraer nupcias con un desconocido, simplemente nos dijo que respetaba cualquier decisión del padre.

Entre más joven, la retribución económica es mayor y la virginidad de una niña la cotiza aún más. La mayoría de las veces la desposada ni siquiera conoce a su futuro marido, y lo importante para el padre es conseguir la mejor oferta económica. Además del dinero, en el convenio están incluidos animales, como chivos o borregos, ganado, rejillas de refrescos, cajetillas de cigarros y brandy.

Si resulta que la niña ya no es virgen y se aseguró que sí lo era, en la noche de bodas la puede regresar a su hogar y el padre se ve obligado a entregar lo que recibió. La muchacha queda señalada por el pueblo y difícilmente podrá hacer su vida en ese lugar.

Los triquis, una de las etnias más antiguas con vida dolorosa y sacrificada en Oaxaca, al igual que otras etnias en México, aún arreglan sus matrimonios basándose en retribuciones económicas, y muchas indígenas son tratadas igual que las mujeres que viven bajo el régimen de las regiones musulmanes más fundamentalistas, como el Estado Islámico.

 

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