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Bloqueos para financiarse

 

Los bloqueos a las vías de comunicación son una práctica muy común en nuestro país. Se recurre a ellos como medida de protesta, para exigir y presionar, para doblegar al gobierno y que se cumplan las exigencias de quienes los realizan. Otras veces para obtener recursos materiales o económicos.

Algunas protestas son legítimas, pero también hay las que buscan obtener dinero para movimientos sociales.

Ayer escribía en estas líneas que existe una amplia probabilidad de que los hechos de Iguala pudieran ser la punta del iceberg para que haya un estallido social en Guerrero.

En los últimos meses se ha intensificado la toma de casetas de cobro en la Autopista del Sol México–Acapulco. Ahí, encapuchados le piden una donación a todo aquel que circule. Por supuesto que todos los conductores pagan por temor a sufrir algún daño.

Pero no sólo en esa carretera, también en la México–Toluca y en buena parte de las vías de cuota sucede lo mismo. Las cierran como protesta, según dicen, por los hechos de violencia en Guerrero, y afirman defender las causas de los estudiantes.

En realidad no sabemos quiénes son. No dan la cara, pero sí obtienen mucho dinero. Las autoridades no se atreven a detenerlos por temor a ser acusadas de represoras.

Esto mismo ha sucedido durante mucho tiempo en Chiapas, en la carretera que va de Tuxtla Gutiérrez a San Cristóbal de las Casas. Jóvenes encapuchados amablemente piden un donativo para poder transitar por la autopista. Revisan los automóviles, pero también muestran palos con clavos para poder poncharle las llantas a quien no quiera colaborar.

En Oaxaca, los grupos de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación han hecho lo mismo desde hace años. No han apoyado la causa de la educación, pero sí sus propios intereses: han cerrado las carreteras de acceso a la ciudad y el aeropuerto. y también han pedido dinero para financiar su movimiento.

Es verdad, el problema más grave que tenemos en México es la desigualdad. Pero también es cierto que algunos grupos no pueden intimidar a la sociedad como lo están haciendo. Sobre todo cuando es para recabar recursos para sus movimientos o para ellos mismos.

Hace unos días vimos cómo un grupo de jóvenes anarquistas, con el rostro cubierto, le prendió fuego a la Puerta Mariana, la puerta central de Palacio Nacional, que fue construida en 1852. Realizaron pintas sobre ella y la golpeó con distintos objetos.

Tienen razón, por ejemplo, los padres de los 43 normalistas desaparecidos cuando exigen justicia y que se rindan cuentas por el caso de sus hijos. Lo hacen con el rostro descubierto.

Lo que es imperdonable es que otros se escuden en esa tragedia para simplemente generar desestabilización en el país.

El día de ayer bloquearon durante toda la mañana el aeropuerto de Acapulco. Lo hicieron con bombas molotov, y otras armas. Las autoridades federales les permitieron el acceso y el gobernador del estado, Rogelio Ortega, pidió que no se escude en el dolor el vandalismo; también, que no va a reprimir a quien se manifieste de esa forma.

Ojalá que las autoridades tengan identificados a estos grupos que han infringido todo tipo de leyes. Jóvenes que se sienten impunes y pueden cometer cualquier tipo de atropello.

Si la mayoría de estas marchas tuviera como objetivo tener un mejor país, se enfocaría a manifestarse contra el crimen organizado, el principal generador de violencia en nuestro México, y no seguir creando más temor en todos los ciudadanos.

bibibelsasso@hotmail.com
Twitter: @bibianabelsasso